El Estrés
¿Qué es el estrés?
El concepto de estrés se aplica de forma distinta según el sesgo científico. Los enfoques fisiológicos o bioquímicos consideran el estrés en términos de respuestas. Los enfoques psicológicos y psicosociales lo conciben como un fenómeno externo focalizado en el estímulo. Y el enfoque cognitivo hace referencia a factores psicológicos o subjetivos que median entre los agentes estresantes y las respuestas fisiológicas. El estrés está focalizado en la interacción. Estas 3 orientaciones marcarán el desarrollo de la Teoría General del Estrés y su aplicación en el campo psicopatológico.
Orientaciones teóricas sobre el estrés
Teorías basadas en la respuesta
Teoría del estrés de Selye
Selye es quien ha popularizado el término “estrés”. Entiende el estrés como una respuesta no específica del organismo, como el estado que se manifiesta por un síndrome específico consistente en todos los cambios inespecíficos inducidos dentro de un sistema biológico. El estrés tiene su forma y composición características pero ninguna causa particular. El agente desencadenante del estrés (estresor o alarmígeno) es un elemento que atenta contra la homeostasis del organismo. Por tanto, cualquier estímulo puede ser estresor siempre que provoque en el organismo la respuesta inespecífica de necesidad de reajuste o estrés.
Esta es respuesta es una respuesta estereotipada del organismo que implica una activación del eje hipotálamo-hipófiso-suprarrenal y del SNA. Si esta activación persiste produce un síndrome de estrés consistente en: 1) hiperdesarrollo de la corteza suprarrenal, 2) involución de la glándula timo y 3) úlcera péptica. El estrés puede estar asociado a estímulos agradables o desagradables (La carencia total de estrés produciría la muerte).
Cannon influyó en Selye con su hipótesis de la homeostasis. Concibe el estrés como reacciones de “lucha-huida”, respuestas automáticas que emiten los organismos en defensa de estímulos amenazantes externos o internos. En esta respuesta interviene el SN Simpático con la subsecuente liberación de catecolaminas por la médula suprarrenal.
La teoría de Selye está basada en la acción de 2 fenómenos objetivables. Uno es el estresor, que es cualquier demanda que evoca el patrón de respuesta de estrés (físico, psicológico, cognitivo o emocional). Por otro, la respuesta de estrés, constituida por un triple mecanismo denominado síndrome general de adaptación (SGA). El SGA es la consideración de la respuesta de estrés mantenida en el tiempo. El desarrollo completo del síndrome tiene 3 etapas:
Reacción de alarma. Reacción del organismo cuando es expuesto repentinamente a estímulos a los que no está adaptado. Tiene dos fases. Una es la fase de choque, que es la reacción inicial e inmediata al agente nocivo: taquicardia, pérdida de tono muscular, disminución de la temperatura y de la presión sanguínea. También se produce descarga de adrenalina, corticotropina (ACTH) y corticoides (aunque empiezan durante esta fase, se hacen más evidentes en la siguiente). La fase de contrachoque es la reacción de rebote (defensa contra el choque). Se da un agrandamiento de la corteza suprarrenal con hiperactividad (incremento de corticoides), involución rápida del sistema timo-linfático, y signos opuestos a la fase de choque (hipertensión, hiperglucemia, hipertermia, etc.).
Etapa de resistencia. Se produce una adaptación del organismo al estresor junto con la consecuente mejoría y desaparición de los síntomas. Se caracteriza por una resistencia aumentada al agente nocivo a costa de una menor resistencia a otros estímulos. La mayoría de los cambios presentes durante la reacción de alarma desaparecen, y en algunos casos se invierten.
Etapa de agotamiento. El agotamiento llega si el estresor es suficientemente severo y prolongado. Reaparecen los síntomas característicos de la reacción de alarma y puede significar la muerte del organismo.
Las objeciones a la teoría de Selye son que la teoría no está formulada de manera científica, pues no establece las condiciones para que un estímulo pueda ser considerado estresor independientemente de sus efectos (efectos de estrés). Otro es el problema referido al componente emocional del estresor y al concepto de inespecificidad
Crítica al concepto de inespecificidad
Selye asume que todos los estresores tienen en común que inducen activación. Sin embargo, en los trabajos de Mason las respuestas inespecíficas están producidas por estímulos emocionales, por lo que es más apropiado que el concepto de inespecificidad fuera el de “activación emocional”.
Para Mason, en lugar de una respuesta inespecífica a las distintas amenazas, lo que existe es una respuesta específica para todos los estímulos emocionales. La respuesta de estrés podría interpretarse como respuesta provocada por el factor psicológico que acompaña a todos los agentes que amenazan la homeostasis del individuo. Para demostrarlo había que separar experimentalmente los efectos psicológicos de los físicos de los monos en ayunas en cubículo privado. Utilizó el ayuno como estresor. Resultados: el ayuno por sí solo es ineficaz para inducir activación del eje hipotálamo-hipófiso-suprerrenal, siendo más bien la condición psicológica que acompaña al ayuno lo que provoca la estimulación de la respuesta de estrés.
Weiss utilizó el paradigma experimental del “control uncido”: dos ratas son sometidas a estímulos aversivos, pero sólo una de ellas tiene la posibilidad de controlar la emisión de esos estímulos. Así, se disocian las características físicas del estresor (frecuencia, intensidad) de las características psíquicas (control sobre los estímulos). Resultados: los animales sin control (pasivos) presentaron mayor grado de patología. Por tanto, la respuesta de estrés depende del control que el sujeto tiene sobre el estresor más que de las características físicas de éste.
Definición del estrés
Según estas teorías, el estrés supone un estado especial del organismo caracterizado por el sobreesfuerzo. El problema de estos enfoques ha consistido en entender que la respuesta es únicamente orgánica. Sin embargo, las respuestas de estrés implican tanto a los factores fisiológicos y conductuales como a los cognitivos.
Teorías basadas en el estímulo
Estas teorías entienden el estrés en términos de características asociadas a los estímulos del ambiente, interpretando que éstos pueden perturbar o alterar el funcionamiento del organismo. El estrés se localiza fuera del individuo, siendo el strain (efecto producido por el estrés), el aspecto correspondiente a la persona. Esta orientación es la que más se acerca a la idea popular del estrés.
Esta aproximación trata el estrés como una VI (en enfoque anterior como VD). Estos modelos son una analogía del modelo de la ingeniería basado en la Ley de la elasticidad de Hooke: el estrés (la carga o demanda que se ejerce sobre el metal) produce deformación (distorsión) del metal (strain). Se entiende que la gente posee unos ciertos límites de tolerancia al estrés (como fuerza externa) pudiendo variar entre individuos. Por encima de tales límites el estrés empieza a hacerse intolerable y aparecen los daños fisiológicos y/o psicológicos.
