Influencias genéticas y culturales en la personalidad
Introducción
El reto es entender cómo genes y ambiente actúan e interactúan para dar forma a la personalidad. Lo más interesante no es preguntarse en qué proporción se hereda una característica de personalidad, sino cuáles son las circunstancias en las que la contribución genética se incrementa, limita o incluso, se suprime.
Entre los factores ambientales que contribuyen al desarrollo de la personalidad, los más importantes son las influencias culturales. Nuestro bagaje genético, manifestado en el temperamento, determinará, en parte, qué características del contexto vamos a atender, seleccionar, elaborar e incorporar.
El ambiente y la cultura en la que nacemos, a su vez, nos ofrecerán un conjunto de posibilidades y no otras. Será entre estas posibilidades ambientales concretas en las que vivimos desde el nacimiento y no entre otras, entre las que podamos atender, seleccionar, elaborar e incorporar.
Paulatinamente, a través del tiempo y de las continuas y dinámicas interacciones entre el individuo y el medio en el que se desarrolla, se irá formando la personalidad.
Contribuciones genéticas a la personalidad
Algunas nociones básicas de genética
La herencia biológica es el conjunto de procesos biológicos a través de los cuales las características del organismo se transmiten a la descendencia. La información sobre esas características se encuentra en los genes, que se localizan en el núcleo de cada una de las células que componen el organismo.
Los genes son porciones de ADN. En la cadena de ADN se encuentran las instrucciones para que se produzca la síntesis de proteínas, que son las responsables de la estructura, desarrollo y funcionamiento del organismo.
Se conoce como genotipo al conjunto de todos los genes de un organismo, mientras que el fenotipo es el conjunto de rasgos que se muestran. La expresión del genotipo da lugar al fenotipo. El ambiente contribuye significativamente a la expresión del genotipo, ya que la acción de los genes está mediada por un gran número de transformaciones bioquímicas, que, a su vez, están influidas por el ambiente. La expresión del genotipo tiene lugar siempre en interacción con las circunstancias ambientales.
Los humanos tienen 2 copias (alelos) de cada uno de los genes. Estas copias o alelos no son exactamente iguales, diferenciándose ligeramente en su secuencia de ADN, lo que da lugar a modificaciones concretas en la función del gen. Los alelos pueden ser dominantes o recesivos. El alelo dominante se expresa siempre en la descendencia, siendo necesario para ello, una única copia del gen. Sin embargo para que se pueda expresar la información de un alelo recesivo son necesarias las dos copias del gen.
Puede que 2 organismos tengan genes comunes, pero no compartan el mismo fenotipo, es decir, puede que no tengan las mismas características. Este hecho, es fundamental para poder interpretar los resultados obtenidos en los estudios sobre las bases genéticas de la personalidad.
Conceptos básicos de la genética conductual
La genética conductual es la disciplina científica que se ocupa del estudio de las influencias genéticas sobre las características conductuales, entendiendo éstas en sentido amplio, y abarcando tanto la conducta observable como las características de personalidad.
La mayoría de los estudios realizados ha empleado cuestionarios y muchos menos, la observación directa de la conducta, o pruebas objetivas. La investigación se ha centrado principalmente en el estudio de unidades globales como rasgos y en menor medida en unidades de nivel medio como expectativas, creencias o metas.
La investigación del aporte genético de la personalidad siempre parte del estudio de 2 grupos de personas con diferentes grados de similitud genética y ambiental.
En cuanto a la semejanza genética, los gemelos idénticos o monocigóticos (MC) comparten el 100% de sus genes, mientras que los gemelos dicigóticos (DC), los hermanos o los padres y los hijos biológicos solo comparten el 50% de sus genes.
Los hermanos adoptados y los padres y sus hijos adoptados no tienen en común ninguno de sus genes.
Por lo que respecta al ambiente se supone que las personas que se crían juntas tienen un mayor grado de semejanza ambiental que las que han sido educadas por separado.
Las influencias ambientales pueden ser:
compartidas se deben al hecho de compartir la misma familia, la misma clase social, el mismo nivel económico, la misma religión, los mismos valores o idénticos estilos de trato.
no compartidas, hacen referencia a los ambientes distintos que pueden experimentar los niños aunque se críen en la misma familia. Entre estos factores destacan: el orden de nacimiento (y los efectos ambientales asociados a ese hecho), las diferencias de trato de los padres, las interacciones entre los hermanos, los cambios de circunstancias de la familia, las distintas relaciones fuera del hogar con amigos, compañeros y profesores y los factores no sistemáticos como accidentes o enfermedades.
Tres tipos de diseños para estudiar las influencias genéticas:
los de gemelos, en los que se estudian tanto gemelos MC como DC.
los de familia, en los que se estudian padres e hijos o hermanos.
los de adopción, en los que se estudian miembros de la misma familia biológica que se han criado separados, así como familiares adoptados o no relacionados genéticamente que se han criado juntos.
Estos 3 tipos de estudios se pueden combinar, lo que permite obtener una mayor cantidad de información, además de posibilitar la separación de los efectos genéticos y ambientales con mayor facilidad.
Similitud genética y fenotípica
Los estudios de genética conductual siempre parten del cálculo de la correlación entre las 2 series de puntuaciones obtenidas por los 2 grupos de personas analizadas. Dependiendo del tipo de procedimiento seguido, estas correlaciones se calcularán entre las puntuaciones de 2 gemelos MC o las de los 2 gemelos DC o entre 2 hermanos biológicos, o entre un padre y un hijo biológico/adoptado…
La correlación calculada entre las 2 series de puntuaciones, siempre refleja el grado de similitud de las mismas, no la intensidad de las influencias genéticas o ambientales sobre la personalidad.
