Enfoque integral de las diferencias individuales en inteligencia y personalidad

Perspectiva clásica de la confluencia de inteligencia y personalidad: la creatividad y los estilos cognitivos

Creatividad

Es a partir de los años 60 cuando los investigadores comienzan a interesarse científicamente por la creatividad (fue Guilford en 1950 quien llamó la atención sobre ella).

La creatividad es importante tanto para el individuo como para la sociedad en un amplio rango de dominios. En el plano individual, es esencial, por ejemplo, cuando se debe solucionar un problema en el trabajo y en la vida cotidiana. Con respecto a la sociedad, la creatividad puede llevar a nuevos descubrimientos científicos, nuevos movimientos en el arte, nuevas invenciones, y nuevos programas sociales. Finalmente en el aspecto económico también es importante porque la creación de nuevos productos y servicios estimula el trabajo y la calidad de vida.

Con respecto a la definición abstracta, general, de la creatividad, ésta puede concebirse como la habilidad para producir ideas nuevas (originales) y apropiadas. Una idea creativa es algo relativamente infrecuente, aunque no se puede hablar en términos de todo o nada, sino de grados de originalidad.

Por otro lado, la idea creativa original debe ser apropiada desde el punto de vista adaptativo. La idea debe proporcionar una solución a un problema significativo para el individuo o la sociedad, o permitir la consecuencia de metas importantes.

La definición de la creatividad en un plano más concreto exige contemplar principalmente cuatro perspectivas o niveles de análisis:

  • La creatividad es un proceso mental (o conjunto de procesos) que resulta en la producción de ideas originales y adaptativas. Es la perspectiva adoptada por la P. Cognitiva. Para ello, utilizan experimentos de laboratorio o simulación por ordenador.
  • La creatividad es una característica de un producto (cuadro, obra musical, etc) Un producto es creativo si es original (=novedad, complejidad y sorpresa).
  • La creatividad es un rasgo o perfil de personalidad que caracteriza a la persona. Se trata de una cualidad o capacidad de la persona que unos individuos tienen más que otros. La consideración de la creatividad como puente de enlace entre la inteligencia y la personalidad tiene, en el estudio de los procesos y de la persona, su justificación plena.
  • El entorno en el que surge u observa la creatividad es importante.

Estas definiciones o facetas de la creatividad no son totalmente independientes. Los productos creativos son generados por personas creativas que utilizan procesos creativos, en un ambiente que propicia la elaboración de un producto creativo y una valoración del mismo como tal.

Aproximaciones empíricas

Aproximación psicométrica

Guilford propuso que la creatividad debería estudiarse en individuos normales mediante una aproximación psicométrica, utilizando tests de papel y lápiz, de la misma manera que se hacía con la inteligencia. Uno de estos test es el Test de usos inusuales, basado en la producción divergente de su modelo de la Estructura del Intelecto.

El pensamiento divergente ha sido considerado por muchos como el elemento cognitivo clave de la creatividad, en cuanto implica producir alternativas nuevas y respuestas inusuales. Se contrapone al pensamiento convergente, referido a la producción de información a partir de una información dada que implica una respuesta correcta.

Para G., los rasgos cognitivos primarios de la creatividad son la fluidez (número total de respuestas relevantes), la flexibilidad (número de categorías de respuesta) y la originalidad (rareza estadística o frecuencia de las respuestas en la población).

Esta aproximación ha sido criticada en varios aspectos:

  • Algunos investigadores han juzgado los instrumentos utilizados como medidas inadecuadas por triviales, de la creatividad.
  • Se cuestionó la equivalencia entre la creatividad y el pensamiento divergente, al considerar que aquél no tiene que implicar que los productos originados sean útiles y contribuyan a una mejora en algún aspecto de la vida.
  • Algunos han rechazado el supuesto del que parte la aproximación psicométrica. Los no eminentes, no pueden arrojar luz sobre niveles eminentes de creatividad.

Aproximación cognitiva

En la aproximación cognitiva, los procesos mentales intervinientes en la actividad creativa son:

  • Solución de problemas por medio del insight (comprensión intuitiva). El procesamiento de la información intuitiva es una manifestación del llamado inconsciente cognitivo, tal como los investigadores de la Gestalt demostraron empíricamente.
  • La cognición creativa. La creatividad es un fenómeno mental que resulta de la aplicación de procesos cognitivos ordinarios, presentes en todas las personas (el pensamiento creativo es accesible a casi todas las personas).
  • Adquisición de destrezas. La habilidad creativa contiene un importante componente de aprendizaje y experiencia en el dominio al que se refiere la actividad creativa.

