Influencia de la Familia en el Desarrollo Infantil

Según la teoría de Bronfenbrenner, los contextos sociales en que viven los niños son una importante influencia para su desarrollo. Exploremos uno de los contextos en los que los niños pasan gran parte de su tiempo: la familia.

Aunque los niños se crían en el seno de familias muy diversas, en virtualmente todas, los padres juegan un papel esencial en apoyar y estimular los logros académicos y actitudes hacia la escuela de los niños (Epstein, 2009). Nuestro análisis de la influencia que ejercen los padres sobre la formación escolar y logros de los niños se centra en los estilos de crianza, la copaternidad, la familia cambiante en una sociedad cambiante y las relaciones escuela-familia.

Estilos de crianza

Puede haber momentos en que es útil comprender la forma en que los padres crían a sus hijos, y el efecto que dicha crianza produce sobre éstos. ¿Existe un modo que pueda considerarse el mejor? Diana Baumrind (1971, 1996), especialista en el tema, piensa que sí. Según ella, los padres no deben ser punitivos ni distantes. Más bien deben desarrollar reglas para los niños y, al mismo tiempo, apoyarlos y estimularlos. Cientos de estudios de investigación, entre ellos los de la propia Baumrind, apoyan esta perspectiva (Chen, 2009a,b). Baumrind afirma que los estilos de crianza pueden clasificarse en cuatro tipos principales:

La crianza autoritaria es restrictiva y punitiva. Los padres autoritarios exhortan a los niños a seguir sus instrucciones y respetarlas. Imponen límites y controles firmes a sus hijos, y les permiten muy poco intercambio verbal. Por ejemplo, un padre autoritario puede decir: “Hazlo como te digo, o ya verás. ¡No hay discusión!” En este caso, los hijos muchas veces se comportan de modo incompetente. Tienden a sentir ansiedad con las comparaciones sociales, no logran iniciar actividades y sus habilidades de comunicación son deficientes.

La crianza autorizadora estimula a los niños a ser independientes, pero pone límites y controles a sus actos. Se permite una amplia negociación verbal, y los padres demuestran apoyo y estímulo. Los niños muchas veces se comportan de modos competentes socialmente. Tienden a confiar en sí mismos, retrasan la gratificación, se llevan bien con sus compañeros y demuestran una alta autoestima. Debido a estos resultados positivos, Baumrind recomienda fuertemente este enfoque.

La crianza negligente o indiferente es un tipo de paternidad que no postula que los padres deben involucrarse en la vida de sus hijos. En este caso, los hijos desarrollan el sentimiento de que otros aspectos de la vida de sus padres son más importantes que ellos. Tienden a comportarse de un modo socialmente incompetente como resultado de un autocontrol deficiente, y tienen dificultades para manejar la independencia. Por lo general, estos niños no están motivados para tener logros.

La crianza permisiva es un tipo de paternidad donde los padres están altamente involucrados con sus hijos, pero ponen pocos límites o restricciones a su comportamiento. Muchas veces permiten que sus hijos hagan lo que quieran y se salgan con la suya. Piensan que la combinación de apoyo y estímulo, y la falta de restricciones producen niños creativos y confiados. El resultado es que sus hijos no aprenden a comprender su propio comportamiento. Los padres permisivos no toman en cuenta el desarrollo del niño en general.

¿Los beneficios de un estilo de paternidad autorizador trascienden los límites del grupo étnico, nivel socioeconómico y estado familiar? Aunque se han descubierto algunas excepciones, las investigaciones en un amplia variedad de grupos étnicos, estratos sociales, culturas y estructuras familiares (Shea y Coyne, 2008) asocian la crianza autorizadora con la competencia del niño.

Sin embargo, los investigadores han descubierto que, en algunos grupos étnicos, ciertos aspectos del estilo de paternidad autoritario pueden estar asociados con resultados más positivos de lo que Baumrind predice. Los elementos del estilo autoritario pueden cobrar diferentes significados y tener distintos efectos, dependiendo de los contextos (McLoyd y otros, 2009).