El grado con que genes y ambiente contribuyen en la personalidad hay que inferirlo a partir de estas correlaciones mediante un procedimiento estadístico y teniendo en cuenta una serie de hechos y supuestos.
Ejemplo: en el caso de un estudio de gemelos que se han criado juntos, la correlación obtenida entre las puntuaciones de los 2 gemelos MC, indicará, la similitud entre ellos, pero esta similitud no solo reflejará la influencia de los genes, sino también la del ambiente que han compartido. En el caso de un padre y un hijo adoptado, las similitudes que refleje la correlación entre sus puntuaciones indicará solo el efecto del ambiente compartido.
Las correlaciones entre gemelos MC (que comparten el 100% de sus genes) son más elevadas que las que se dan entre los DC (que solo comparten el 50% de sus genes), lo que apoyaría cierta influencia genética en las dimensiones analizada.
Las correlaciones entre las puntuaciones de los gemelos MC no son máximas, no son de 1, lo que cabría esperar si estos rasgos fueran exclusivamente influenciados por la herencia, ya que ambos hermanos son idénticos genéticamente. Las diferencias, si los gemelos MC se han criado juntos, deben ser debidas, por lo tanto, a las influencias ambientales no compartidas.
Estimaciones de las aportaciones genéticas y ambientales a la personalidad
A partir de estas correlaciones, y mediante un procedimiento estadístico, se estima el coeficiente de heredabilidad (h²) que refleja la proporción de la varianza de las puntuaciones que se puede atribuir a los factores genéticos en una población particular. Si se multiplica x 100 se expresa el porcentaje de varianza debida a los factores genéticos.
Hay que tener en cuenta que se refiere a una muestra o población, por lo que no refleja la influencia de la herencia para un individuo particular y que tampoco nos aporta información sobre si la expresión de la característica puede cambiar por la acción del ambiente.
La estimación del coeficiente de heredabilidad se realiza a través de modelos de ecuaciones estructurales. Estos modelos implican una serie de ecuaciones simultáneas, que se plantean con la finalidad de estimar el valor de los parámetros genéticos y ambientales que mejor se ajustan a las correlaciones encontradas en diferentes tipos de familiar.
Mediante este procedimiento, además del coeficiente de heredabilidad se estima:
la proporción de la varianza de las puntuaciones que se debe al ambiente compartido (c²)
la varianza residual (resto del porcentaje de varianza hasta completar el 100% total), y en estos estudios se considera que sería el aporte del ambiente no compartido (e²).
El hecho de que las influencias ambientales no comunes se calculen normalmente de forma residual (lo que queda después de los efectos genéticos y ambientales comunes) tiene como consecuencia que en la varianza explicada por el ambiente no compartido se están incluyendo también los errores de medida aleatorios, por lo que se podrían estar dando sobreestimaciones de este factor ambiental.
Los métodos para estimar la contribución genética y ambiental parten de una serie de supuestos o asunciones entre los que destacan:
El ambiente compartido produce que las personas se parezcan.
El ambiente no compartido hace que las personas se diferencien.
La influencia de los genes en el fenotipo ocurre de una forma aditiva (en vez de multiplicativa o interactiva).
Se parte del supuesto de que hay una relación lineal directa entre la cantidad de genes comunes y la similitud de las características de personalidad, cuantos más genes comunes, más semejanza y al revés. Se considera que la contribución genética de los gemelos MC (que comparten el 100% de los genes) es el doble que la de los gemelos DC (que comparten solo el 50% de sus genes).
Estos estudios no contemplan las posibles interacciones entre genes y ambiente.
La heredabilidad no se puede generalizar de una población específica, con un ambiente concreto a otra población diferente, ya que el coeficiente de heredabilidad no es un número fijo y exacto sino que cambia en función de la muestra usada (más notorio en muestras de diferentes culturas o niveles socioeconómicos) sugiriendo con gran fuerza la importancia de las interacciones entre genes ambiente.
Los coeficientes de heredabilidad estimados a partir de los datos de estudios de adopción y familias (0,3) son más bajos que cuando se estiman a partir de estudios de gemelos (0,5). Esta discrepancia podría deberse a la existencia de efectos genéticos no aditivos, que no se tienen en cuenta en este tipo de estudios.
Estos estudios parten del supuesto de que hay una relación lineal entre el número de genes compartido y el fenotipo, (cuantos más genes se comparten, más semejanza tendrán los individuos a nivel fenotípico). Sin embargo, debido al fenómeno de la dominancia genética este supuesto puede no ser cierto y por lo tanto, la contribución genética de los DC no tendría por qué ser la mitad de la de los gemelos MC, sino que podría ser menor.
Conclusiones en relación a las 5 dimensiones básicas de personalidad:
Los genes contribuyen a las diferencias encontradas entre individuos en relación a las 5 dimensiones básicas de personalidad. Los factores genéticos contribuyen en un 50% a la varianza de las puntuaciones en las 5 dimensiones.
El efecto del ambiente compartido es nulo o muy bajo.
Los ambientes no compartidos contribuyen aprox. en un 50% a la varianza de las puntuaciones de las 5 dimensiones. Esta aportación puede estar sobreestimada puesto que se corresponde con la varianza residual, y en ella se pueden incluir no solo los errores de medida, sino también los efectos de las interacciones entre genes y ambiente.
La edad es una variable importante ya que las correlaciones obtenidas con las puntuaciones de los gemelos MC van declinando con la edad, sugiriendo que las influencias ambientales incrementan su importancia según va avanzando la vida de las personas.
