Síndrome serotoninérgico
Desde el punto de vista de la psicopatologia clásica, el sindrome serotoninérgico puede ser considerado como un sindrome confusional.
Antes de que existieran los ISRS (inhibidores de la recaptación de serotonina) no teníamos noticia de este síndrome tóxico vinculado al consumo de antidepresivos, a pesar de que los antidepresivos clásicos también participaban de esta acción sobre la bomba de serotonina a través de sus múltiples acciones sobre los receptores.
Efectivamente, los antiguos tricíclicos también eran inhibidores de la recaptación de varios neurotransmisores, aunque su efecto no era especifico de la serotonina: se limitaban a inhibir tanto a la serotonina, como a la noradrenalina y la dopamina en función del perfil de cada fármaco. Entonces, sin embargo, conocíamos otro síndrome neurotóxico vinculado al consumo de algunos de ellos que denominábamos síndrome anticolinérgico central, y que, si no era el mismo síndrome, sí tienen gran similitud (un primo hermano de éste, según la fuente original).
El sindrome serotoninérgico puede ser considerado desde el punto de vista de la psicopatologia clásica como un sindrome confusional o, por decirlo en terminología más europea, una reacción exógena tipo Bonhoeffer (“sin suelo bajo los pies”, en expresión del teólogo alemán Dietrich Bonhoeffer), que consiste en pérdida del tono muscular y se observa en la corea.
Complejo conjunto de síntomas debidos a una intoxicación metabólica, infecciosa, traumática o tóxica que lesiona directa o indirectamente el sistema nervioso central.
Aunque existen intenciones nosológicas que tratan de discriminar y separar este síndrome de los más conocidos síndromes confusionales debidos a fármacos -y que postulan una especificidad del síndrome serotoninérgico-, en la práctica son indistinguibles el síndrome serotoninérgico del síndrome anticolinérgico aunque afecten a vías y neurotrasnmisores distintos.
Según los investigadores el síndrome serotoninérgico se presenta con una clínica de: diaforesis (sudoración); escalofríos; diarrea y temblor; mioclonias (movimientos y sacudidas involuntarias de determinados grupos musculares); hiperreflexia; agitación; descoordinación psicomotriz y disminución del nivel de consciencia.
En definitiva se trata de un cuadro de delirium (con disminución del nivel de consciencia) indistinguible de otras reacciones inespecificas del SNC, tal y como conocemos desde antiguo a las que pueden provocar los corticosteroides o los antiparkinsonianos.