Por ejemplo, los padres asiático-estadounidenses muchas veces continúan utilizando algunos aspectos de las prácticas educativas asiáticas tradicionales, que a veces pueden ser descritas como autoritarias. Muchos padres asiático-estadounidenses ejercen un considerable control sobre las vidas de sus hijos. Sin embargo, Ruth Chao (2005, 2007) afirma que, por lo general, el estilo de crianza de estos padres es distinto del control dominante del estilo autoritario que a veces utilizan otros grupos étnicos. Chao sostiene que para los padres asiáticoestadounidenses, el control refleja preocupación y participación en la vida de los hijos, y queda mejor conceptualizado como un tipo de entrenamiento. Los notables logros académicos de estos niños pueden ser consecuencia de este “entrenamiento” que recibieron de sus padres.

Exigir respeto y obediencia también está asociado a un estilo autoritario. En muchas familias afroestadounidenses y latinas, en particular en los barrios de bajo nivel socioeconómico, este tipo de crianza puede tener resultados positivos. En estos contextos, exigir obediencia a la autoridad familiar puede ser una estrategia adaptativa para evitar que los niños adopten comportamientos antisociales, que podrían tener graves consecuencias para la víctima o el perpetrador (McLoyd y otros, 2009).

Copaternidad

Cuando existe copaternidad, los padres se apoyan uno a otro para criar conjuntamente a sus hijos. La falta de una copaternidad eficaz, debida a una mala coordinación entre los padres, a que un padre descalifica al otro, a falta de cooperación y cariño entre ellos o al alejamiento de uno de los padres son condiciones que ponen a los niños en riesgo de tener problemas (Feinberg y Kan, 2008).

La familia cambiante en una sociedad cambiante

Cada vez más niños son criados por padres divorciados, en familias reconstituidas, o en otras donde ambos padres trabajan fuera de casa. Puesto que el divorcio se ha convertido en una epidemia, un asombroso número de niños se han formado en familias de padres solteros. Estados Unidos tiene el porcentaje de familias de padres solteros más elevado que cualquier otro país industrializado. En la actualidad, en Estados Unidos, alrededor de uno de cada cuatro niños de hasta 18 años ha vivido parte de su vida con un padrastro o madrastra. Por otra parte, más de dos de cada tres madres con hijos de entre seis y 17 años de edad trabajan fuera de casa. En México, la tasa de divorcio llegó a 16% de los matrimonios en 2011.

Padres que trabajan

El trabajo puede producir efectos tanto positivos como negativos sobre la crianza (Han, 2009). Las investigaciones más recientes indican que lo más importante para el desarrollo del niño es la naturaleza del trabajo de los padres, y no tanto si uno o ambos trabajan fuera de casa (Clarke-Stewart, 2006). Recientemente, Ann Crouter (2006) describió las diferentes experiencias de trabajo que los padres llevan al hogar. Su conclusión es que los padres que tienen malas condiciones de trabajo, como jornadas largas, horas extra, tensión laboral y falta de autonomía, con frecuencia son más irritables en casa y su estilo de crianza es menos eficaz que la de aquellos que gozan de mejores condiciones laborales. Un hallazgo consistente es que los niños (en especial las niñas) de madres trabajadoras tienden menos a estereotipar los géneros, y tienen opiniones más igualitarias (Goldberg y Lucas Thompson, 2008).

Hijos de padres divorciados

Los hijos de padres divorciados demuestran una menor capacidad de ajuste que aquellos cuyos padres no son divorciados (Amato y Dorius, 2011). Sin embargo, no olvide que la mayoría de los hijos de padres divorciados no tienen problemas de ajustes significativos (Ahrons, 2007). Observe también que un conflicto marital puede producir consecuencias negativas para los niños, en el contexto tanto del matrimonio como del divorcio (Cumming y Merrilees, 2009). De hecho, muchos de los problemas que experimentan los hijos de padres divorciados se inician durante el periodo de prerruptura, un momento en el que muchos padres tienen un conflicto activo entre sí. Por consiguiente, cuando los niños de padres divorciados presentan problemas, éstos pueden deberse no sólo al divorcio, sino al conflicto marital que lo produjo (Pruett y Barker, 2009a, b).