Aunque los gemelos idénticos comparten toda su carga genética, existen variaciones en la expresión de estos genes y además esta variación se incrementa con la edad, lo que reafirma que la expresión de los genes está sujeta a influencias ambientales.
Limitaciones de los estudios de genética conductual
Efectos genéticos aditivos
El supuesto de que los efectos genéticos sobre las características de personalidad son aditivos, puede no ser cierto:
Por un lado las características de personalidad están influidos por múltiples genes, cada uno de ellos con una pequeña aportación, por lo que una configuración particular de genes es necesaria para que se produzcan ciertos fenotipos, por ello es improbable que los gemelos DC o los hermanos biológicos compartan precisamente todos los genes de las configuraciones multigenéticas necesarias para que se de una característica de personalidad determinada.
Por otro lado, dado que el fenómeno de la dominancia genética se produce, aunque los gemelos DC o los hermanos compartan el 50% de su genotipo no implica que compartan el 50% de su expresión fenotípica.
Resumiendo, se pueden heredar los genes pero no la característica expresada, por lo que los efectos genéticos no serían aditivos, es decir, no habría una relación lineal directa entre el número de genes compartido y el número de características comunes.
Efectos del ambiente compartido
Los estudios realizados concluyen que el efecto del ambiente compartido es nulo o muy bajo, para ello se basan en que los ambientes compartidos contribuyen a la semejanza ente las personas, pero puede que el ambiente compartido no contribuya a la semejanza, puesto que las mismas experiencias se pueden interpretar de forma muy diferente por los hermanos y por tanto, éstos pueden reaccionar a ellas de forma también distinta. De esta forma, el ambiente común contribuiría más a la diferencia entre los hermanos que a su parecido.
Algunas cuestiones metodológicas pueden contribuir a que se infravaloren las influencias de los ambientes compartidos. Una gran parte de los estudios realizados usan autoinformes o informes de los padres, por lo cual las puntuaciones obtenidas pueden estar influidas por los efectos de contraste. Este efecto es el que se da cuando la persona que contesta a un cuestionario se compara con otra.
Ejemplo: un gemelo puede tener la tendencia a responder comparándose con el otro gemelo, o un padre puede informar de las características de sus hijos gemelos comparándolos entre sí.
La única forma de evitar los efectos de contraste es que sean 2 personas distintas las que evalúen a los gemelos y que además la persona que evalúa a uno, no conozca al otro, para que la respuesta dada esté libre de comparaciones.
Estos efectos de contraste pueden disminuir la similitud que refleja tanto la contribución de los genes, como la de los ambientes comunes. De esta forma, la influencia de los ambientes compartidos se podría estar infraestimando.
La idea de que los efectos de contraste puede estar ensombreciendo el efecto de los ambientes comunes se ha comprobado en los estudios de carácter observacional en los que se encuentra que el efecto del ambiente compartido no es nulo, sino que se encuentra en torno a 0,2 en promedio para las 5 dimensiones básicas de personalidad.
Medida del ambiente
Los estudios de genética conductual parten de la correlación de 2 series de puntuaciones, en la mayoría de los casos de cuestionarios que miden características de personalidad, con la finalidad de separar los efectos genéticos de los ambientales.
En los pocos estudios que incluyen medidas del ambiente, lo que se hace es usar medidas indirectas o muy distales, como el estatus socioeconómico de los padres o su nivel de educación u ocupación.
Para que el ambiente pueda ser valorado más objetivamente, sería necesario, no solamente la identificación del ambiente familiar (estatus socioeconómico…) sino que se estudien los microambientes dentro de la familia.
En estudios que sí han incorporado medidas del ambiente específicas, se ha podido detectar la importancia de éste. Se ha comprobado que el tipo de instrucciones paternales, la atmósfera del hogar o la deprivación de la vecindad en la que se vive tienen un gran impacto en el desarrollo de problemas de conducta como beber o fumar, entre los niños de 11 y 12 años.
Metodología empleada
Los métodos usados para calcular la contribución genética y ambiental maximizan los efectos de la herencia y los factores ambientales no comunes:
por un lado, la contribución genética se puede estar sobrestimando debido a que no se están teniendo en cuenta las interacciones y/o correlaciones entre genes y ambiente
por otro lado, la forma como se calcula su influencia, mediante una correlación, puede también estar contribuyendo a esta sobreestimación.
La correlación es un índice que no es sensible a los cambios medios que se producen, sin embargo, si se tienen en cuenta estos cambios medios se demuestra claramente los efectos del ambiente.
Ejemplo: se sabe que los padres más coercitivos provocan en sus hijos más agresividad. Si se entrena a los padres para que usen menos el castigo en la educación de sus hijos, éstos se vuelven mucho menos agresivos. En este caso, la correlación calculada antes y después de la introducción del programa de entrenamiento se mantendría, puesto que las puntuaciones que eran altas en padres e hijos, bajan en ambos después del entrenamiento. A pesar de que la correlación se mantenga, sí que habría habido cambios sustanciales tanto en el trato de los padres, como en la respuesta de los hijos a ese trato.
Interacciones entre genes y ambiente
En la actualidad se admite que los genes cuando se expresan interactúan con el ambiente. En relación con la personalidad, también se acepta que los efectos genéticos pueden ser modificados por las interacciones entre genes y ambiente.
Se da una interacción entre genes y ambiente cuando la expresión del genotipo está moderada o condicionada por los efectos del ambiente.
En nuestra disciplina estas interacciones se estudian bajo el modelo diátesis-estrés, que entiende que la predisposición genética (diátesis) interactúa con los sucesos vitales o factores ambientales (estrés) para producir la expresión fenotípica. Por lo tanto el genotipo es necesario, pero no es suficiente para que se produzca la expresión de una característica. Sin el ambiente apropiado puede que no se llegue a expresar una determinada característica en el individuo.