Aproximación basada en la personalidad

En la aproximación basada en la personalidad, se ha podido demostrar que los individuos con altos niveles de creatividad parecen diferenciarse en una serie de características cognitivas y de personalidad. Estas características pueden agruparse en cuatro áreas:

  1. Riqueza perceptual. Apertura a diversas experiencias y tolerancia a la ambigüedad, características que les llevan a buscar la novedad y complejidad.
  2. Motivación. Entusiasmo, interés (motivación intrínseca) y energía.
  3. Orientación social. Los individuos creativos tienden a ser más introvertidos. Puede predisponer a la evitación social. Manifiestan una alta independencia y autonomía, y rebeldía en contra de las normas convencionales.
  4. Psicopatología. Es posible deducir que los altos en creatividad manifiestan niveles de psicopatología mayores que el resto de las personas, si esas características se hacen extremas: producción de ideas estrafalarias, disposición maníaca, evitación social, e inestabilidad emocional. Estos síntomas pueden acompañarse de desórdenes más explícitos (alcoholismo, suicidio…).

Según Eysenck, existe una relación causal entre la falta de inhibición cognitiva, el psicoticismo y la actividad creativa.

Aproximaciones socioculturales

Según la perspectiva sociocultural, la creatividad excepcional tiende a agruparse en lo que se denomina configuraciones culturales, en el sentido de que existen largos periodos en la historia de cualquier civilización en los cuales la actividad creativa está ausente, mientras que existen otros periodos punta en los que esta actividad aparece en su máxima expresión.

En la versión fuerte de esta perspectiva, Kroeber afirma que el genio creativo es básicamente un epifenómeno. Los individuos creativos serían meros portavoces del tiempo en el que viven (Zeitgeist). Aunque esta versión no es aceptable.

La versión moderada propone una serie de factores externos que afectan al desarrollo de la creatividad y pueden agruparse en tres categorías y sí es aceptable:

  • Ambiente interpersonal (expectativas interpersonales). El individuo trabaja por incentivo intrínseco.
  • Ambiente disciplinar. Interacción dinámica de tres subsistemas: individuo creativo, dominio creativo y campo o conjunto de personas dentro del mismo dominio.
  • Ambiente sociocultural, el medio externo más amplio parece ejercer un impacto apreciable en el nivel general de creatividad.

Aproximaciones integradoras al estudio de la creatividad

En las teorías implícitas, Sternberg (1985) ha obtenido que las personas no expertas conciben la creatividad como el resultado de una combinación de factores cognitivos y de personalidad.

Las teorías explícitas (expertos) describen la creatividad como la confluencia de motivación intrínseca, conocimiento y habilidades relevantes para el dominio en cuestión, y destrezas relevantes para la creatividad.

Para la teoría de la inversión, modelo integrador, las personas creativas son aquellas que son capaces y están dispuestas a “comprar barato” y “vender caro” en el campo de las ideas. La creatividad requiere la confluencia de seis recursos distintos pero interrelacionados: habilidades intelectuales (inteligencia creativa o sintética; inteligencia analítica e inteligencia práctica- contextual), conocimiento, estilos de pensamiento, personalidad, motivación y ambiente. Dentro de este modelo se asume que la creatividad no es la suma entre los niveles de funcionamiento de cada recurso expuesto.

  • Hay umbrales por debajo de los cuales la creatividad no es posible.
  • Puede existir una compensación parcial entre recursos.
  • Puede existir interacción entre los recursos.

Estilos cognitivos

El término estilo fue introducido formalmente en Psicología por Allport (1937), a partir de la teoría de los tipos psicológicos de Jung (1927), para referirlo a distintos tipos de personalidad y de conducta. El estilo reúne una serie de patrones habituales o modos preferidos de hacer las cosas (percibir, pensar, aprender, enseñar, etc.), que son relativamente estables en el tiempo y consistentes a través de varios tipos de actividades.

El estilo cognitivo se refiere específicamente al modo habitual de procesar información y de utilizar los recursos cognitivos, como la percepción, la memoria, el pensamiento, etc.

Dimensiones de estilos cognitivos

Dependencia / Independencia de campo (DIC) (Articulación de campo). Witkin y Asch (años 40, investigación sobre la orientación en los pilotos de aviación), iniciaron una serie de estudios acerca de la percepción de la verticalidad y su variabilidad interindividual con relación a la inteligencia y la personalidad, encontrando en la dimensión articulación de campo el factor determinante de esa variabilidad.

Witkin sugirió que las personas pueden clasificarse en términos del grado en que son dependientes (DC) de la estructura del campo visual que le rodea.

Unos son altamente dependientes de este campo, mientras que otros no, denominándose por ello independientes de campo (IC). En la DIC es esencial el grado en que la organización del campo perceptual afecta a la percepción de sus componentes. Los DP tienen dificultades para focalizar e identificar la información que buscan pues el resto de los componentes del campo perceptivo (secundarios) actúan como distractores de su tarea principal.

Nivelador / Agudizador (Rango de equivalencia) (Diferenciación conceptual). Grado en que se perciben diferencias o semejanzas con los objetos:

  • Los niveladores tienden a omitir cambios en los estímulos, simplificando los elementos en la memoria. El resultado es que estos sujetos tienen a generalizar en exceso sus observaciones e ideas, pues ven como similares los elementos que las componen.
  • Los agudizadores encuentran diferencias importantes entre los elementos de la situación, reteniéndola en la memoria de manera muy detallada, con lo cual ésta se encuentra muy organizada y estructurada.