Un problema de esta perspectiva es la delimitación de las situaciones que pueden ser consideradas como estresantes. Weitz clasificó 8 categorías: 1) procesar información velozmente, 2) estímulos ambientales dañinos, 3) percepción de amenaza, 4) función fisiológica alterada, 5) aislamiento y confinamiento, 6) bloquear, obstaculizar, 7) presión grupal y 8) frustración. Estos modelos pueden circunscribirse en la perspectiva conocida como enfoque psicosocial del estrés o enfoque de los sucesos vitales de Holmes.
Teorías basadas en la interacción
Se deben a Lazarus y Folkman. Estas teorías maximizan la relevancia de los factores psicológicos (especialmente cognitivos) que median entre los estímulos (estresores) y las respuestas de estrés. Los dos enfoques anteriores tienden a ver a la persona como algo pasivo en el proceso del estrés. Pero en la perspectiva interaccional el estrés se origina a través de las relaciones particulares entre la persona y su entorno. Definen el estrés como un conjunto de relaciones particulares entre la persona y la situación, siendo ésta valorada por la persona como algo que “grava” o excede sus propios recursos y que pone en peligro su bienestar personal.
La idea central de esta perspectiva mediacional cognitiva es la evaluación cognitiva, que es un proceso universal mediante el cual las personas valoran constantemente la significación de lo que está ocurriendo, relacionado con su bienestar personal. Hay 3 tipos de evaluación. La evaluación primaria se produce en cada encuentro con algún tipo de demanda externa o interna y puede dar lugar a 4 modalidades de evaluación:
Amenaza: anticipación de un daño que aunque aún no se ha producido, su ocurrencia es inminente.
Daño-pérdida: daño psicológico que ya se ha producido (pérdida irreparable).
Desafío: valoración de una situación que implica a la vez una posible ganancia positiva y una amenaza. Resulta de demandas difíciles.
Beneficio: este tipo de valoración no induce reacciones de estrés.
Consecuencia de esta pluralidad factorial es que el estrés no es un fenómeno unitario (no es meramente una forma de activación).
La evaluación secundaria se refiere a la valoración de los recursos para afrontar la situación. Esta valoración determinará que el individuo se sienta asustado, desafiado u optimista. Los recursos de afrontamiento incluyen las propias habilidades de coping, el apoyo social y los recursos materiales. Finalmente, la reevaluación implica los procesos de feedback que acontecen a medida que se desarrolla la interacción entre el individuo y las demandas externas o internas. Permite que se produzcan correcciones sobre valoraciones previas.
La evaluación cognitiva es el factor determinante de que una situación potencialmente estresante llegue a no producir estrés en el sujeto. Se considera a la persona como algo activo, interactuando con el medio. El modelo de Lazarus es un modelo relacional, procesual: el estrés es un proceso interaccional.
Se han propuesto otros modelos interaccionales como el Modelo transaccional del estrés de Cox y Mackay. Está organizado en varias etapas constitutivas de un sistema general que describe la forma en que actúa el estrés. Se entiende el estrés como parte de un sistema cibernético dinámico. El estrés se produce cuando se rompe el balance entre la percepción de la demanda y la percepción de su propia capacidad para hacerla frente.
Un modelo de trabajo
El estrés implica un conjunto complejo de variables que funcionan a distintos niveles y que interaccionan entre sí diacrónicamente. En 1995 se presentó el modelo procesual del estrés para organizar las distintas variables que se relacionan con el estrés directa o indirectamente. Este modelo ha tenido mucho éxito y aceptación en la comunidad científica. Debido a la investigación sobre el estrés de los últimos años Sandin ha presentado una revisión a este modelo. Los principales cambios hacen referencia a los distintos componentes del modelo como la evaluación cognitiva, las demandas psicosociales y los factores sociales. Diferencia entre variables mediadoras y moduladoras de las respuestas de estrés y del estado de salud.
En la versión inicial se separaba evaluación primaria y secundaria como en el modelo de Lazarus. El modelo actual sustituye ese concepto por la integración entre el tipo de amenaza (daño, pérdida) y las características de la cognitivas de la demanda psicosocial (control, predictibilidad, independencia). El modelo se desarrolla en 7 etapas:
Demandas psicosociales. Se refiere a los agentes externos causales primariamente del estrés. Podría incluir no sólo los factores psicosociales, sino también los agentes ambientales naturales (radiación, electricidad atmosférica, frío, calor…) y artificiales (ruido, contaminación…). Este tipo de estresores son los estresores ambientales. Cuando hablamos del estrés psicosocial nos referimos a los sucesos mayores o sucesos vitales (pérdida de trabajo), sucesos menores (estrés diario) y al estrés crónico (estrés laboral). Un factor importante relacionado con las demandas psicosociales es el estatus socioeconómico.
Evaluación cognitiva. Valoración cognitiva que realiza el individuo respecto a la situación o demanda psicosocial. Suele ser consciente aunque puede no serlo. Suele implicar siempre alguna forma de amenaza. Existen dos tipos de facetas relacionadas con la evaluación cognitiva relevante para el estrés. Una viene dada por el tipo de amenaza, que puede ser de pérdida (muerte de un ser querido), de peligro más o menos inminente (posible daño contra la integridad) o de desafío (reto personal). Estos tres tipos de amenaza pueden depender de la naturaleza propia de la demanda, de las características del individuo (variables personales) o de ambos. Otra viene dada por las características de la demanda, como la valencia (valorada como algo negativo o positivo), la independencia (independiente o dependiente de las acciones del individuo), la predecibilidad, o la controlabilidad.
Respuesta de estrés. Incluye las respuestas fisiológicas: neuroendocrinas (liberación de catecolaminas y cortisol fundamentalmente) y asociadas al SNA (activación del simpático e inhibición del parasimpático), las psicológicas: respuestas emocionales (suelen ser respuestas de ansiedad y/o depresión), y los componentes cognitivos y motores (difíciles de separar de los emocionales).
Afrontamiento (coping). Esfuerzos conductuales y cognitivos que emplea el sujeto para hacer frente a las demandas y para suprimir el estado emocional del estrés. Es la última etapa del proceso de estrés propiamente dicho.
- Estas fases interaccionan constantemente en un proceso dinámico. Una relación muy estrecha ocurre entre el afrontamiento y los componentes psicológicos y fisiológicos de la respuesta del estrés. El afrontamiento y la evaluación cognitiva son variables mediadoras de la respuesta. Intervienen por sí solas activando o reduciendo la respuesta de estrés, es decir, median los efectos de los estresores sobre las respuestas; las variables mediadoras o moduladoras actúan sobre las variables mediadoras moderando dichas respuestas. El cuestionario de Afrontamiento del Estrés de Sandín y Chorot describe las distintas formas de afrontamiento que suele utilizar la gente. El afrontamiento sirve para cambiar la situación de la que emergen los estresores, modificar el significado de la situación para reducir su grado de amenaza y para reducir los síntomas del estrés. Es el elemento esencial que emplea el individuo para hacer frente al estrés.
