El proceso motivacional
Introducción
Muchos consideran que en la motivación existe alguna fuente de energía responsable de activar el comportamiento de los individuos, y que cada fuente impulsora es específica para cada conducta.
La energía que activa la conducta también cumple una función directiva.
La motivación es un proceso adaptativo y dinámico que tiene como principal objetivo aumentar la probabilidad de adaptación del organismo a las variaciones que tiene el medio ambiente.
Para Ferguson (2000), la motivación es un proceso dinámico interno que energiza y dirige las tendencias de acción de los individuos, y que puede implicar un cambio o variabilidad. Ésta variabilidad puede hacerse evidente de dos maneras:
Como intensidad en la movilización de la energía o cantidad de esfuerzo que es necesario emplear para llevar a cabo la acción. Indica la fortaleza o la debilidad de la motivación, es decir, se refiere a cómo de fuerte es la motivación: cuando uno está muy motivado, está más alerta y sensible, y por tanto realiza un mayor esfuerzo en las acciones que desarrolla. Este aspecto energético ha recibido diferentes denominaciones: arousal (Anderson), tensión dinamogénica (Courts), movilización de energía (Duffy) y activación (Duffy y Malmo, éste es el término que se usa de forma genérica para indicar el aspecto energético o de intensidad de la motivación).
Como tipo o calidad de la motivación que conduce a la dirección selectiva de la acción.
Este aspecto implica una selección de la dirección para la ejecución de la acción, estableciendo de qué modo o hacia qué meta se dirige la acción.
Durante el predominio del conductismo, se dio más importancia a la función energizante; y durante el predominio de la psicología cognitiva, se le dio a los aspectos direccionales.
Activación
Concepto de activación
En psicología, la característica energizante de la motivación recibe el nombre de activación.
La activación es la propiedad activadora de la motivación, es una de las variables responsables del inicio, del mantenimiento, de la intensidad y de la finalización de la conducta motivada.
El concepto de activación era ya conocido en psicología desde que se investigaban las funciones psicofisiológicas de los estados emocionales y motivacionales.
Para Cannon (el primero en hablar de la activación),la activación se identificaba con la activación fisiológica del organismo y con los cambios y/o respuestas fisiológicas del sistema nervioso autónomo. Para él, la activación tenía una función motivacional energética, que tenía como principal función preparar al organismo para actuar de forma adaptativa según las demandas de una situación determinada; el control de esta función energética se realiza a través de la acción combinada de las ramas simpática(responsable de los cambios fisiológicos presentes en las emociones y en los estados motivacionales) y parasimpática(dominante en los estados vegetativos); de modo que cuando una se activa la otra se inhibe, y viceversa.
Características de la activación
Para Petri y Govern (2005), la primera principal característica de la activación es que activa la conducta, e inicia la conducta motivada; y es responsable del inicio, del mantenimiento, de la intención y de la finalización de la conducta motivada. Aunque la conducta activada es considerada como un buen índice de que existe la motivación, ésta no siempre es manifiesta.
Lacey (1967) señaló que la activación puede manifestarse en tres niveles de actividad: electrocortical (a través del sistema nervioso central), fisiológica (a través del sistema nervioso autonómico) y por la actividad motora.
La segunda característica de la activación es su persistencia o insistencia en el comportamiento; así podemos considerar que cuando un organismo está motivado, persiste en su conducta hasta conseguir su objetivo. Se ha considerado que la persistencia es un índice de la motivación, en el sentido de que a mayor activación, mayor persistencia del comportamiento. Depende también de otros factores, como pueden ser las opciones disponibles para realizar la conducta; de manera que, cuanto menores sean esas opciones disponibles, la persistencia será más claramente un índice de la motivación, y al contrario.
La tercera característica de la activación es la intensidad (fuerza o vigor) de la conducta motivada.
Existe una correlación positiva entre el nivel de intensidad de la conducta y el nivel de motivación, así que a mayor intensidad de la conducta, se producirá una mayor activación. Aunque algunos indican que interviene el aprendizaje.
La conducta manifiesta, la persistencia y la intensidad son las características de las propiedades activadoras que, en condiciones adecuadas, constituyen los indicadores de la existencia de la motivación.
Estudios sobre la activación
Ferguson señaló que han sido asuntos de interés la movilización de energía y el gasto energético de la conducta.
La activación varía desde el sueño profundo hasta situaciones de máxima alerta o vigilancia. Se produce una alta activación cuando existe un aumento en la alerta, cuando se tiene una mayor capacidad de respuesta y cuando se obtiene un mayor nivel general de excitación fisiológica.