Los estudios evolutivos han encontrado que a medida que el individuo madura, se pasa de un estilo nivelador a uno agudizador, no obstante las diferencias estilísticas perduran a lo largo de los años.

Un test que evalúa el rango de equivalencia es el Test de Clasificación Libre, encontrándose que los niveladores tienden a formar menos grupos, y los agudizadores necesitan más.

Impulsividad / Reflexibidad (I/R). Según Kagan (1966), en momentos de incertidumbre o ambigüedad, los individuos impulsivos realizan toda la tarea, cometiendo un gran número de errores, mientras que los reflexivos prefieren detenerse y analizar todos los elementos de la situación, y tratan de cometer pocos errores, a pesar de no realizar toda la tarea. Los impulsivos muestran menores niveles de ansiedad por cometer errores, tienen bajos estándares de rendimiento y menor motivación por tareas que impliquen aprender. En términos generales, la I/R se refiere a la tendencia a inhibir las respuestas iniciales y a reparar en ellas con el fin de evaluar su grado de precisión. El test más utilizado para evaluar esta dimensión es el Test de Emparejamiento de Figuras Familiares, obteniéndose dos índices: rapidez en la respuesta y número de errores.

Visualizador / Verbalizador. Los visualizadores se basan en mayor medida en informaciones transmitidas visualmente, utilizando más la memoria viso-espacial, mientras que los verbalizadores prefieren guiarse por palabras leídas o escuchadas para procesar esa información, recurriendo más a aptitudes como la comprensión o la clasificación verbal.

Visual / Háptico.

Estilo conceptual (Analítico / Relacional / Inferencial-categorial). Se refiere a la estrategia para categorizar conceptualmente los objetos. Dos estilos conceptuales: analítico-descriptivo (los individuos centran su atención en los elementos de los objetos, agrupándolos sobre la base de elementos comunes) y relacional (fijarse más en los objetos globales y agruparlos en relaciones funcionales).

Serial / Holístico. Los individuos holísticos procesan varios elementos de información simultáneamente y los organizan con el fin de formar una unidad compleja. Los serialistas analizan en detalle todos los elementos de un problema, y los ordenan secuencialmente. Analizando la información paso a paso.

Riding y Cheema señalan dos dimensiones básicas en los estilos cognitivos:

  • Holísticos / Analíticas (H/A): tendencia a organizar la información globalmente o por partes, e incluye estilos como la DIC, I/R o Agudizador/Nivelador.
  • Verbal / Imágenes (V/I): preferencia por representar la información mediante figuras e imágenes o verbalmente, y abarca estilos como Visualizador/Verbalizador y Visual/Háptico.

Estilos cognitivos, inteligencia y personalidad

La ausencia de asociación entre estilos cognitivos e inteligencia es especialmente relevante, pues ello justifica la existencia misma del estilo cognitivo como algo diferente a la inteligencia.

La diferencia esencial entre estilo cognitivo e inteligencia es que ésta hace que un individuo manifieste un determinado rendimiento en todo tipo de situaciones que requieren competencias cognitivas. Por el contrario, el efecto de un estilo cognitivo sobre aquél es positivo o negativo dependiendo de la naturaleza de la tarea. Los estilos cognitivos deben ubicarse entre las capacidades cognitivas y los rasgos de personalidad.

Estilos cognitivos y controles cognitivos

Existe una confusión importante entre dos conceptos que, en ocasiones, se utilizan indistintamente para referirse incluso a las mismas dimensiones.

Se trata de los estilos y los controles cognitivos. Hacen referencia a lo mismo, a la consistencia en la manera de procesar la información cognitiva, pero algunos autores prefieren establecer una diferenciación entre estos conceptos. En la siguiente tabla aparecen descritas tales diferentas.

Aproximaciones teóricas y metodológicas formales a la integración de la inteligencia y la personalidad

En su revisión de las relaciones entre personalidad e inteligencia, Eysenck concluye acerca de la necesidad de diferenciar entre dos aproximaciones:

  • La tradición psicométrica tiene como objetivo operacionalizar y evaluar constructos representativos de las dos áreas protagonistas, inteligencia y personalidad, y a continuación explorar las correlaciones existentes entre los constructos derivados. El objetivo habitual de los tests de inteligencia ha sido el de evaluar el rendimiento máximo de los individuos. Por el contrario, en la evaluación de la personalidad lo que se enfatiza es el rendimiento típico.
  • La aproximación experimental parte de hipótesis específicas y medidas precisas, y no se centra en puntuaciones globales de C.I., se centra el foco de interés en los estilos de solución de las pruebas, más que en el rendimiento global.