Características personales. Conjunto de variables que pueden influir sobre las cuatro etapas anteriores. Son los tipos de personalidad, factores hereditarios en general, el sexo, la raza… Son relativamente estables en el individuo y diferencian a los individuos entre sí. Influyen en la evaluación de la demanda psicosocial y en las estrategias de afrontamiento. Son los principales recursos personales de afrontamiento ante el estrés. Son una dimensión latente de afrontamiento. Ej serían el locus de control, la percepción de control, la autoeficacia, la autoestima… Estas variables pueden mediar las respuestas del estrés a través de su acción sobre los mecanismos de afrontamiento y otros niveles del proceso.
Características sociales. El apoyo social es el fondo del que la gente puede disponer cuando necesita hacer frente a los estresores. Son las acciones llevadas a cabo a favor de un individuo por otras personas como los amigos, los familiares y los compañeros de trabajo. Pueden proporcionar ayuda instrumental, informativa y emocional. Consiste tanto en ayuda percibida como en ayuda recibida. La ayuda percibida parece ser más significativa. Las redes sociales son la totalidad de los recursos sociales de los que un individuo puede disponer potencialmente. El apoyo social sería los recursos que en realidad utiliza. El nivel socioeconómico: se ha aportado evidencia sobre su enorme importancia.
Estatus de salud: más que una fase del proceso es el resultado del mismo. El estado de salud, tanto fisiológico como psicológico, depende del funcionamiento de las fases anteriores: un afrontamiento inadecuado puede ser nocivo para la salud.
Demandas psicosociales (estrés psicosocial)
Corresponde a la primera fase del modelo. Se centra en los agentes externos estresantes. Se mantiene el término “estrés psicosocial”.
Sucesos vitales
El enfoque de los sucesos vitales: Nuevo marco teórico del estrés
El enfoque de los sucesos vitales fue desarrollado por Holmes. Meyer desarrolló el life chart (historia vital): una ficha personal en la que se describían las situaciones vitales ordenadas cronológicamente. Pretendía conocer el contexto psicosocial en el que aparecían las enfermedades.
Holmes transformó la “historia personal” en una prueba de autoinforme: SRE (Inventario de Experiencia Reciente). Consistía en ítems sobre sucesos vitales, que son eventos sociales que requieren algún cambio respecto al habitual ajuste del individuo. Los sucesos vitales pueden evocar primariamente reacciones psicofisiológicas. Los sucesos vitales podrían llamarse “cambios vitales”. Así, a mayor cambio, mayor probabilidad de enfermar. Esta aproximación sustituye al modelo clásico de causa unifactorial de la enfermedad (agente patógeno) por un enfoque complejo y multidisciplinar (bio-psico-social).
El grupo de Holmes publicó el primer método escalado para cuantificar el estrés psicosocial (impacto psicosomático potencial). Los sucesos vitales pueden ser traumáticos pero también pueden ser sucesos más o menos normativos como el matrimonio, pérdida de trabajo…
Sucesos vitales múltiples
La aproximación de evento único investiga el efecto de sucesos vitales únicos. Hay 7 categorías: 1) trabajos relacionados con situaciones bélicas, 2) víctimas de terrorismo, 3) víctimas de violencia en general, 4) personas con enfermedades terminales o sometidas a intervenciones quirúrgicas mayores, 5) casos de migraciones, 6) desastres naturales, y 7) sucesos vitales altamente traumáticos.
Holmes desarrolló un nuevo método de evaluación del estrés centrado en una aproximación multievento, donde el estrés obedece a múltiples sucesos. Se evalúa generalmente de forma retrospectiva. En 1967 Holmes y Rahe publican la SRRS (Escala de Estimación del Reajuste Social), un método de estimación del reajuste social mediante unidades de cambio vital (UCV). Se trata de asignar un valor o ponderación a cada suceso vital, de modo que cada valor representa el grado de cambio y reajuste impuesto por el suceso vital. Su finalidad era cuantificar el estrés correspondiente a los sucesos registrados en la SRE. Incluye una lista de 43 sucesos ordenados según su valor en UCV. Demostró que muchos de estos sucesos precedían al desarrollo de los trastornos tanto físicos como psicológicos.
Los problemas de este modelo son:
El método de ponderación no tiene en cuenta el impacto diferencial de los sucesos sobre los distintos individuos.
Ambigüedad en la descripción de los sucesos vitales.
Limitación del muestreo (lista corta y poco representativa).
Sesgos individuales.
Por este motivo se realizaron esfuerzos para mejorar la validez de estos métodos de evaluación. Así, aparecieron nuevos cuestionarios incluyendo mayor número de ítems. Otros abandonaron el sistema de escalamiento y ponderación e introdujeron sistemas de valoración del propio sujeto: LES (Escala de Experiencias Vitales) y CSV (Cuestionario de Sucesos Vitales).
Nuestro CSV actual consta de 60 sucesos vitales referidos a 9 áreas: Trabajo, académico, salud, amor/matrimonio/pareja, familia/hijos, social, legal, finanzas y residencia. El cuestionario mide la ocurrencia de sucesos vitales, el grado de estrés percibido y la valoración de los sucesos como positivos/negativos y esperado/inesperado.
Sucesos vitales y salud
A mayor puntuación en UCV, existirá mayor riesgo de desarrollar un trastorno. Holmes sugiere el siguiente criterio referido al último año transcurrido:
300 ó más UCV –> 80% de posibilidad de enfermar en un futuro cercano.
150-299 UCV –> 50%.
Menos de 150 UCV –> 30%.
En principio, las UCV se cuantificaban sólo de manera objetiva, pero después se incluyeron variables psicológicas mediadoras como la percepción que tiene el sujeto del suceso. Rahe y Arthur desarrollaron una versión modificada de la SRE para evaluar las UCV subjetivas. Se evidencia en su modelo que relaciona los cambios vitales con la enfermedad:
Etapa I: sucesos vitales que son codificados por la percepción del sujeto dependiendo de que sean o no relevantes para la salud.
Etapa II: si el suceso es percibido como significativo se ponen en marcha los mecanismos de defensa del organismo, los cuales determinarán los niveles de respuestas psicofisiológicas.
Etapa III: niveles de respuestas psicofisiológicas.
Etapa IV: conductas para reducir las respuestas psicofisiológicas: las estrategias de afrontamiento.
Etapa V: aparición o no de la enfermedad.
Etapa VI: medida de la enfermedad (cuantificación, mediante el diagnóstico clínico).
Un enfoque complementario es el role strain (dificultades o problemas de la vida en curso). Según este enfoque los sucesos vitales, más que generar cambios en el organismo, producen un cambio en los patrones en curso de la vida de la gente. Este modelo entiende que los sucesos actúan sobre la salud a través de los problemas, no de forma directa.