Algunas evidencias sobre la interacción entre genes y ambiente
Se ha mostrado que la vulnerabilidad genética de los niños puede o no manifestarse dependiendo de la cualidad del trato recibido por los padres:
se ha encontrado que los niños adoptados que tenían un padre biológico esquizofrénico, tenían más probabilidad de desarrollar un desorden psiquiátrico sólo sí habían sido adoptados por una familia disfuncional.
se ha encontrado que los niños adoptados cuyos padres biológicos tenían una larga historia de criminalidad, el 12% de estos niños desarrollaron comportamientos criminales cuando eran adoptados por familias con buen funcionamiento, mientras que el porcentaje llegaba hasta el 40% cuando se adoptaban por familias con riesgo.
Se ha comprobado que la salud mantiene una relación directa con el nivel de ingresos, en el sentido que a mayores ingresos le corresponde una mejor salud, aún controlando el acceso a los sistemas de salud. Los niveles bajos de ingresos se asociarían con ambientes tanto físicos como sociales más estresantes.
Esta relación podría estar mediada por la percepción de control que los individuos tienen de las diferentes facetas de su vida. Los individuos con un bajo nivel de ingresos, pero con una alta percepción de control, y por lo tanto, con la expectativa y creencia de que pueden manejar su ambiente, muestran niveles de salud comparables con aquellos que tienen altos niveles de ingresos.
La influencia genética en la salud decrece a medida que se incrementan el nivel de ingresos y la percepción de control.
La contribución genética a la satisfacción vital (valoración del nivel de satisfacción con la vida), decrece a medida que se incrementa el nivel de ingresos.
La contribución genética en el estilo atribucional negativo, que se define como la tendencia relativamente estable a explicar las situaciones negativas mediante causas que son personales, estables en el tiempo y que afectan a diferentes áreas, cambia en función del nivel de estrés.
La contribución genética decrece sustancialmente cuando los participantes estuvieron sometidos a niveles bajos de estrés, mientras que se incrementa cuando su nivel de estrés era alto.
En un estudio se usó la observación directa de la conducta La diferencia fundamental con otros estudios es que lo que éstos juzgaban no era el nivel de extraversión, neuroticismo, afabilidad… sino que lo que observaban era si se comportaban extravertidamente, afablemente… cuando realizaban una serie de tareas distintas. Estudiaron los perfiles situación-conducta (las conductas presentadas en diferentes situaciones).
Resultados: las correlaciones calculadas a partir de estas observaciones son más bajas que las encontradas en otros estudios en los que no se tuvo en cuenta la situación. Además, las estimaciones del aporte genético, basadas en estas correlaciones, son también menores, con un promedio de 0,25.
En este estudio lo que se está estimando es la contribución genética a unidades totalmente específicas, no globales como los rasgos.
Algunos hallazgos de la genética molecular
Algunas de las investigaciones que se están desarrollando dentro del área implican la identificación de los genes específicos responsables de cada una de las características de personalidad mediante el uso de técnicas de genética molecular.
Mediante estas técnicas se ha confirmado que en la expresión de un rasgo están implicados diferentes genes, que explican muy poca cantidad de varianza cada uno.
Además cada uno de los genes tiene más de una función, es decir, están implicados en diferentes procesos bioquímicos en el cerebro, y así, pueden estar asociados con diferentes rasgos.
Existe una relación entre el DRD4, un gen asociado con un receptor concreto de la dopamina y la extraversión, en concreto con al faceta de búsqueda de excitación. Se considera que los individuos que tienen un determinado alelo del DRD4 son deficientes en dopamina y buscan novedades para incrementarla. Este gen, explicaría solo, entre un 4 y un 6% de la varianza, tendría un efecto muy pequeño.
Otro marcador identificado es el 5-HTTLPR, un alelo implicado en la producción de una proteína que influye en los niveles de actividad serotoninérgica en regiones corticales y del sistema límbico y que se asocia con la dimensión de neuroticismo. Este gen también explicaría una proporción de varianza muy baja, que oscila entre el 3 y el 4%.
De la misma forma que un rasgo está determinado por múltiples genes, un mismo gen puede influir en diversas características. Así, el DRD4 se ha relacionado también con hiperactividad, dependencia de drogas, trastorno de pánico y depresión. El nivel de depresión también se asocia con el gen 5-HTT, que se ocupa del transporte de la serotonina.
En un estudio que valoró la interacción entre genes y ambiente, se comprobó que se relaciona con sintomatología depresiva, pero solo entre las personas que habían experimentado sucesos vitales estresantes.
En otro estudio también se comprobó que la baja actividad del gen MAO-A se asociaba con conducta antisocial en adolescentes y jóvenes, pero sólo entre los que habían sido sometidos a severos malos tratos de sus padres.
Influencias culturales en la personalidad
La cultura es un sistema de significados (creencias, valores, normas, actitudes, conductas, conocimientos, habilidades…) compartido por un grupo determinado, que habla una lengua común, en un periodo histórico específico y en una región geográfica concreta.
Su función es mejorar la adaptación de los miembros que pertenecen a la cultura, a las características ecológicas del lugar en el que viven, pero también incluye el conocimiento que la gente necesita para funcionar de forma efectiva en su ambiente social.
Todo el sistema de significados que constituye la cultura debe ser aprendido por cada generación mediante el proceso de socialización, a través de las prácticas de crianza de los padres, las escuelas y otras instituciones sociales.