A partir de la teoría clásica de la ciencia cognitiva se propone que un análisis de las relaciones complejas entre personalidad e inteligencia requiere, además de la consideración de procesos cognitivos simples y de sus bases biológicas, una explicación en términos de procesos más complejos como las metas personales, intenciones y esfuerzos de adaptación a las demandas externas; lo que ha venido a denominarse nivel de conocimiento o semántico, por cuanto implica la intervención del conocimiento global que se posee del mundo, su interpretación,…

Evidencia empírica de las relaciones personalidad-inteligencia

Aproximación psicométrica

Varios son los factores que han contribuido al escaso éxito en la detección de aspectos comunes entre personalidad e inteligencia bajo esta perspectiva de análisis:

Naturaleza de los constructos. Los estudios factoriales que incluyen medidas de personalidad e inteligencia han dado muestras de diferenciación entre las mismas. Hay una serie de criterios de análisis recogidos por Most y Zeidner (1995), que reflejan la naturaleza diferencial de los mismos y justifican la aparición de los resultados.

Criterios de diferenciación entre los constructos de personalidad e inteligencia

Dificultades metodológicas. Eysenck (1994) llegó a la misma conclusión de que es ampliamente asumido que la inteligencia general no se relaciona con personalidad. Además de la naturaleza misma de los constructos otros factores que han podido contribuir a los resultados son los derivados de las dificultades metodológicas (uso de instrumentos poco fiables y los errores estadísticos).

Separación radical entre medidas de rendimiento máximo y típico. Ackerman y Heggestad (1997) se preguntan por qué los investigadores no pueden estar interesados en predecir, a partir de los tests de inteligencia, lo que una persona suele hacer o es más probable que haga (rendimiento típico). Esta comprensión está parcialmente basada en las características de personalidad, pero también en cuánto esfuerzo intelectual es probable que invierta en la escuela o el trabajo, lo que se conoce como Compromiso Intelectual Típico. Esto supone que cuando la inteligencia, y no sólo la personalidad, se contempla en el contexto del comportamiento típico (rendimiento intelectual típico), ambos dejan de ser independientes.

En cuanto a la evidencia de la relación entre inteligencia y personalidad desde la perspectiva psicométrica, la ansiedad rasgo parece relacionarse (negativamente) con rendimiento actual sólo en la vida cotidiana. De manera similar, Extraversión/Introversión, aunque muestra una correlación escasa con inteligencia (CI), sí que parece relacionarse con diversos aspectos del rendimiento intelectual.

Aproximación experimental-cognitiva

Desde esta aproximación, el énfasis recae en los procesos, en cualquier de sus niveles (neural, cognitivo-computacional o adaptativo), en comparación con el interés en la estructura (dimensiones) propio de las aproximaciones psicométricas.

En el nivel de procesos neurales, en general la conclusión que se ha obtenido es que la personalidad y la inteligencia parecen relacionarse con índices psicofisiológicos diferentes. No obstante, los estudios realizados dentro del marco de la teoría del arousal (activación) pueden servir para integrar ambos constructos.

En el nivel de procesos cognitivos, la inteligencia está habitualmente asociada a diferencias individuales en procesos cognitivos. Matthews ha llegado a la conclusión de que los rasgos de personalidad, al igual que la inteligencia, están asociados con diversos correlatos cognitivos (existencia de un patrón cognitivo en la dimensión Extraversión/introversión y en la ansiedad). Puede concluirse que la personalidad interactúa con ciertos componentes de la inteligencia, afectando conjuntamente a diversos aspectos del rendimiento cognitivo.

En el nivel adaptativo, la personalidad y la inteligencia confluyen cuando el individuo se esfuerza por alcanzar sus metas y resultados adaptativos. Esta interdependencia está condicionada a una redefinición o ampliación del concepto tradicional de inteligencia, que debe concebirse como el conjunto de habilidades y conocimientos disponibles en el individuo, así como la habilidad para utilizarlos en la adaptación a situaciones nuevas y en la consecución de metas significativas. Las metas de los individuos son vistas como aquel componente de la personalidad que hace posible que ésta se integre con la inteligencia.

Constructos representativos en la integración personalidad-inteligencia

Justificación de la necesidad de nuevos constructos

En 1920 Thorndike sugirió que la habilidad social es un importante componente de la inteligencia, no recogido por las pruebas habituales que la miden. Sternberg (1985) duda que estas pruebas sean eficaces para predecir el éxito, afirmando que lo más que miden son la capacidad verbal y analítica, sin que, en ningún caso, puedan medir la creatividad ni el saber práctico, factores importantes, junto con aquellas habilidades, para la resolución de los problemas cotidianos.

Gardner señala que los tests de CI se basan en una noción restringida de la inteligencia que no tiene en cuenta la amplia gama de habilidades y destrezas más decisivas para la vida que el CI.

Ni la habilidad o CI en sí misma, ni incluso el resto de inteligencias existentes, pueden dar cuenta totalmente de elementos importantes y complejos de la conducta humana, reunidos bajo dos conceptos importantes, la motivación y la autorregulación, que son los que, en última instancia, conectan la individuo con el mundo por medio de la promoción de una serie de actitudes hacia objetivos significativos o metas, y de conductas dirigidas a alcanzarlas.