Sucesos menores (estrés diario)
Lazarus ha llamado la atención sobre otros sucesos de menor impacto pero mucho más frecuentes y más próximos temporalmente al individuo. Son los sucesos diarios, microeventos o sucesos menores. Lazarus sugiere que tanto el estrés menor como las satisfacciones de la vida cotidiana poseen mayor significado para la salud que los sucesos vitales. Los dividen en dos. Los hassles son demandas irritantes, frustrantes y estresantes que caracterizan nuestras transacciones cotidianas con el medio. Incluyen: 1) problemas prácticos fastidiosos (perder o romper cosas, atascos…) 2) sucesos fortuitos (inclemencias del tiempo), y 3) contrariedades de interrelación social (discusiones).
Los uplifts son satisfacciones y experiencias positivas: manifestaciones amorosas, recibir buenas noticias… Asumen que los sucesos positivos podrían actuar como amortiguadores emocionales del estrés (no datos empíricos).
Los sucesos diarios negativos son mejores predictores de los trastornos físicos y psicológicos que los sucesos vitales. Sin embargo, ambos tipos de sucesos contribuyen de forma interactiva. Se ha presentado evidencia a favor de esta hipótesis. Los sucesos vitales pueden inducir nuevos sucesos diarios, que actuarían como mediadores entre los sucesos vitales y las respuestas de estrés al organismo.
Se han desarrollado otros cuestionarios alternativos tanto para adultos como infantiles/juveniles. El Cuestionario de Estrés Diario se aplica a la población española. Está formado por una lista de 44 sucesos.
Los problemas metodológicos son que a veces resulta difícil distinguir entre ambos tipos de sucesos. También hay una posible confusión de medidas. Esto se produce cuando incluyendo en la lista ítems relativos a la salud, posteriormente los relacionamos con indicadores también de salud. Según la hipótesis de Watson y Pennebaker, los sujetos con mayor grado de afecto negativo tienden a reflejar mayor grado de estrés en los cuestionarios.
Evaluación cognitiva
La relevancia de la valoración cognitiva del estímulo potencialmente estresante fue definitivamente incorporada por Lazarus. Los experimentos de Weiss demostraron la importancia del control percibido por el sujeto en situaciones de estrés. Se ha sugerido que el control percibido reduce las respuestas de estrés por dos mecanismos. Uno es la ganancia de información, que se traduce en un incremento de la predecibilidad del estresor y anticipación del evento aversivo. El otro es la respuesta anticipatoria, que consiste en una preparación cognitiva para un suceso, implicando la interpretación y evaluación del suceso. Prepara al organismo para hacer frente a la situación amenazante, anticipándose a la llegada del estresor.
Los cuestionarios de sucesos vitales comienzan a incluir la variables de estrés percibido o malestar personal (distress), o características como la deseabilidad, controlabilidad, negatividad, predecibilidad, novedad y dependiente vs independiente. Dependiendo de la manera en que el sujeto evalúe estas dimensiones, puede variar el efecto del suceso vital. Cuando el sujeto percibe los sucesos como negativos, incontrolables, impredecibles, independientes e indeseables suelen perturbar la salud.
La valencia de las dimensiones no está determinada únicamente por la valoración que hace la persona, también el tipo de situación puede ser determinante. Existe interacción entre ambos: aunque un individuo pueda evaluar cada elemento situacional, también la situación puede condicionar determinadas formas de evaluación cognitiva.
El afrontamiento del estrés
El afrontamiento o coping se ha empleado con diferentes sentidos. Por una parte se ha entendido como una supresión o reducción del estado de estrés, es decir, como un resultado. Cuando desaparece la respuesta fisiológica de estrés, se dice que existe coping. Esta conceptuación no se emplea actualmente porque confunde el proceso con el resultado. Actualmente se entiende como los esfuerzos cognitivos y conductuales que hace el individuo para hacer frente al estrés.
En psicofisiología ha sido usado en un sentido bastante restringido, habitualmente para denotar formas de orientar la conducta hacia estresores de laboratorio. En un paradigma de CC se induce afrontamiento pasivo (el sujeto no puede hacer nada para controlar el estímulo estresor). En un procedimiento de evitación, el afrontamiento es activo. Las respuestas cardiovasculares varían según se trate de un afrontamiento activo (elevación de Fc y presión sistólica) o afrontamiento pasivo (elevación de la presión diastólica).
El afrontamiento se relaciona con las dimensiones de evaluación cognitiva de la situación, de forma que a veces resulta difícil separar ambos componentes. Actualmente existe consenso en apoyar que el afrontamiento tiene un papel importante como componente mediador entre las circunstancias estresantes y la salud. El desarrollo teórico y metodológico del concepto de afrontamiento podría agruparse en 2 aproximaciones: como un estilo personal de afrontar el estrés o como un proceso.
Estilos de afrontamiento
En la teoría psicoanalítica se introdujo el concepto de defensas del yo: mecanismos psicológicos defensivos del sujeto para hacer frente a los agentes que atentan contra su integridad.
Los estilos de afrontamiento son disposiciones personales para hacer frente a las distintas situaciones estresantes. Uno de los modelos es el del represor-sensibilizador de Byrne. El represor tiende a la negación y evitación, y el sensibilizador es más vigilante y expansivo. Byrne sugirió que la estrategia defensiva de los individuos al estrés puede localizarse en algún punto de la dimensión bipolar represión/sensibilización. Los represores experimentan baja ansiedad ante el estrés, pero elevadas respuesta fisiológicas. Los sensibilizadores presentan mayor grado de ansiedad que el reflejado en sus respuestas fisiológicas. Por tanto, utilizan códigos defensivos opuestos, y ambos responden al estrés de forma estereotipada (reaccionan frecuentemente empleando códigos defensivos, incluso ante demandas débiles).
Weinberger y colbs sugieren 4 tipos de afrontamiento del estrés:
Represor: alta puntuación en DS (deseabilidad social) y baja en AA (autoinformes de ansiedad).
No defensivo/no ansioso: baja en DS y en AA.
No defensivo/ansioso: baja en DS y alta en AA.
Defensividad ansiosa: alta en DS y en AA.
Otro modelo es el de los estilos cognitivos monitoring y blunting de Miller. El monitoring (incrementador) indica el grado con que un individuo está alerta y sensibilizado respecto a la información relacionada con la amenaza. El blunting (atenuador) el grado con que el individuo evita o transforma cognitivamente la información de amenaza. Éste ayuda al individuo a atenuar el impacto psicológico del origen del peligro. Los incrementadores tienden a valorar como amenazantes las situaciones ambiguas. Atienden más a las situaciones negativas.