Los efectos que produce el divorcio sobre los niños son complejos, pues dependen de factores como la edad, las cualidades y las debilidades del niño en el momento del divorcio, el tipo de custodia, el factor socioeconómico y el funcionamiento familiar luego de la separación (Ziol-Guest, 2009). El uso de redes de apoyo (familiares, amigos o empleados domésticos), una relación positiva y continua entre el padre custodio y el excónyuge, la capacidad de cumplir con las necesidades económicas y una escuela de buena calidad pueden ayudar al niño a ajustarse a las estresantes circunstancias del divorcio (Huurre, Junkkari y Aro, 2006).

Las investigaciones que realizó E. Mavis Hetherington (1995, 2006) documentan la importancia de la escuela cuando los niños crecen en el seno de una familia divorciada. Durante la primaria, los hijos de padres divorciados tienen más logros y menos problemas si los entornos tanto paterno como escolar son autorizadores (según la categorización de Baumrind). En las familias divorciadas, si sólo uno de los padres es autorizador, la escuela democrática o autorizadora mejora la adaptación del niño. El ambiente de paternidad más negativo ocurre si ninguno de los padres es autorizador o democrático. El entorno escolar más negativo es el caótico y negligente.

Vínculos entre escuelas y familias

Aun cuando, por lo general, los padres pasan cada vez menos tiempo con sus hijos a medida que éstos avanzan por la escuela primaria y secundaria, siguen ejerciendo cierta influencia sobre su desarrollo (Pomerantz y Moorman, 2010). Los padres pueden funcionar como guardianes y guiar a sus hijos conforme adquieran mayor responsabilidad por sí mismos (Gauvain y Parke, 2010). Además, juegan un papel importante para apoyar y estimular los logros académicos de sus hijos (Domina, 2009). El valor que los padres atribuyen a la educación puede significar la dif erencia entre un buen o un mal rendimiento escolar de sus hijos. Los padres no sólo influyen sobre los logros escolares, sino que también toman decisiones sobre las actividades extraescolares de sus hijos (Barber, Stone y Eccles, 2010). En gran medida, que los niños participen en actividades como deportes, música u otras actividades, depende de que los padres los inscriban en tales actividades y estimulan su participación (Mahoney, Parente y Zigler, 2010).

Los maestros expertos conocen la importancia de hacer que los padres participen en la educación de sus hijos. Todos los padres de familia, incluso aquellos con una alta escolaridad, necesitan que los maestros les den una guía anual que les indique cómo participar productivamente en la educación de sus hijos. Por una parte, la experta en educación Joyce Epstein (2001, 2009) explica que la mayoría de los padres quieren que sus hijos tengan éxito en la escuela, aunque necesitan información clara y útil de los maestros y de otros líderes escolares y distritales a fin de ayudarlos a desarrollar todo su potencial. Por ejemplo, los padres a veces preguntan a sus hijos: “¿Cómo te fue hoy en la escuela?”. Sabemos que la conversación puede terminar en cuanto el niño responde “Bien”, y nada más. En vez de ello, se les debe indicar que pregunten si les gustaría leer algo de lo que hicieron hoy en clase, si podrían enseñarles algo de lo que aprendieron en matemáticas, o preguntas directas similares sobre el trabajo y proyectos en otras áreas de estudio. Las conversaciones o tareas que permiten compartir ideas y celebrar logros pueden promover interacciones positivas entre padres e hijos en lo que se refiere a la escuela.

Si desea saber más sobre las acciones y actitudes que pueden desarrollar la colaboración y los programas eficaces entre escuela-familia-comunidad, consulte la página de internet de la National Network of Parthership School de la Johns Hopkins University (NNPS): www.parthershipschool.org. Busque especialmente la sección titulada “In the Spotlight”.

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