Así, pues, varios son los dominios psicológicos y vitales de los individuos que pueden considerarse, a través de los cuales puede realizarse el análisis de una serie de constructos representativos de aquellos otros aspectos relevantes para el éxito, diferente a la inteligencia abstracta. Estos dominios pueden agruparse en cuatro grandes áreas:

  • El mundo emocional del individuo. El constructo relevante aquí es la inteligencia emocional.
  • La aplicación efectiva de los conocimientos derivados de la experiencia del individuo en su vida diaria o inteligencia práctica.
  • El contexto específicamente interpersonal. El constructo básico es la inteligencia social.
  • En un plano integrador se encuentra la necesidad del individuo para regular su conducta en función de las demandas internas y externas. Se trata del concepto de autorregulación.

Ámbito emocional

Inteligencia emocional

Salovey y Mayer (1994) contemplan las emociones como respuestas organizadas que impregnan el funcionamiento de muchos subsistemas psicológicos, y llegan a defender que el procesamiento adaptativo de la información emocionalmente relevante es parte de la inteligencia.

Asimismo, señalan que las diferencias individuales en las habilidades con las que este procesamiento ocurren constituyen aspectos nucleares de la personalidad. En este contexto, estos autores introducen su modelo de inteligencia emocional, destinado a identificar y organizar las habilidades específicas necesarias para comprender y experimentar emociones de manera adaptativa.

Ante la pregunta: ¿es adecuada la utilización que la sociedad hace del término Inteligencia Emocional? Mayer, Salovey y Caruso diferencian entre dos modelos básicos de inteligencia emocional: un modelo de habilidad que implica una definición restringida de la inteligencia emocional, concretamente en términos de habilidad en el procesamiento de la información emocional, y los modelos mixtos, que incorporan un amplio rango de rasgos de personalidad. Es más probable que estos últimos respondan afirmativamente, mientras que el primero cuestiona el uso populista que se ha venido haciendo del término.

Modelo de habilidad

Salovey y Mayer equiparan la inteligencia emocional con la inteligencia general, en lo que se refiere a la naturaleza de los procesos y operaciones que intervienen en su funcionamiento respectivo; es decir, ambas inteligencias implican una capacidad para procesar información.

La inteligencia emocional es el resultado de la interacción de dos operaciones mentales básicas, la emoción por un lado, y la cognición por otro. Esta conjunción entre emoción y cognición está en al base de esa necesidad de integración entre emoción y razón.

La inteligencia emocional se refiere, en parte, a una habilidad para reconocer los significados de los patrones emocionales, así como para razonar y solucionar problemas a partir de ello.

Así, para Salovey y Mayer la inteligencia emocional sería la habilidad para percibir y expresar emociones, asimilar la emoción en el pensamiento, comprender y razonar con la emoción, y regular la emoción, en uno mismo y en los demás.

Esta definición sirve de base para la descomposición de la inteligencia emocional en cuatro habilidades específicas:

Habilidades que componen la inteligencia emocional (Mayer y Salovey, 1997)

Percepción, evaluación y expresión de emociones. Reconocer y recibir información del sistema emocional. La inteligencia emocional no puede existir sin esta capacidad.

Asimilación en la vida mental de experiencias emocionales básicas (facilitación emocional). Las emociones son el resultado de la organización de múltiples aspectos de la vida mental: psicofisiológicos, emocional- experiencial, cognitivos y conciencia. El sistema cognitivo a su vez integra las emociones en forma de sentimientos reconocidos o de cogniciones. Así, las emociones influyen alterando las cogniciones convirtiéndose en algo positivo o negativo en función de la cualidad de la emoción.

Comprensión y razonamiento con la emoción. Una vez reconocidas y etiquetadas, las emociones han de ser comprendidas. El individuo que posee esta capacidad tiene más fácil acceso al conocimiento de sí mismo y de los demás.

Manejo y regulación de la emoción en uno mismo y los demás, haciéndolo con la suficiente flexibilidad. Se trata de la habilidad más compleja, de nivel superior, que es el resultado de la integración de las anteriores. Un buen requisito para manejar las normas supone hacerlo pero con flexibilidad. Este requerimiento de plasticidad puede explicar por qué la inteligencia emocional no presenta correlaciones altas con optimismo, buen humor, cordialidad… y aún así puede predecir importantes resultados en la vida.

Modelos mixtos de inteligencia emocional

Salovey y Mayer concluyen que, si bien rasgos como la persistencia, la empatía o la calidez afectiva son muy importantes, lo más adecuado es considerarlos directamente como personalidad, y diferentes a la inteligencia emocional.

Otros autores no piensan de esta manera, sino que deciden que la mejor forma de considerar la inteligencia emocional es ampliando su definición para incluir todo tipo de rasgos y atributos.