El estilo bajo incrementador/alto atenuador es efectivo para afrontar las situaciones en las que la amenaza es incontrolable o ante frustración aversiva por demora en la gratificación. El estilo alto incrementador/bajo atenuador, lo es para afrontar las situaciones en las que la amenaza es controlable. Kohlmann ha propuesto 4 patrones de afrontamiento:
Modo vigilante rígido: personas con alta vigilancia y baja evitación (sensibilizadores). Tendencia a buscar información sobre el estresor para configurar una imagen mental de confrontación anticipada, ya que se estresan primariamente por la experiencia de incertidumbre respecto a una situación de amenaza.
Modo evitador rígido: personas con baja vigilancia y alta evitación (represores). Se asume que la activación emocional producida por las señales anticipatorias de la confrontación produce gran nivel de amenaza para el sujeto, por lo que tienden a prestar poca atención a las características amenazantes del estresor.
Modo flexible: uso flexible de estrategias relacionadas con la situación. Característico en personas “no defensivas”: con baja vigilancia y baja evitación. Tienen una marcada orientación hacia los requerimientos situacionales que prevalecen en cada momento.
Modo inconsistente: afrontamiento ineficaz. Son “personas ansiosas”. Alta vigilancia y alta evitación. Se estresan frecuentemente tanto por la incertidumbre de la situación como por la activación emocional elicitada por las señales anticipatorias. Cuando el sujeto intenta alejarse del estresor para reducir su ansiedad, se produce incremento de la incertidumbre con el consecuente incremento de estrés.
El afrontamiento como proceso
Desde un punto de vista procesual, el afrontamiento es definido como los esfuerzos en curso cognitivos y conductuales para manejar las demandas externas o internas que son evaluadas como algo que excede los recursos de la persona. Implica asumir los siguientes principios:
El término afrontamiento se emplea indistintamente de que el proceso sea adaptativo o inadaptativo, eficaz o ineficaz. Debe separarse de los resultados. No existen procesos de afrontamiento universalmente buenos ni malos, pues depende de muchos factores.
El afrontamiento depende del contexto. Es una aproximación orientada contextualmente más que como una disposición estable. El proceso de afrontamiento empleado para diferentes amenazas varía en función de la significación adaptativa y los requerimientos de otras amenazas.
Unas estrategias de afrontamiento son más estables y consistentes que otras a través de situaciones estresantes. Hay más estabilidad para la estrategia de “reevaluación positiva” que para la búsqueda de “apoyo social”.
Existen dos funciones principales del afrontamiento. Una es focalizada en el problema, que es cambiar la relación ambiente-persona actuando sobre el ambiente o sobre sí mismo, se trata de manejar o alterar la fuente generadora de estrés. La focalizada en la emoción consiste en cambiar el modo en que se trata o interpreta lo que está ocurriendo para mitigar el estrés. Ambas pueden en la práctica facilitarse mutuamente (la reducción previa de estados emocionales suele facilitar las actividades de solución de problemas), pero también pueden interferirse (minimizar la relevancia de un suceso puede inhibir las actividades).
El afrontamiento depende de la evaluación respecto a que pueda o no hacerse algo para cambiar la situación. Si puede hacerse algo, predomina el afrontamiento focalizado en el problema, pero si no puede hacerse nada, predomina el afrontamiento focalizado en la emoción.
Lazarus y su grupo han elaborado instrumentos psicométricos basados en entrevistas o autoinformes para evaluar el afrontamiento. Están construidas sobre la base de descripciones de lo que la gente piensa y hace en sus esfuerzos para hacer frente a las transacciones de estrés. Para el Ways of Coping Questionnaire (WCQ), Folkman y Lazarus refieren 8 dimensiones:
Confrontación. Acciones directas dirigidas hacia la situación. Ej: expresar ira hacia la persona causante del problema, tratar de que la persona responsable cambie de idea.
Distanciamiento. Tratar de olvidarse del problema, negarse a tomarlo en serio, comportarse como si nada hubiera ocurrido.
Autocontrol. Procurar no precipitarse, guardar los problemas para uno…
Búsqueda de apoyo social. Pedir consejo o ayuda a un amigo, hablar con alguien que pueda hacer algo concreto, contar a un familiar el problema.
Aceptación de la responsabilidad. Disculparse, criticarse a sí mismo, reconocerse causante del problema.
Escape-evitación. Esperar a que ocurra un milagro, evitar contacto con la gente, tomar alcohol, drogas.
Planificación de solución de problemas. Establecer un plan de acción y seguirlo, cambiar algo para que las cosas mejoren.
Reevaluación positiva. La experiencia enseña, hay gente buena, cambié y maduré como persona…
Afrontamientos focalizados en el problema serían la confrontación y la planificación de solución de problemas. Afrontamientos focalizados en la emoción serían el distanciamiento, autocontrol, aceptación de la responsabilidad, escape-evitación y reevaluación positiva. La búsqueda del apoyo social. Posee componentes de ambos tipos de focalización.
La ansiedad y la depresión se han relacionado positivamente con el uso de estrategias focalizadas en la emoción, y negativamente con el uso de estrategias focalizadas en el problema. Algunas estrategias como la planificación de la solución de problemas y la reevaluación positiva, suelen asociarse a resultados positivos. Otras como el distanciamiento y la confrontación, con resultados negativos. Las restantes estrategias aportan datos menos discriminativos, tal vez porque varían más en función de las demandas contextuales.
Estrategias básicas de afrontamiento
Una medida procesual de afrontamiento se convierte en una medida de rasgo o estilo de afrontamiento, aunque difiere de la aproximación de estilos de afrontamiento por implicar una metodología distinta y una concepción más tendente a la multidimensionalidad. Por otra parte no implica aspectos asociados al concepto de defensas del yo.
El afrontamiento bajo esta perspectiva se entiende como los esfuerzos “conscientes” por manejar el estrés (no se admiten los procesos inconscientes). Las dimensiones del afrontamiento se consideran como disposiciones generales que llevan al individuo a pensar y actuar de forma más o menos estable ante diferentes situaciones estresantes. Törestad y colbs demostraron que el afrontamiento está determinado tanto por la situación como por la persona (rasgo).
Los individuos tienden a usar estrategias de afrontamiento transituacionalmente. Los autores categorizaron el afrontamiento según 3 dimensiones: constructivo, pasivo y de escape. El constructivo se refiere a esfuerzos dirigidos a tratar con los sucesos estresantes de manera directa y confrontativa. Se corresponde con la focalización en el problema de Lazarus. El pasivo incluye soluciones dirigidas a la emoción, mediante las cuales nada puede hacerse respecto a cambiar la situación o moverse de ella. Y el de escape hace referencia a las acciones que implican “salirse del campo” física y psicológicamente. Estas dos últimas dimensiones se corresponden con la focalización en la emoción.