Existe una gran heterogeneidad intracultural en el grado en el que las personas internalizan y usan las normas culturales, dependiendo de sus preferencias, estados de ánimo, situaciones concretas…
No existe una única correspondencia entre personalidad y cultura, sino solo vínculos probabilísticos, de tal forma que la cultura incrementa la probabilidad de ciertos comportamientos consistentes de la sociedad.
La persona se adapta al marco cultural, desarrollando su propio y único conjunto de tendencias de respuesta, orientaciones cognitivas, metas y valores.
Se estima que aprox. el 60% de los individuos de una cultura se comportan de acuerdo con el sistema de significados compartidos por los miembros de la misma.
La dimensión de diferenciación cultural que más atención ha recibido ha sido la de individualismo-colectivismo (grado en que la persona está integrada en el grupo) ⇒ en las culturas colectivistas la unidad básica de actuación es el grupo, mientras que en las individualistas es la persona.
Según Triandis el colectivismo hace referencia a un conjunto de significados y prácticas que propicia que las personas:
enfaticen la conexión con su grupo, considerándose interdependientes del mismo
se describan a sí mismas más como miembros del grupo que como individuos
crean que la conducta social está más determinada por los elementos externos que por los internos
enfaticen las metas colectiva
Según Triandis el individualismo es un conjunto de significados y prácticas que produce que las personas:
enfaticen el carácter único e independiente del individuo
se describan a sí mismas mediante atributos personales
crean que la conducta social está más determinada por estos atributos personales que por las características externas
den prioridad a sus metas personales sobre las del grupo
Las sociedades tradicionales del este de Asia, África, Latinoamérica y las islas del Pacífico son colectivistas, mientras que las culturas del Norte de América, Australia y Europa son individualistas, aunque quedan algunas comunidades colectivistas en el sur de Italia, la Grecia rural y este de Europa.
Modelos teóricos en el estudio de la personalidad y la cultura
Existen 2 perspectivas en el estudio de la personalidad y la cultura la psicología cultural y la psicología transcultural.
La psicología cultural enfatiza:
la constitución mutua de cultura y personalidad, la personalidad no se puede separar del contexto social y cultural en el que se desarrolla y se expresa por lo que se considera que la personalidad se construye socialmente a través de las interacciones entre el individuo y su ambiente cultural.
el estudio de los aspectos específicos o indígenas de cada cultura, a los que se denomina émicos (palabra que deriva de fonémico que hace referencia a los sonidos específicos de cada lengua) por lo tanto, hacen descripciones de los fenómenos psicológicos muy contextuales.
el estudio de los procesos como expectativas, atribuciones, creencias, motivos…
el empleo de metodología experimental.
La psicología transcultural enfatiza:
considera que cultura y personalidad son entidades distintas, entendiendo que la cultura es la VI que tiene influencia en la personalidad que sería la VD.
se centra en los aspectos universales de todas las culturas, denominaos éticos (que deriva de fonético que se refiere a los sonidos idénticos en todas las lenguas) y por ello sus estudios se focalizan en la comparación de diferentes culturas con el fin de encontrar estos universales culturales.
pone énfasis en el estudio de las diferencias individuales (vs. Procesos) sobre todo los rasgos.
metodológicamente se centra en el empleo de cuestionarios estandarizados tradicionales.
Personalidad y cultura
La psicología cultural se centra principalmente en el estudio de los procesos (motivacionales, emocionales, cognitivos) mientras que la psicología transcultural se ha focalizado sobre todo en el estudio de los rasgos.
El self
Constructo que integra de forma holística el conjunto de características de personalidad del individuo.
El self hace referencia a cómo la persona se ve a sí misma y cómo se evalúa. A su vez, este conjunto de esquemas autoreferentes que constituyen lo que se denomina self, incluye, e incluso determina la experiencia individual, es decir, cómo se percibe el mundo, o cómo se piensa, siente y actúa.
El self se va constituyendo a través de la interacción del individuo con el ambiente cultural. Mediante esta interacción el individuo capta los significados del ambiente. El autoconcepto que emerge en las culturas individualistas difiere sustancialmente del que surge en las sociedades colectivistas ⇒ se distingue el self independiente, propio de las culturas individualistas, del self interdependiente, más frecuente en las sociedades colectivistas.
Distintas construcciones del self en función de la cultura en la que se desarrolla:
En las culturas individualistas:
las personas se perciben como independientes, autónomas y completas o intentan lograr esa autonomía e independencia.
acentúan los límites entre el “yo” y los “otros”, percibiéndose como agentes separados que actúan para conseguir sus propias metas, siendo algunas de las más importantes intentar ser único y autosuficiente.
es el propio self el que actúa como fuente de acción y motivación.
se describen en mayor medida con una seria de atributos internos (rasgos, preferencias, deseos…) que consideran que son los que predominantemente determinan y causan la conducta.
se experimentan a sí mismas como relativamente inmutables a través de las situaciones, haciendo todo tipo de cosas para mantener esta consistencia, pero por el contrario, consideran que se puede cambiar el mundo, el ambiente circundante.
el que sea crea que el mundo es más mutable que el self propicia que se experimente una percepción de control individual peculiar a la que se denomina control primario.
consideran que las acciones y propósitos que emprenden los seres humanos son independientes y se ven como completas en sí mismas, las relaciones con los demás juegan un rol menor en la identidad.
las relaciones son importantes, pero su importancia deriva de lo que pueden aportar al self. Sirven para conseguir metas individuales o paliar necesidades, más que como un fin en sí mismas.