Goleman (1996) incluye todos los aspectos (motivación, relaciones emocionales, etc.) que permiten delinear un modelo completo de cómo la persona funciona en el mundo. Llega incluso a afirmar que el conjunto de atributos que conforman la inteligencia emocional reflejan el carácter de la persona.

Goleman concibe todos los rasgos y atributos de personalidad incluidos como definitorios del constructo en términos de competencias, que son definidas como capacidades aprendidas, basadas en la inteligencia emocional, que resultan en un buen rendimiento en el trabajo.

Otro modelo mixto es el de Bar ́On, que caracteriza la inteligencia emocional como una colección de capacidades, competencias y habilidades no cognitivas que influyen en la habilidad para tener éxito en el afrontamiento de las demandas y presiones ambientales.

Mayer et al. han llamado la atención sobre el hecho de que una serie de modelos mixtos de inteligencia emocional reflejan aspectos amplios de la personalidad, en lugar de limitarse a definirla y precisarla por sí misma. Es la personalidad la que abarca áreas amplias de la vida mental de las personas y trata de explicar cómo estas partes se organizan y desarrollan.

El objetivo de los modelos mixtos es englobar en una entidad única (inteligencia emocional) una serie de aspectos que predicen el éxito en la vida, ignorando el hecho de que, por ejemplo, recursos personales como el optimismo no pueden denominarse inteligencia por el mero hecho de predecir ese éxito.

Mayer et al. delimitan lo que ellos consideran como unas cualidades más realistas de la inteligencia emocional, en lo que se refiere a su naturaleza y valor predictivo: es una habilidad, y se esconce entre las emociones.

Bases neurológicas de la inteligencia emocional

A partir de los trabajos sobre neurología realizados por LeDoux (1992), goleman (1996) y otros, concluyen que el funcionamiento de la amígdala (en el sistema límbico) y su interrelación con el neocórtex constituyen el núcleo de la inteligencia emocional.

Las conexiones existentes entre la amígdala y el neocórtex constituyen el núcleo del intercambio dinámico entre emoción y razonamiento, lo que pone de manifiesto la importancia de los sentimientos a la hora de tomar decisiones acertadas. Por ejemplo, el lóbulo prefrontal izquierdo actúa atenuando las emociones más perturbadoras procedentes del sistema límbico.

Adicionalmente, de los estudios que realizan lesiones en la corteza y la amígdala puede deducirse que un adecuado nivel de conocimiento y un alto CI no son suficientes, por sí mismos, para explicar la toma de decisiones adaptativas en la vida. Estos pacientes sufren un déficit específico en su habilidad para procesar señales emocionales y queda significativamente comprometida la habilidad para afrontar de manera efectiva las demandas sociales y ambientales.

Inteligencia práctica

El término inteligencia práctica se ha postulado como una inteligencia alternativa a la académica o inteligencia convencional evaluada por los tests psicométricos que comprende la inteligencia general y aptitudes específicas (verbal, numérica, perceptiva, etc) y operaciones de tipo analítico y de memoria.

Las definiciones de Inteligencia práctica son varias: Frederiksen (1986) la define como aquella inteligencia que se refleja en las respuestas cognitivas a casi todo lo que ocurre fuera del contexto escolar. Sternberg (1985, 1997, 1999) la define como la inteligencia tal y como es aplicada en la vida cotidiana, que permite la adaptación, moldeamiento y selección de distintos ambientes. Wagner (1994) como aptitud para resolver problemas definidos de manera imprecisa, que surgen en la vida cotidiana y para los cuales no existen soluciones claras y explícitas. De manera explícita o implícita estas definiciones implican contraponer el contexto académico al contidiano.

Los individuos disponen habitualmente de una gran cantidad de conocimientos relacionados con dominios específicos que pueden aplicar a los problemas prácticos, y que se muestran muy efectivos para la solución exitosa de los mismos. Estos mismos conocimientos prácticos aplicados a los problemas estrictamente académicos no sirven para solucionar éstos.

Sternberg y Grigorenko (1999) concluyen después de haber revisado distintos trabajos sobre inteligencia académica y práctica, que la mayoría de los autores no puede afirmar que el CI sea irrelevante en los contextos prácticos, pero sí afirma que existen otros aspectos de la inteligencia que pueden ser independientes del CI y son importantes para el rendimiento pero que no han sido recogidos por las medidas tradicionales de inteligencia.

Wagner y Sternberg han estudiado la habilidad práctica en términos de lo que han denominado conocimiento tácito. Éste es el sentido común de los individuos. En los distintos estudios se ha encontrado que el conocimiento tácito es un importante predictor del éxito en la consecución de metas en la vida cotidiana, encontrándose correlaciones apreciables (entre 0.20 y 0.60) con diversos indicadores de éxito en las distintas áreas y dominios estudiados (salario, prestigio, ventas, etc). Estas correlaciones son aproximadamente el doble de aquellas encontradas entre las puntuaciones de CI y esas mismas medidas de ejecución.