Endler y Parker realizaron un estudio basado en la hipótesis de que las personas tienen preferencias en el empleo de estrategias de afrontamiento independientemente de las situaciones de estrés. Desarrollaron un nuevo cuestionario: el Multidimensional Coping Inventory (MCI), basándose en un criterio de consistencia interna. Aislaron 3 dimensiones de afrontamiento: 1) orientado hacia la tarea, 2) orientado hacia la emoción, que es una orientación hacia la persona e incluye respuestas emocionales, autopreocupaciones y reacciones fantásticas, y 3) orientado a la evitación, que incluye tanto estrategias orientadas a la tarea como hacia la persona.
Este modelo contrasta con el modelo bidimensional de Lazarus, pero es equiparable al de Törestad y colbs. Supone separar la categoría de evitación/escape de la dimensión general “afrontamiento focalizado en la emoción” de Lazarus. Recientemente, al emplear la dimensión de evitación/escape separada de la categoría focalizada en la emoción, se presenta el problema de que hay algunos ítems que tienden a saturar conjuntamente en ambas dimensiones. Este problema ha sido afrontado por Roger y colbs.
Los resultados apoyan y extienden el modelo de Parker y Endler. Muestran la existencia de 3 dimensiones primarias (racional, emoción y evitación). Aparece un cuarto factor de afrontamiento relacionado con la sensación de separación afectiva de los sucesos estresantes (“desengancharse” de la situación estresante).
Estos autores argumentan que cuando el individuo está menos implicado emocionalmente, el afrontamiento es más efectivo. Sugieren que el sentimiento de separación no implica negación ni intentos de evitar el estrés. Se obtienen correlaciones positivas entre la dimensión de separación afectiva y la estrategia orientada racionalmente (tarea). Son estrategias adaptativas. También se obtienen correlaciones positivas entre las estrategias de emoción y de evitación. Son estrategias inadaptativas.
Moos y colbs establecen 2 dimensiones. Desde el punto de vista del método empleado, puede ser activo-cognitivo, activo-conductual y evitación. Desde el punto de vista de la focalización de las respuestas puede ser focalizado en la evaluación, focalizado en el problema y focalizado en la emoción.
Feuerstein y colbs partieron del modelo de Moss como marco teórico para ordenar las diferentes categorías generales posibles de afrontamiento.
La respuesta de estrés
Respuestas fisiológicas
Fueron inicialmente establecidas por Selye, que implicó la activación del sistema hipotálamo-hipófiso-corticosuprarrenal y médulo-suprarrenal así como la activación del SNA simpático. Mason estableció la idea de la totalización neuroendocrina: el sistema neuroendocrino responde a los estresores en forma de patrones de respuesta totalitarios, implicando a cualquier sistema neuroendocrino del organismo.
El sistema neuroendocrino es muy sensible a los diferentes agentes estresantes. Además implica casi a cualquier hormona. Hay dos patrones diferentes de respuesta hormonal durante el estrés. El primer patrón consta de una rápida subida del subgrupo de hormonas constituido por 17-OHCS, adrenalina, noradrenalina, tiroxina y la hormona del crecimiento. Es de perfil monofásico (ascenso/recuperación). La actividad de la hormona tiroidea es la que permanece incrementada durante más tiempo (incluso cuando la exposición al estresor se ha interrumpido). Estas hormonas tienen efectos catabólicos sobre el organismo (actividad “ergotropa”). En el segundo patrón se da una caída inicial del nivel de los andrógenos, estrógenos e insulina. Es de perfil bifásico (descenso/ascenso) y tiene efectos anabólicos sobre el organismo (actividad “trofotropa”).
Mason interpreta estos patrones en términos del principio de inhibición recíproca. La activación de los procesos catabólicos y la inhibición de los anabólicos poseen efectos directos para la adaptación del organismo sometido a estrés. El sistema neuroendocrino tiene una gran sensibilidad a los diferentes estímulos con propiedades emocionales (no existe una sola hormona que no se modifique en presencia de estrés). Los niveles endógenos de sustancias de tipo hormonal (prostaglandinas o neuropéptidos), también pueden alterarse por el estrés.
No todas las respuestas hormonales al estrés son de tipo activador. El tipo de respuesta puede variar en función del sistema implicado.
Respuestas psicológicas
La principal respuesta psicológica asociada al estrés es de tipo emocional. Un fenómeno común en la respuesta del estrés es la sensación subjetiva de malestar emocional (distress). El tipo de emociones que suelen acompañar a la experiencia de estrés son emociones negativas (ansiedad, ira, miedo, depresión…). En circunstancias de estrés agudo se da ansiedad/miedo. En estrés crónico se dan estados depresivos (“agotamiento” de los mecanismos neurotransmisores del SNC).
Las respuestas psicológicas asociadas al estrés no son únicamente emocionales, también se producen respuestas cognitivas y conductuales. Los problemas de considerar estas respuestas independientemente de las emocionales son:
Constituyen modos de afrontamiento.
Algunas respuestas cognitivas consisten en formas de valoración de la amenaza.
La emoción posee también componentes cognitivos y conductuales.
La preocupación (componente cognitivo de la emoción), la pérdida de control percibido (faceta de la reevaluación cognitiva), y la negación (estrategia de afrontamiento), son tres tipos de respuestas cognitivas al estrés.
Otras respuestas cognitivas son resultados desadaptativos (bloqueos mentales, pérdida de memoria, etc).
Algo parecido ocurre con las respuestas conductuales: el uso de drogas y la conducta agresiva son dos formas de respuesta del estrés, sin embargo son consideradas como modos de afrontamiento (de escape o de descarga respectivamente).
Las respuestas conductuales también se han confundido con estados desadaptativos comportamentales (tartamudez, desajustes del lenguaje).
Existe una interrelación entre afrontamiento y emoción, así como entre el afrontamiento y la respuesta fisiológica. De hecho el afrontamiento tiene como finalidad reducir la experiencia subjetiva de la respuesta de estrés.
Apoyo social
El apoyo social constituye los recursos sociales para el afrontamiento. Implica la presencia y el producto de relaciones humanas estables. Según Payne y Jones debe incluir varios elementos primarios:
Dirección (según sea aportado, recibido o ambas cosas a la vez)
Disposición (disponibilidad en cantidad y calidad y utilización real de los recursos)
Descripción/evaluación (¿pueden ser descritos y evaluados la naturaleza y la cualidad del apoyo social?)
Contenido (emocional, instrumental, informativo o valorativo)
Redes sociales.
Desde el punto de vista de la salud resulta más relevante el apoyo percibido que el apoyo real. Vaux y colbs crearon una escala para evaluar el apoyo social percibido, la Social Support Behavoirs (SS-B), que aborda 5 modos de apoyo social: 1) apoyo emocional, 2) socialización, 3) asistencia práctica, 4) ayuda financiera, 5) consejo/ayuda. El principal problema de esta escala es que es demasiado amplia. Una alternativa es el Cuestionario Breve de Apoyo Social (CBAS).