Conductualmente, la activación hace referencia a una mayor amplitud, frecuencia y duración de las respuestas de los individuos. Así, en condiciones de alta activación conductual, las respuestas son más fuertes, frecuentes y duraderas.
Fisiológicamente, la activación alude al aumento de la actividad fisiológica que se asocia, principalmente, con la actividad del sistema nervioso autónomo (por ejemplo, aumento de la tasa cardíaca, cambios en la presión arterial, etc).
Muchas medidas fisiológicas se han utilizado para medir la activación, como son: el electrocardiograma, (ECG), la tasa cardíaca y la presión arterial.
La activación también produce cambios importantes en el sistema nervioso central, como lo demuestran los registros del electroencefalograma.
Otras medidas para medir la activación fisiológica han sido la actividad electrodermal, el electromiograma (para el registro de actividad muscular), la amplitud y frecuencia respiratoria, el ritmo y volumen sanguíneo, la temperatura corporal, la motilidad digestiva y las mediciones neuroendocrinas.
Al variar las tareas y las situaciones, también se producen diferentes reacciones de activación.
El fraccionamiento direccional de respuestas (término acuñado por Lacey) indica una disociación fisiológico/conductual en función de la activación; esto es:las situaciones pueden requerir una respuesta tranquila o brusca e inmediata; por lo que las reacciones conductuales y fisiológicas serán distintas en cada caso (=fraccionamiento direccional).
La respuesta estereotipada (Lacey y Lacey) señala que en una amplia gama de estímulos y situaciones, cada individuo tiene patrones fisiológicos estables y respuestas conductuales únicas.
Así, ante una misma activación, a nivel fisiológico unos responderán principalmente con reacciones cardiovasculares, otros con reacciones musculares, etc; y a nivel conductual unos responderán con una retirada, otros con un ataque, etc.
Se han empleado las medidas de autoinforme para estudiar la activación de los humanos, principalmente para medir tanto el estado (=activación momentánea) de activación como el rasgo (=característica de ese individuo) de activación.
Según Thayer, debe diferenciarse entre activación energética (que se relaciona con los sentimientos positivos) y activación tensa (que se relaciona con situaciones de amenaza, dolor o ansiedad). La primera produce aumentos lineales en el rendimiento; la segunda produce disminuciones en la calidad del rendimiento.
Activación y rendimiento
Muchas investigaciones han intentado comprender de qué modo la activación afecta a la ejecución en diversas actividades.
En general, cuando aumenta la activación también lo hacen la reactividad fisiológica y la actividad motora. Existe una relación lineal monotónica entre la activación y las respuestas fisiológicas y motoras; así, a mayor motivación, mejor rendimiento.
Las medidas de activación que reflejan más estrechamente la intensidad de la motivación son las que implican al sistema nervioso simpático.
La activación con el rendimiento en ejecución de una tarea presenta una relación curvilínea en forma de U invertida.
La ley de Yerkes-Dodson señala que el nivel de motivación tiene un punto óptimo entre los valores intermedios de activación, pero en los niveles excesivamente altos o bajos empeora el rendimiento.
La teoría de la activación de Hebb coincidía con la propuesta de una relación curvilínea de U invertida entre activación y conducta.
Estudios posteriores, aunque seguían suponiendo que el nivel óptimo de activación variaba en función del tipo de tarea y no sólo de su dificultad, no adoptaron una postura unánime.
Dirección
Concepto de dirección
Para explicar la conducta motivada es necesario que el individuo pueda seleccionar los objetivos o metas hacia donde dirigir sus conductas.
Para que se produzca la conducta motivada es esencial considerar la dirección de la conducta que realiza el individuo; es decir, cómo éste va cambiando de una actividad a otra.
La dirección proporciona la posibilidad de variedad de acciones y tendencias que van a mostrar los individuos en las diferentes situaciones y estados internos del organismo. Se refiere a las características selectivas por las cuales se produce la variación de la clase de objetivos a los que responde el individuo.
La dirección es un índice del estado motivacional que tiene el individuo, y por éso adquiere una importante función para predecir la conducta motivada.
Cuando la dirección de la conducta es única, no resulta relevante, pero cuando existen varias posibilidades de elección, que le permitan decidir qué conducta hacer y hacia dónde orientarla, es más difícil que se produzca la predicción de la conducta motivada, y en estos casos, adquiere una importante consideración.