Definiendo más específicamente la inteligencia práctica

Existen definiciones y aspectos más precisos de la inteligencia práctica, que pasamos a considerar:

  • Planificación práctica – Para Goodnow (1986) la I.Práctica se manifiesta en cómo los individuos organizan su actividad cotidiana para lograr sus objetivos, y en cómo se reorganizan cuando algo sale mal.
  • Presuposición práctica – Una habilidad importante aplicada a la vida cotidiana es la presuposición, que implica descubrir regularidades en la conducta de los demás, y en otros aspectos de ambiente.
  • Juicio social – Algunas definiciones de I.Práctica incluyen la competencia social como un aspecto relevante y significativo en la vida del individuo, llegándolas a considerar sinónimos.
  • Teorías implícitas (prototipo de inteligencia) – Para Neisser (1979) es imposible definir la inteligencia con exactitud. Por ello propone hacerlo en términos de identificación de un prototipo o concepto representativo de una categoría. Lo primero es identificarlo. Sternberg, Conway, Ketron y Bernstein (1981) realizaron una investigación y llegaron a la conclusión de que las características prototípicas de la inteligencia práctica que más acuerdo producen son, por un lado, las habilidades para la solución de problemas prácticos de la vida cotidiana, y la competencia social.
  • Habilidad práctica (practical know-how) – Los estudios transculturales han encontrado cantidad de ejemplos de inteligencia práctica en diferentes culturas, y especialmente en aquellas culturas valoradas como “primitivas”. Desde esta perspectiva, el individuo con inteligencia práctica es el que cuenta con la habilidad referente al “cómo hacer las cosas”, suponiendo que no se dispone de recursos.

Modelos comprehensivos, integradores de la inteligencia académica y práctica

Modelos del ciclo vital

A partir de la diferenciación establecida por Horn y Cattell (1996) entre dos tipos de habilidades mentales, inteligencia fluida y cristalizada, y de sus diferentes trayectorias evolutivas, Sternberg et al (1995) propone que las habilidades fluidas son más importantes para la solución de problemas académicos, en comparación con las prácticas, mientras que las habilidades cristalizadas con más importantes para la solución de problemas prácticos.

Defiende que el mantenimiento o aumento de las habilidades prácticas a través de la edad adulta pueden reflejar una mayor contribución de las habilidades cristalizadas en la solución de problemas cotidianos.

Teoría triárquica de la inteligencia de Sternberg

Sternberg (1985) propone la existencia de tres aspectos de la inteligencia: la inteligencia analítica, que es la medida habitualmente por los test, la inteligencia creativa y la inteligencia práctica. Este autor ha encontrado datos a favor de la separación entre inteligencia práctica e inteligencia analítica, explicando de manera relevante varios tipos de rendimiento escolar y laboral, por encima incluso que los tests de CI.

En la inteligencia práctica el conocimiento juega un papel esencial. El conocimiento tácito es el producto de los componentes de adquisición de conocimientos aplicados a los contextos cotidianos. Estos componentes permiten aprender tanto contenidos como destrezas o procedimientos. Se complementan con los metacomponentes, que se utilizan para planificar, controlar y evaluar la solución de problemas (componente de ejecución).

Modelo de Ackerman

Ackerman destaca la importancia de la distinción entre rendimiento máximo (inteligencia) y rendimiento típico (personalidad) como uno de los factores que han contribuido a una ausencia de correlación entre ambos elementos.

Cuando este autor propone que se mida el rendimiento intelectual típico (no máximo) se están facilitando las condiciones para predecir mejor el esfuerzo y el rendimiento intelectuales en contextos cotidianos, en comparación con el grado en que lo hace el rendimiento máximo (inteligencia tradicional).

Contexto interpersonal

Existen dos maneras básicas de conceptuar el término inteligencia social: habilidad para comprender y manejar a otras personas y para participar en interacciones sociales adaptativas (Thorndike, 1920). Este último aspecto del conocimiento es el que recogen Cantor y Kihlstrom (1987) para teorizar sobre su modelo de inteligencia social, definida como cuerpo de conocimientos que el individuo tiene acerca del mundo.

Perspectiva psicométrica de la inteligencia social

Uno de los primeros precursores de las medidas de inteligencia social fue el Test de Inteligencia Social de George Washington, compuesto por una serie de subescalas que, combinándose, ofrecen una puntuación global. Con el rechazo de este primer test, el interés decayó durante años.

Sin embargo, años más tarde, O ́Sullivan, Guilford y deMille (1965) elaboran el Test de Inteligencia Social de Seis factores, que evaluaba habilidades cognitivas como comprensión de expresiones faciales, de relaciones sociales, o sacar implicaciones de una situación social. Con este test asumen que la conducta expresiva son las señales a partir de las cuales se infieren las intenciones de los demás.