De acuerdo con el modelo de amortiguación, el apoyo social actúa protegiendo al individuo durante los momentos de estrés potenciando la adaptación del individuo. El apoyo social puede reducir el impacto del estés: 1) eliminando o reduciendo el propio estresor, 2) reforzando la capacidad del individuo para hacer frente al estresor, y 3) atenuando la experiencia del estrés una vez que éste se ha puesto en marcha. La hipótesis de los efectos indirectos presupone que el apoyo social ejerce efectos positivos primarios sobre la salud, siendo estos efectos independientes de los efectos del estrés. Se han aportado datos a favor de ambos modelos.
Los efectos directos del apoyo social sobre la salud se han postulado porque el hecho de estar integrado en grupos facilita experiencias individuales positivas (autoestima, afecto positivo, sensación de control….), que protegen al individuo de los trastornos físicos y mentales. En cambio, los efectos indirectos se determinan más fácilmente cuando el apoyo social es operativizado según los recursos sociales disponibles en un contexto estresante.
La hipótesis de la amortiguación es la que ha sido más ampliamente probada. Este modelo implica dos interpretaciones diferentes. Una es la hipótesis moderadora, que predice una interacción entre el estrés psicosocial y el apoyo social sobre el bienestar. La correlación entre el estrés y el apoyo social es baja o nula (son independientes). La otra es la hipótesis supresora, que parte de una relación aditiva entre el estrés, el apoyo social y el bienestar. Los efectos directos del estrés son minimizados por el efecto indirecto del apoyo social. El estrés correlaciona con el apoyo social.
Algunos estudios sugieren que los aspectos negativos del apoyo social (ausencia de relaciones íntimas), pueden constituir en sí mismos un factor de riesgo para desarrollar depresión aún en ausencia de sucesos vitales estresantes. El aparente beneficio del apoyo social puede en gran parte ser secundario a la ausencia de los efectos deteriorantes de las relaciones conflictivas o inseguras. Así, la cuestión relativa a cómo el apoyo social amortigua el estrés, se complementa con otra basada en cómo las relaciones disfuncionales perjudican el afrontamiento.
Variables personales de predisposición
Estas variables explican posibles diferencias individuales en las reacciones de estrés. Hay varios tipos de conexión entre las variables de personalidad y los trastornos asociados al estrés:
La personalidad puede influir sobre la salud a través de mecanismos fisiológicos directos (reactividad cardiovascular) o indirectos (modulación del sistema inmune).
Las características de la personalidad pueden potenciar la enfermedad al potenciar conductas no saludables (alcoholismo).
Ciertos aspectos de la personalidad pueden aparecer como resultado de procesos asociados a la enfermedad (dependencia).
Estrés y características personales
Algunas variables son consideradas potenciadoras de la salud: hardiness, optimismo, sentido del humor, motivación de sociabilidad y autoestima. Otras como facilitadoras de la enfermedad: reactividad al estrés, conducta tipo A, hostilidad, cinismo, antagonismo, alexitimia, personalidad tipo C, estilo represor y motivación de logro.
La alexitimia es una característica personal que consiste en una discapacidad para describir verbalmente la experiencia emocional. Es una alteración cognitivo-afectiva que afecta al modo en que los individuos experimentan y expresan sus emociones y elaboran sus imaginaciones y fantasías. Está relacionada con el desarrollo de enfermedades físicas y con la presencia de quejas somáticas. Tiene 4 dimensiones: 1) dificultad para identificar emociones, 2) dificultad para comunicar emociones, 3) reducción de ensueños y fantasías, y 4) pensamiento orientado externamente.
La puntuación global de alexitimia correlaciona positivamente con los tipos 1 y 5, pero no con los restantes tipos. El tipo saludable (4) tiende a correlacionar negativamente con las dimensiones de alexitimia, y la dimensión relacionada con la dificultad para identificar sentimientos es un factor de riesgo general psicosomático, pues se asocia positivamente con todos los tipos no saludables de reacción al estrés.
El concepto de hardiness se traduce como resistencia o dureza ante el estrés. Es una tendencia de orientación optimista ante el estrés caracterizada por implicar 3 conceptos:
Compromiso. Denota la habilidad para creer en y reconocer los propios valores, metas y prioridades, apreciar la propia capacidad y lo que uno hace y la tendencia a implicarse uno mismo en las diferentes situaciones vitales con un sentido general de propósito. Las personas comprometidas poseen un sistema de creencias que minimiza la percepción de amenaza ante los diferentes sucesos vitales.
Desafío. Se valoran las situaciones estresantes como un desafío, que es entendido como una oportunidad y un incentivo para el desarrollo personal. Las personas que tienden a efectuar este tipo de valoración ante el estrés son individuos cognitivamente flexibles y con buena tolerancia de la ambigüedad.
Control. La sensación personal de control facilita la adaptación ante las situaciones estresantes y la salud. Estas personas no sólo buscan explicaciones sobre lo que ocurre en términos de las acciones de otros o en el destino, sino también en la propia responsabilidad.
Hay conexión entre hardiness y otros factores positivos o protectores como el optimismo, la autoestima y la autoeficacia.
El sentido de coherencia es una disposición estable de personalidad que funciona a modo de recurso principal de afrontamiento para preservar la salud, es decir, como un recurso de resistencia al estrés. Es una característica salutógena de la persona, un recurso que protege al individuo de los efectos negativos del estrés sobre la salud. Tiene tres componentes:
Comprensibilidad: control cognitivo sobre el propio medio que rodea al individuo. Se interpreta como algo racional, comprensible, estructurado, ordenado, consistente y predecible.
Manejabilidad: grado en el que el individuo considera que dispone de recursos para hacer frente a las demandas.
Significatividad: componente motivacional que determina si una situación es o no evaluada como un reto y si merece la pena implicarse.
Este concepto se ha asociado consistentemente con la salud, pero presenta ciertos componentes de otros constructos establecidos previamente como la resistencia ante el estrés, la autoeficacia y la autoestima. Los mecanismos y niveles de acción de las variables disposicionales pueden ser diversos:
Las personas neuróticas tienden a valorar las situaciones estresantes de forma más amenazante y a emitir mayor grado de respuestas fisiológicas y emocionales.
Bajo estrés, las personas con elevada hostilidad tienden a experimentar ira y elevada reactividad cardiovascular.
Los individuos con estilo represor presentan inhibición de la competencia inmunológica asociada al estrés.
El neuroticismo se relaciona positivamente con el uso de estrategias de afrontamiento focalizadas en la emoción, y negativamente con estrategias focalizadas en la situación.
El optimismo, la autoestima, el locus de control interno y el hardiness se asocian positivamente al uso de estrategias focalizadas en el problema y mayor número de acciones para aliviar sus síntomas cuando se sienten enfermos.