Para Fernández-Abascal, la direccionalidad de la conducta abarca tanto a los objetivos determinados genéticamente como a las metas y objetivos típicos del comportamiento humano.
Variables de la dirección
En general, todos los organismos están en un estado de continua motivación, debido a que siempre existe algún objetivo hacia el cual dirigir sus conductas.
Conseguir un determinado objetivo, dependerá del esfuerzo, persistencia y dedicación del individuo, así como de su relevancia y de lo dispuesto que esté a lograrlo.
Palmero señala dos variables que intervienen en la consecución de los objetivos:
La expectativa de la consecución del objetivo: dependiendo de la proximidad o lejanía que perciba subjetivamente con respecto al objetivo, el individuo realizará su consiguiente actuación.
Su grado de atracción: cuanto más atractivo sea el objetivo para él, mayor será su nivel de motivación, y por consiguiente su actuación estará más encaminada a su consecución.
Determinantes de la motivación
En el proceso motivacional intervienen varios determinantes (internos y externos) que actuando de diversas maneras pueden llegar a explicarlo.
Todos los determinantes pueden actuar solos o conjuntamente, estableciendo complejas interacciones entre ellos. En los motivos primarios los principales determinantes son la herencia, la homeostasis y el hedonismo; mientras que en los motivos secundarios son el aprendizaje, la interacción social, el crecimiento y los procesos cognitivos.
Determinantes internos
Se originan dentro del organismo, y son los mecanismos debidos a la herencia, a factores homeostáticos, al crecimiento potencial y a los procesos cognitivos.
La herencia
Es el principal, y hace referencia a los diversos factores genéticos que, programados en el organismo, actúan sobre el proceso motivacional (por ejemplo, la conducta sexual). Es explicado según dos enfoques diferentes: el enfoque instintivo propone que la energía se acumula en el organismo y da origen a un estado motivado; y el enfoque fisiológico establece que los circuitos cerebrales vigilan el estado del cuerpo y activan las conductas cuando detectan algún cambio.
La homeostasis
La homeostasis es un determinante que atañe específicamente al desencadenamiento de la motivación. Hace referencia a la existencia de un nivel óptimo de activación en varios estados del organismo y está relacionado con el mantenimiento del equilibrio fisiológico (equilibrio homeostático). Los motivos primarios (hambre, sed, etc) se ajustan perfectamente a este concepto; los secundarios (logro, poder) no se ajustan tan fácilmente.
El crecimiento potencial
El crecimiento potencial hace referencia a la idea de que el ser humano está motivado para alcanzar su pleno potencial tanto en los aspectos físicos como en los aspectos psicológicos y emocionales.
Los procesos cognitivos
Los procesos cognitivos hacen referencia a los determinantes que proceden de la información que recibimos y de la forma en que la procesamos (=pensamiento). Éstos contribuyen a motivarnos y repercuten de una manera importante en la conducta de los sujetos.
Determinantes externos
Se originan fuera del organismo, y son los mecanismos debidos al aprendizaje, a factores hedónicos y a la interacción social.
El aprendizaje
El aprendizaje es la principal, puesto que está demostrado el papel fundamental que realiza lo aprendido en las conductas motivadas. Hull formuló una teoría en la que interrelacionaba el aprendizaje con la motivación en la producción de las conductas. Numerosas investigaciones han examinado el papel del aprendizaje en la génesis de los estados motivacionales.
El hedonismo
El hedonismo es uno de los primeros y más aceptados determinantes. Señala la tendencia generalizada de los organismos a aproximarse a todo aquello que produce placer y a huir o evitar todo aquello que produce dolor.
La interacción social
La interacción social es uno de los más importantes, pues se ha comprobado que la interacción entre las personas tiene realmente un efecto motivador: está comprobado la influencia del grupo en la motivación para aceptar una situación determinada, o la influencia que ejercen las figuras de autoridad que nos motivan para obedecer.
El proceso motivacional
El proceso motivacional ha sido considerado de distinta manera por varios autores.
Para Reeve, el proceso motivacional está formado por las siguientes fases:
anticipación (expectativas de la emergencia y/o satisfacción de un motivo),
activación y dirección
conducta activa y de retroalimentación del rendimiento, y
resultado.
El denominador común a todas las consideraciones sobre el proceso motivacional es que éste es un proceso dinámico, que tiene como principal función aumentar la probabilidad de adaptación del organismo a su entorno.