En las culturas colectivistas:
las personas se experimentan a sí mismas como interdependientes de los demás, se sienten en conexión con los miembros del grupo al que pertenecen.
su self está inherentemente conectado con los demás y los individuos se ven como agentes conjuntos que actúan en sintonía con las metas y deseos de los otros cercanos.
algunas de las metas más importantes son conseguir ser similar a los otros y lograr su respeto y para ellos, los otros son una fuente importante de acción y motivación.
se describen a sí mismas mucho más mediante relaciones y roles que con atributos internos. El cambio de situación implica nuevos roles y distintas obligaciones, la conducta está determinada mucho más por roles y normas sociales que por las características personales.
el self interdependiente implica estar alerta a las necesidades, deseos y metas de los otros, pero cuando se dice “los otros” no se hace alusión a todo el mundo, sino que se refiere a los miembros del intragrupo (familia, amigos, grupo de trabajo…).
el self es fluido y puede cambiar en función de los distintos roles que se desempeñan y las diferentes expectativas y demandas situacionales de los roles y las relaciones.
estos roles son relativamente inmutables. El mundo social se ve como duradero y permanente, y por ello, la flexibilidad individual debe acomodarse a la inflexibilidad del mundo social.
cuando el mundo es más fijo que el self, la gente demuestra control mediante el control secundario o ajuste a las demandas situacionales.
la fuente de la acción no es el individuo autónomo sino que la acción individual .se distribuye a través de la configuración de las relaciones con los otros.
las relaciones son muy importantes y tienen un fin en sí mismas.
ven a los miembros de su intragrupo como una extensión de su self, mientras que mantienen la distancia con los miembros de los exogrupos.
El self interdependiente también incluye representaciones de atributos personales (habilidades, rasgos…) que además pueden ser fenomenológicamente muy sobresalientes, pero generalmente están subordinados al orden social y por ello son menos importante en la regulación y predicción de la conducta.
A modo de síntesis: el self individualista es un muro que separa a la persona de los demás, mientras que el self colectivista es un puente que la conecta con los demás seres humanos.
Además de darse tan marcadas diferencias entre personas de distintas culturas en cómo se perciben y describen a sí mismas, también se dan en cómo se valoran, o lo que es lo mismo, en su autoestima.
Algunos autores han encontrado que las personas individualistas puntúan más alto en las escalas de autoestima que las colectivas, pero algunos defienden que estas diferencias culturales no son reales y se deben a la deseabilidad, puesto que en las culturas colectivistas se valora mucho la modestia.
Se entiende que no es que tengan una menor autoestima, sino que informan menos autoestima para comportarse de forma modesta. Sin embargo, algunos estudios usando medidas implícitas de autoestima siguen encontrando que los colectivistas muestran una autoestima más baja que los individualistas.
Ejemplo: en un estudio se empleó una medida implícita de autoestima, en la que los participantes tenían que decidir si una serie de palabras relacionadas con rasgos de personalidad, positivos o negativos les eran aplicables.
Los rasgos se presentaban en 2 condiciones de carga atencional: la condición de baja carga y la condición de alta carga.
Resultados:
Mostraron que los tiempos de latencia en la condición de alta carga atencional eran mayores que en la condición de baja carga.
No encontraron diferencias en el porcentaje de rasgos (positivos y negativos)
Los resultados más importantes fueron las diferencias encontradas entre japoneses y euro-canadienses en el porcentaje de rasgos positivos y negativos.
El porcentaje de rasgos positivos que consideraron que les eran aplicables los euro-canadienses era mayor que el de los japoneses. En conjunto, los euro-canadienses mostraron una mayor autoestima que los japoneses.
La autoestima es uno de los predictores del bienestar más potentes en las culturas individualistas, pero no en las colectivistas, en las que la armonía en las relaciones y la adherencia exitosa a las normas son mucho más determinantes del mismo.
Motivación
En relación a la motivación, las personas individualistas se orientan más a conseguir el éxito (motivación de aproximación), mientras que las colectivistas se orientan más a la evitación del fracaso (motivación de evitación).
Este hecho implica que en los individualistas la motivación se incremente después del éxito, mientras que en las colectivistas lo haga después del fracaso.
En las sociedades individualistas el mandato cultural fundamental para las personas es conseguir ser una entidad única, independiente y autosuficiente, por lo tanto una motivación importante será percibir el self lo más positivamente posible (mostrar una alta autoestima).
Para conseguir mantener o aumentar la autoestima presentan lo que se conoce como motivo de autoensalzamiento (tendencia a verse lo más positivamente posible) aunque para ello tengan que sesgar o distorsionar la realidad. Esta motivación también les va a llevar a intentar trabajar duro o persistir en tareas en que tengan éxito, y que por lo tanto aumenten la probabilidad de aumentar la positividad del self y permitan mantener el sentido del self como un agente eficaz.
En las sociedades colectivistas el mandato cultural más importante para las personas es lograr el respeto y deferencia de los otros, lo que solo se puede conseguir cuando los demás juzgan que uno se comporta adecuadamente, lo que a su vez, solo se logra en la medida en que el individuo es capaz de vivir con las expectativas (frecuentemente desconocidas) de los otros.
Dada su gran necesidad de ajuste al mundo social circundante, es natural que atiendan selectivamente a los atributos negativos (autocrítica) y que sean especialmente responsivos a los eventos que señalan negatividad y necesidad de mejora. Esta motivación de automejora les lleva a trabajar duro y persistir en tareas en las que han fracasado y en las que quieren mejorar.