Después de estos trabajos otros investigadores continuaron profundizando en la definición y tras algunos intentos fallidos en la demostración de independencia, se trató de mejorar la elaboración de las medidas de manera que el contenido de las mismas no se confundiera con habilidades verbales y académicas, en general.

Ford y Tisak (1983) concluyeron que cuando la selección de las medidas de inteligencia social se realiza sobre la base de un criterio de efectividad conductual en situaciones sociales, en lugar de estar basadas en la comprensión cognitiva de las mismas, es posible eliminar la confusión entre inteligencia social y habilidad verbal.

Análisis factoriales produjeron cinco dimensiones de inteligencia social: Interés por otras personas, Habilidades de ejecución social, Habilidad empática, Expresividad emocional, Sensibilidad a las expresiones emocionales de los demás y ansiedad social-falta de autoeficacia y autoestima sociales. De nuevo, se encontraron pruebas de independencia entre inteligencia social e inteligencia verbal y abstracta.

Gardner (1983) denomina a esta inteligencia como inteligencia interpersonal, que define como la capacidad para comprender a los demás y de actuar en consecuencia con esa comprensión. Otro signo postulado por Gardner que sugiere diferentes tipos de inteligencia es la identificación de operaciones claves.

Schneider y cols. (1996) encontraron una serie de características asociadas a la inteligencia social que sirvieron para elaborar el Cuestionario de Competencia Social. Una puntuación global derivada a partir de estas dimensiones no reveló prácticamente ninguna asociación con medidas de habilidad de razonamiento verbal o analítica. La conclusión fue por un lado, que la inteligencia social tiene múltiples dimensiones, y por otro, que la inteligencia social debe contemplarse como una cualidad única e independiente del resto de inteligencias.

Personalidad concebida como inteligencia social

La teoría cognitiva de la personalidad o Inteligencia Social de Cantor y Kihlstrom (1987,1989) construye las diferencias individuales en la conducta social como el resultado de diferencias individuales en el conocimiento que los individuos llevan a las interacciones sociales: diferencias en conocimiento social ocasionan diferencias en la conducta social.

La asunción básica de esta teoría es que la conducta social es inteligente, es decir, se encuentra mediada por procesos cognitivos, más que por factores genéticos y respuestas aprendidas asociativamente.

Integración de los distintos tipos de inteligencia no académicas

Debido a la dificultad de las definiciones de inteligencia social y emocional, autores relevante concluyen que muchas de las maneras de conceptualizar estas inteligencias exceden los límites de una definición razonable de lo que es la inteligencia.

Ante esta situación, algunos autores han comenzado a proponer vías de integración entre estas tres modalidades de inteligencia. Jones y Day (1997) han argumentado que las inteligencias práctica, social y emocional comparten un interés por el conocimiento declarativo (qué son las cosas) y procedural (cómo se hacen las cosas), por la capacidad de flexibilidad en la recuperación de la información de la memoria (en función de las demandas situacionales) y por la solución de problemas con múltiples soluciones o interpretaciones posibles.

Hedlund y Sternberg (1999) consideran que lo que diferencia a estas tres inteligencias es única, o principalmente, el contenido del conocimiento y los tipos de problemas que se enfatizan en cada caso. La aproximación al conocimiento táctico posee la ventaja de que éste no está limitado al rendimiento en un dominio particular, sino que puede aplicarse a la comprensión y solución de problemas de naturaleza tanto social como emocional, así como de otra índole. De esta manera, Hedlung y Sternberg proponen llevar a cabo una integración de las tres inteligencias, tomando el conocimiento tácito como el elemento integrador.

Elementos de integración de la inteligencia práctica, social y emocional a partir de la aproximación al conocimiento tácito

Las diferencias que han podido surgir cuando consideramos las inteligencias social y emocional pueden desaparecer cuando se integran en diferentes categorías del conocimiento tácito: manejo de uno mismo, manejo de los otros y manejo de tareas.

  1. El conocimiento tácito acerca del manejo de uno mismo se refiere al conocimiento acerca de los aspectos de rendimiento en tareas cotidianas que tienen que ver con la capacidad para motivarse a uno mismo y auto-organizarse.
  2. El conocimiento tácito acerca del manejo de los demás se refiere al conocimiento acerca de cómo manejar las relaciones interpersonales en todos los ámbitos, lo que puede incluir saber cómo llevar a cabo interacciones sociales efectivas y también comprender la información social de carácter verbal y no verbal. Ello a su vez, suele implicar habilidades de tipo emocional y social.
  3. El conocimiento tácito del manejo de tareas hace referencia al conocimiento sobre cómo ejecutar tareas específicas, tales como planificar actividades, observar el progreso en la realización de una tarea, evaluar los resultados, etc.

Independientemente de la categoría en la que nos movamos, la habilidad para adquirir conocimiento tácito puede caracterizarse como un aspecto de la inteligencia. Ello requiere procesos cognitivos como la codificación de información relevante del ambiente, o el reconocimiento de asociaciones entre la información nueva y el conocimiento que ya posee el individuo.

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