La secuencia del proceso motivacional según Deckers
Para Deckers, la secuencia del proceso motivacional se establecía en tres momentos:
la elección del motivo, que se refiere a la selección del objetivo de entre los que compiten para conseguir su satisfacción;
las conductas instrumentales que son aquellas actividades que realiza un individuo para satisfacer un motivo y conseguir el objetivo elegido (cuyos aspectos más importantes son: la duración-cantidad de tiempo que debe dedicar a conseguir satisfacer un motivo; como por ejemplo varios años para estudiar una carrera-, la frecuencia-o número de veces que un individuo inicia una actividad para lograr su objetivo- y la intensidad-o cantidad de esfuerzo necesario para llevar a cabo la conducta instrumental; a más intensidad, más motivación); y
la realización de la conducta consumatoria que representa la finalización del proceso motivacional, puesto que la secuencia conductual termina con la consecución del motivo satisfecho, que es siempre el objetivo final del proceso (cuyos aspectos más importantes son: examinar las propiedades físicas del objetivo, la realización de la conducta consumatoria que pone fin a la satisfacción del motivo, a través de los procesos de atribución causal).
La secuencia del proceso motivacional según Fernández-Abascal
Para Fernández-Abascal, el proceso motivacional comienza cuando uno o varios de los determinantes motivacionales provocan en el individuo las condiciones necesarias para que éste adquiera la intención de iniciar una conducta específica. A continuación, la activación del comportamiento pone en funcionamiento la conducta con una determinada intensidad, al mismo tiempo que la intención también nos indicará la dirección hacia la que el sujeto debe dirigir dicha conducta, a través de la actitud hacia la conducta, las normas subjetivas y el control voluntario.
Todo el proceso se autorregula por un sistema de retroalimentación, que actúa sobre el entorno a medida que vaya obteniendo información del progreso de su ejecución.En el proceso motivacional pueden actuar de detonantes uno o varios de los determinantes de la motivación (tanto factores externos -aprendizaje, hedonismo e interrelación social que actúan de propulsión en el comportamiento-, como internos -herencia, homeostasis, crecimiento potencial y procesos cognitivos, que actúan de tracción).
La intención es el factor motivacional que más influye en la conducta; la intención depende de dos factores: la actitud hacia la conducta (evaluación personal, favorable o no, que realiza el sujeto de ella), y las normas subjetivas en relación con esa conducta (creencias que ejercen la presión social y que inducen al sujeto a realizar o no ciertas conductas).
Además, la intención de un individuo en relación con una conducta sólo se llevara a cabo si dicha conducta se halla bajo su control voluntario.
El proceso de motivación propuesto por Palmero
Para Palmero (2005), el proceso de motivación tiene dos momentos distintos:
la toma de decisiones y la elección del objetivo,
el control del resultado.
El primer momento, la toma de decisiones y la elección del objetivo, comprende los siguientes pasos:
la ocurrencia o aparición del estímulo (deseo o necesidad);
el proceso de percepción del estímulo (consciente o no consciente);
los procesos de evaluación y valoración del objetivo, que permitirán al organismo decidir qué estímulo es capaz de desencadenar la conducta motivada;
los procesos de decisión y elección del objetivo, en los cuales hay que tener también en cuenta, además de la necesidad o el deseo, el valor del objetivo y la expectativa de conseguirlo;
la realización de la conducta motivada, que puede estar constituída por una secuencia de conductas instrumentales que inician una actividad de ensayo-error dirigida a conseguir una meta.
La activación en este proceso, se inicia desde el momento en que el organismo detecta una necesidad, poniendo en marcha de forma automática los mecanismos apropiados para corregir dicha necesidad o deficiencia.
La dirección en el proceso motivacional empieza en el instante mismo en que se producen los procesos de evaluación y valoración, actuando en la elección del objetivo que se convertirá en meta y con la elección de las conductas adecuadas para conseguir el objetivo.
El segundo momento, el control del resultado comprende los siguientes factores: 1) la verificación de la congruencia, en la que el individuo efectúa un balance de congruencia entre su situación actual y lo que espera obtener; 2) la atribución de causas, que pretende que el individuo sea consciente de lo apropiada que fue su elección de la meta y de las conductas instrumentales que utilizó; y 3)se establecerá una función de generalización de los resultados que le permitirá asociar las conductas instrumentales utilizadas con objetivos similares en el futuro.
Componentes de la motivación
La mejor manera de entender la motivación humana es analizar los distintos sistemas que la conforman, estudiando sus principales componentes: biológicos, aprendidos y cognitivos.
Es importante considerar los componentes motivacionales para comprender el funcionamiento del proceso motivacional, y conocer las interrelaciones que se producen entre ellos.