El autoensalzamiento característico de los individualistas se logra de diferentes formas:
muestran un estilo atributivo defensivo, es decir, explican sus éxitos por causas internas y sus fracasos por causas externas
cuando se comparan con los demás (compañeros, padres, profesores…) indican que son mejores que los otros, y a la hora de definirse emplean muchos más atributos positivos que negativos
Entre las personas de las culturas colectivistas, no solo no se da el sesgo de autoensalzamiento que muestran los individualistas, sino que son muy autocríticos. Aunque se había creído que la focalización en los aspectos positivos de uno mismo era la única forma de motivar al self, la psicología cultural ha puesto de manifiesto que la autocrítica también se asocia con el buen rendimiento.
En un estudio llevado a cabo por Heine se informaba a los participantes de que el objetivo era valorar la relación entre creatividad e inteligencia emocional.
Los resultados permiten sugerir que las personas individualistas incrementan su motivación después del éxito, mientras que las colectivistas lo hacen después de fracaso.
En el mismo estudio se les pregunto el grado en que creían que los ítems de la prueba eran precisos, encontrando que los canadienses que habían tenido éxito consideraban la prueba más precisa que los que habían fracaso, lo que denota autoensalzamiento. Sin embargo, entre los japoneses no se mostraba autoensalzamiento pues valoraban igual de precisa la prueba tanto si había tenido éxito como si habían fracasado.
En relación al autoensalzamiento, se ha encontrado que los colectivistas sí muestran los sesgos típicos de favorabilidad (autoensalzamiento cuando se refiere a uno mismo) pero cuando valoran a su familia.
Cuando la gente actúa para influir en el ambiente, experimenta eficacia (creencia en la propia capacidad y sentimiento de competencia) mientras que cuando las personas se ajustan a su ambiente, especialmente cuando se ajustan a otras personas, reciben respuestas interpersonales positivas y apoyo socioemocional y experimentan un sentimiento de conexión con los demás.
La motivación de control, típicamente occidental, no necesariamente se expresa igual en todas las culturas, ya que la percepción de control sobre los eventos es mucho mayor en los euroamericanos que en los asiáticos e hispanos, pero sin embargo, tanto asiáticos como hispanos perciben que tienen más control sobre sus propias características personales internas.
Emociones y bienestar
Los procesos emocionales se dan en todas las culturas, pero existen marcadas diferencias entre las sociedades en las emociones predominantes, la frecuencia con que se expresan y la regulación y valoración de las mismas.
Se pueden distinguir entre emociones implicativas (tienen como referente a los demás) y las emociones no implicativas (tienen como referente al yo, egofocalizadas). Esta diferencia se puede hacer tanto entre las emociones positivas como entre las negativas.
En cuanto a los sentimientos positivos, las emociones como orgullo, autoconfianza o sentimiento de superioridad (emociones no implicativas) suelen ser el resultado de la satisfacción o confirmación de los atributos internos como metas, deseos o derechos. Experimentar y expresar estas emociones afirma la identidad del self como una entidad independiente.
Otras emociones positivas como la simpatía o los sentimientos de respeto, cercanía o amistad (emociones implicativas) resultan del hecho de estar conectados con los demás en las relaciones. Cuando estos sentimientos se experimentan y se expresan la armonía y unidad se fortalecen y se percibe el self como implicado en estas relaciones.
Las emociones negativas como ira o frustración (emociones no implicativas) normalmente derivan del bloqueo de metas, deseos o derechos, o de interferencias en creencias. Este tipo de emociones motivan para eliminar la amenaza y restaurar el sentido de independencia.
Otras emociones negativas como la culpa o la vergüenza (emociones implicativas) resultan de algún tipo de fracaso producido en las relaciones con los demás y motivan al individuo para cambiar su comportamiento y restaurar la armonía y unidad que se dan en las relaciones.
Se ha encontrado que los japoneses experimentan y expresan más emociones implicativas que no implicativas (tanto positivas como negativas) mientras que los americanos presentan el patrón contrario.
En el estudio de Kitayama los participantes tenían que valorar la intensidad con que habían sentido una serie de emociones, tanto implicativas como no implicativas.
Los resultados mostraron una interacción significativa donde los americanos mostraron más emociones no implicativas que implicativas, mientras que entre los japoneses fue al revés.
Japoneses:
informan de menos emociones, menos intensas y de más corta duración que los americanos.
están más atentos a la información extra individual, dedican gran parte de sus recursos atencionales a los demás y al ambiente circundante y atienden menos a sus emociones.
las emociones juegan un rol menos importante en la vida diaria, no son importantes predictores del bienestar.
tienden a controlar la expresión emocional para mantener las relaciones armónicas con los demás.
han desarrollado estrategias para evitar la expresión de emociones negativas como la ira que pueden ser amenazantes para el self interdependiente.
- Ejemplo: en china las discusiones tienen una estructura clara, explícitamente diseñada para prevenir el conflicto. Los japoneses expresan ira a los extraños pero no a las personas cercanas, todo lo contrario que en las culturas occidentales. Entre los occidentales se siente culpa por violar un principio moral o ley, mientras que entre los chinos se siente por dañar a otros psicológicamente.
sentir orgullo por los propios logros se considera arrogancia y se procura su evitación, pero si está bien considerado sentir orgullo por acciones dignas de elogio de los otros miembros del grupo.
Norteamericanos:
desarrollan una sensibilidad especial para detectar cualquier cambio interno.
informan de más emociones, más intensas y de más larga duración que los japoneses.
las emociones son uno de los factores que más influyen en el bienestar, juegan un rol importante en la vida diaria.
Resumiendo ⇒ en las culturas colectivistas, las emociones emergen como fenómenos relacionales y reflejan el estado de estas relaciones, mientras que en las culturas individualistas se refieren mucho menos al ambiente social y más a los aspectos subjetivos e intrapersonales. En las culturas colectivistas, las emociones se apoyan más en las valoraciones de valía social o en cambios en esa valía y reflejan más las relaciones del self con los demás y la realidad externa que el mundo interno del individuo.