Hay un cierto solapamiento entre los conceptos de afrontamiento y los factores de predisposición. Las variables de personalidad también pueden actuar a otros niveles, como los relacionados con los sucesos vitales y con el estrés diario. Los sucesos que se han categorizado como “dependientes” del sujeto (matrimonio, ascenso laboral…) pueden depender de características personales.
Las variables de personalidad pueden modular el apoyo social (real o percibido). El apoyo social está determinado por el grado con que el individuo se relaciona con otra gente. La personalidad tiene un importante papel en cuanto determinante de diferencias individuales en el tamaño del grupo de pertenencia, así como respecto a la calidad del apoyo social. Ciertas cualidades personales parecen caracterizar a los individuos que disponen de superior apoyo social.
Por otra parte, el apoyo social se relaciona con las habilidades interpersonales. Así, las características personales no sólo pueden asociarse a un potencial de recursos sociales disminuido, sino que puede implicar un peor aprovechamiento de los recursos disponibles y un mayor riesgo de pérdida de éstos. Sin embargo, la relación entre apoyo social y personalidad es recíproca: el apoyo social potencia la autoestima.
Tipos de reacción al estrés
El modelo de Eysenck y Grossarth-Maticek establece los tipos:
Tipo I: predisposición al cáncer. Este individuo se caracterizar por un elevado grado de dependencia conformista e inhibición para establecer intimidad o proximidad con las personas queridas. Ante situaciones estresantes suelen reaccionar con sentimientos de desesperanza, indefensión y tendencias a idealizar los objetos emocionales y a reprimir las reacciones emocionales abiertas. La pérdida/ausencia del objeto se mantiene como fuente de estrés, ya que la persona no se desvincula definitivamente de él, pero tampoco logra la proximidad/intimidad necesaria. Predomina la hipoestimulación.
Tipo II: Predisposición a la cardiopatía coronaria. Reaccionan al estrés mediante excitación general, ira, agresividad e irritación crónicas. Tiende a evaluar de forma extrema los objetos perturbadores, soliendo fracasar en el establecimiento de relacionales emocionales estables. Las personas y situaciones importantes para el individuo suelen ser la causa principal de infelicidad. Predomina la hiperexcitación.
Tipo III: Histérico. Alternan la expresión de características de los tipos I y II, por lo que se ha propuesto protector tanto del cáncer como de la CC. Predomina la ambivalencia.
Tipo IV: Tipo saludable protector de la salud. Poseen un marcado grado de autonomía en su comportamiento. Conciben la autonomía propia y ajena como el factor más importante para el bienestar y la felicidad personal. Afrontan el estrés de manera apropiada y realista mediante estrategias de aproximación o evitación del objeto querido. Predomina la autonomía personal.
Tipo V: Racional-antiemocional. Es la tendencia a emitir reacciones racionales y antiemocionales. Suelen reprimir o negar las manifestaciones afectivas, encontrando dificultad para expresar las emociones. Tienen predisposición a la depresión y al cáncer. Predomina lo racional frente a lo emocional.
Tipo VI: Antisocial. Tendencia a reaccionar mediante comportamientos antisociales y a veces criminales. Se ha propuesto como un factor de predisposición al consumo de drogas. Predomina la conducta de tipo psicopático.
Basándose en que estos tipos son modificables por el aprendizaje, los autores han desarrollado un nuevo método de terapia de conducta denominado Terapia de conducta de innovación creativa (TCIC) o Entrenamiento en autonomía para ser aplicado a los individuos propensos al cáncer y a la CC y reducir la probabilidad de muerte por estas enfermedades. El principal objetivo del tratamiento es estimular que la persona busque resultados positivos a largo plazo de los diferentes tipos de conducta y autoevaluación. Enseña que la conducta que lleva a resultados positivos a corto plazo, pero negativos a largo plazo debe ser evitada. La eficacia de la TCIC ha sido probada en la prevención del cáncer y de la cardiopatía coronaria, así como por su efecto positivo mediante el incremento de su esperanza de vida.
Estrés, estado de salud y conductas relacionadas con la salud
Estrés y estado de salud
Existen datos que apuntan a una posible conexión psicobiológica que explicaría diferencialmente ciertos trastornos. La percepción de no control sobre las situaciones estresantes, el afrontamiento pasivo-emocional, las respuestas de indefensión-desesperanza y la escasa expresión emocional y las características asociadas al tipo I, se relacionan con patrones fisiológicos (aumento de corticoides) que reducen la competencia inmunológica, lo que aumenta la vulnerabilidad al cáncer, a enfermedades infecciosas…
Por otra parte, mantener cierto grado de control, el afrontamiento activo y confrontativo, las respuestas de fuerte expresión emocional y las características asociadas al tipo II, se asocian a incrementos crónicos de la actividad catecolaminérgica y de responsividad cardiovascular, lo que puede dar lugar a un deterioro de la estructura y funciones vasculares.
Frankenhaeuser demostró una relación diferencial entre el tipo de afrontamiento/emoción y las respuestas hormonales. El esfuerzo y el distress se asocian de forma distinta con los sistemas médulo-suprarrenal (adrenalina) y cortico-suprarrenal (cortisol). La variable distress incluye elementos de incertidumbre, insatisfacción, actitudes pasivas y sentimiento de indefensión. El esfuerzo implica elementos de interés, actitudes activas de afrontamiento y mantenimiento de cierto control sobre la situación. Hay 3 posibles combinaciones:
Esfuerzo y distress: elevación conjunta de cortisol y de adrenalina. Estado típico del estrés diario.
Esfuerzo sin distress: elevación de secreción de catecolaminas y posible descenso de cortisol.
Distress sin esfuerzo: elevación de cortisol. Las catecolaminas pueden estar también incrementadas pero menos que con el esfuerzo. Perfil típico de los estados depresivos.
El estrés se relaciona también con trastornos más típicamente psicológicos: la esquizofrenia obedece a una interacción entre los factores de vulnerabilidad /predisposición) y factores externos (estresantes).
Estrés y conductas relacionadas con la salud
El estrés puede influir sobre la salud de manera indirecta elicitando conductas no saludables, como incrementando el consumo de tabaco y alcohol o conduciendo de manera arriesgada (estas conductas podrían conceptuarse como modos de afrontamiento del estrés). El apoyo social reduce la frecuencia de CRS no saludables, aunque puede potenciar CRS nocivas (adolescentes estimulados a consumir drogas).
Las variables disposicionales se vinculan a prácticas de CRS nocivas. La conducta tipo A induce a un consumo elevado de alcohol y tabaco. El neuroticismo correlaciona negativamente con práctica de ejercicio.
El modelo de creencias de salud de Rosenstok se ha creado para la predicción de conductas de salud específicas. Tiene implicación de creencias personales de salud.