Predictores de la felicidad en las sociedades individualistas son: la autoestima, las emociones positivas, el logro de metas personales y la percepción de control personal. La felicidad se asocia al predominio de emociones positivas sobre las negativas. Se experimentan como opuestas correlacionando muy poco y negativamente.
Predictores de la felicidad en las sociedades colectivistas son: la armonía social, la adaptación a las normas sociales, el logro de metas interpersonales, la percepción de conexión social y el apoyo emocional de los demás. La felicidad se relaciona con el balance entre emociones positivas y negativas y las experimentan simultáneamente y correlacionan alta y positivamente. Creen que lo positivo contiene, en sí mismo, lo opuesto o negativo (yin- yang). Ejemplo: algo bueno puede causar envidia o celos en los demás, mientras que algo malo, puede provocar la simpatía de los otros. Estas creencias sugieren que, aunque las emociones positivas son deseables, no deben ser excesivas para no producir consecuencias negativas.
Cognición
Error fundamental de atribución consiste en sobreestimar las causas internas e infravalorar las situacionales en la explicación de la conducta. Este sesgo no es universal como se creía y es mucho más débil en las culturas colectivistas.
Las culturas colectivistas, usan en mayor medida que las individualistas, causas de tipo situacional para explicar la conducta.
Los orientales, respecto a los occidentales, atienden más al ambiente y además, prestan atención a un rango más amplio de eventos simultáneamente, por lo que atienden tanto al objeto como al campo, mientras que los americanos se centran más en el objeto. Por ello se dice que en los colectivistas la atención es más holística, mientras que en los individualistas está focalizada.
Los orientales no se enfrentan de la misma forma a las contradicciones que los occidentales. Ejemplo: cuando se enfrentan a proposiciones contradictorias, los chinos las ven igual de plausibles, como si se vieran obligados a encontrar méritos en ambas, sin embargo, los americanos eligen una. Los americanos intentan evitar las contradicciones y cuando se les presentan argumentos contradictorios, los intentan eliminar seleccionado de la información que les interesa, lo que les lleva a ignorar información útil. Los chinos aceptan la contradicción como una parte de la vida y cuando se enfrentan con argumentos contradictorios aceptan ambos y no hacen esfuerzos para resolver la inconsistencia.
El rechazo o aceptación de las contradicciones pone de manifiesto 2 formas diferentes de pensamiento en las distintas culturas:
el pensamiento analítico (predominante en las culturas individualistas): implica la separación del objeto del contexto, una tendencia a focalizarse en los atributos el objeto, lo que propicia que se le asigne a diferentes categorías, y una preferencia por usar reglas sobre las categorías para explicar y predecir el comportamiento del objeto.
el pensamiento holístico (propio de las colectivistas): implica una orientación al contexto o campo como un todo, incluyendo las relaciones entre el objeto focal y el campo y la preferencia por explicar y predecir los eventos de acuerdo a sus relaciones. Es un conocimiento basado en la experiencia más que en la lógica abstracta y es además dialéctico, con énfasis en el cambio, la necesidad de múltiples perspectivas y búsqueda de un punto medio entre proposiciones opuestas.
Se ha encontrado que los occidentales se basan en la lógica, pero los orientales, aún dominando la lógica, se fundamentan más en la experiencia.
Los coreanos y americanos rinden igual en los ítems abstractos, lo que indica que no hay diferencias culturales en la capacidad de razonamiento, sin embargo, los coreanos presentan una especie de “sesgo de creencia” (juzgar los silogismos válidos como no válidos si tenían conclusiones no probables).
Rasgos
La psicología transcultural tiene como objetivo fundamental demostrar que los rasgos, son universales y se presentan en todas las culturas.
La psicología cultural no pone en duda la existencia de los rasgos en las diversas culturas, sino su relevancia.
La estructura de los 5 grandes emerge en países de América del Norte y del Norte de Europa. Sin embargo, en otros países emergen dimensiones indígenas o específicas, mientras que no se obtienen algunos de los 5 grandes.
Las dimensiones indígenas parecen mucho más predictivas que cualquiera de las 5 dimensiones básicas.
Se ha comprobado que en las culturas no occidentales, los roles y normas sociales son más predictivos del comportamiento que los atributos internos. El menor poder predictivo de los rasgos se ve reafirmado por el hecho de que las personas de culturas colectivistas tardan mucho más en definirse a sí mismas en comparación a las individualistas. Dado que la conducta de los individuos colectivistas depende más de los roles que desempeñan, es mucho menos consistente a través de las situaciones, que la de las personas individualistas.
Resumiendo ⇒ En las culturas occidentales, el sentido de consistencia o coherencia deriva de la identificación de características internas que se asume son estables y duraderas, mientras que en oriente, la coherencia y predictibilidad proviene de los roles, relaciones y obligaciones que son las que se perciben como estables y duraderas.
Consideraciones finales
La psicología cultural considera que personalidad y cultura se influyen mutuamente. Sin embargo, los estudios se han centrado en cómo en las diferentes culturas, los individuos desarrollan diferentes patrones de comportamiento, pero se ha prestado muy poca atención a los procesos mediante los que la persona puede influir en la cultura.
Aunque la psicología cultura defiende que la personalidad se construye socialmente, a través de las continuas interacciones del individuo con el ambiente, sus estudios se centran en los efectos de esas interacciones, pero no en la interacción en sí misma.
Los efectos de la interacción se observan cuando las personas se comportan diferencialmente en las distintas culturas.