La toma de decisiones en grupos

Introducción

El formato de pequeño grupo que tiene que adoptar una decisión se emplea de forma creciente en los más diversos ámbitos: consejos empresariales, comisiones parlamentarias, jurados etc. Además de los pequeños grupos con carácter duradero e institucionalizado, existen numerosos grupos creados ad hoc para una decisión específica.

Davis (1973): el empleo de grupos, no sólo sirve para obtener decisiones de calidad, sino para otros propósitos como la recogida de información, para garantizar el compromiso con la puesta en práctica de la decisión, o para poner de manifiesto las preferencias de personas no presentes en la situación y que son representadas por los integrantes del grupo.

Se puede llevar a cabo una clasificación de las tareas intelectuales que pueden realizar los grupos en función de dos criterios (Stasser y Dietz-Uhler 2001):

  • A) El formato de respuesta: elegir entre alternativas (elección) o valorar en una dimensión (valoración).
  • B) El grado en que es demostrable que el producto de la discusión o trabajo del grupo es correcto, es decir, el grado en que se puede llegar a mostrar objetivamente que la solución o decisión de grupo es la acertada. Este criterio permite distinguir entre tareas de juicio, en las que no se puede establecer con exactitud la corrección de la respuesta, y tareas intelectivas en las que sí es posible ese contraste, como sucede con muchas de las de solución de problemas en grupo.

Por otra parte, la decisión en grupos, a su vez, ha tenido continuidad en los que tratan de la cognición social en y por los grupos, que constituye uno de los desarrollos recientes que más interés ha despertado en el dominio de los grupos. En el modelo de decisión en grupos que se propone y en el estudio de los déficits en la toma de decisión juega un papel importante el uso que hace el grupo de la información de que dispone para tomar la decisión.

El proceso de decisión grupal

El modelo general de la toma de decisión grupal propuesto por Burn servirá, no sólo para conocer los requisitos generales para una decisión de calidad, sino para entender las limitaciones y fallos en el proceso de toma de decisión en grupo. Este proceso general consta de seis pasos:

  1. Definir el problema. Es decir, señalar cuales son los objetivos de la toma de decisión. Lo importante es formular correctamente la cuestión sobre la que el grupo tiene que decidir. Cuanto mejor informados estén los miembros de la cuestión mejor será la decisión que adopte el grupo.
  2. Identificar las opciones. En este paso es importante llevar a cabo un análisis de las alternativas reales disponibles que tiene el grupo sin que se restrinjan por la influencia de ciertos miembros del grupo, que por su estatus o poder en él lleven a que se consideren sólo ciertas alternativas y no otras opciones disponibles.
  3. Recoger información. Es importante recoger la información relevante respecto a las alternativas, garantizando que la información, de que disponen todos los miembros del grupo acerca de las alternativas, sea compartida en él.
  4. Evaluar las opciones. Se trata de analizar en detalle y objetivamente la información acerca de las opciones y de sus efectos, teniendo en cuenta los costes y ventajas de cada una de ellas. Esto implica controlar los sesgos derivados del interés propio de cada miembro o del mayor peso concedido a las opciones preferidas por el líder, u otros miembros de mayor estatus.
  5. Tomar la decisión. Este paso implica seleccionar una de las alternativas. El método empleado para ello puede diferir en cuanto a su grado de exigencia (por ejemplo, la unanimidad exige más que el voto de la mayoría), pero también en cuanto a sus efectos respecto a lo vinculados que se sienten los miembros del grupo con la decisión y a la satisfacción que experimentan. Una regla más estricta puede implicar una toma de decisión más lenta y difícil pero puede aumentar la satisfacción con la decisión. (Hogg y Vaughan, 2010, y Miller, 1989).
  6. Implementar la decisión. Esto lleva consigo determinar todo lo que implica la decisión, los pasos y tareas a realizar, la secuencia temporal y los responsables de llevar a efecto la decisión.

La polarización de grupo

El estudio de la polarización grupal y sus antecedentes

Una caracterización general de la polarización de grupo básicamente ha ido dirigida a comparar el promedio de los juicios individuales de los miembros de un grupo sobre una cuestión, previo a la discusión y decisión de grupo acerca de la misma cuestión, con el promedio que se obtiene tras la discusión. Es decir, el promedio individual en la fase preconsenso con el promedio individual en la fase posconsenso.

También se puede caracterizar la medida de la polarización de forma general, como el juicio que emiten los individuos y el grupo sobre una escala bipolar (por ejemplo de positivo a negativo) respecto de un punto central neutro (así una escala que tiene el recorrido de –3,-2,-1,0+1,+2,+3).

La polarización consiste en un cambio en la posición en la escala, de forma que si el promedio del grupo previo a la discusión se sitúa hacia uno de los polos de la escala, es decir, no en el punto neutro, tras la discusión se sitúe hacia el mismo polo dominante previamente, pero en una posición más extrema.

Ejemplo, en una discusión sobre la pena de muerte en un grupo se puede pasar de un promedio, antes de la discusión, de –1 a un promedio tras la discusión de –1.5. Es importante distinguir la polarización de la extremización. La polarización supone un cambio hacia el extremo previamente dominante. La extremización tiene que ver con la extremosidad que se define simplemente por la distancia respecto al punto neutro de la escala, es decir, se produce si aumenta esa distancia tras la discusión. Así en el caso del ejemplo si tras la discusión se obtiene un promedio de grupo de +2, ello indicaría extremización sin polarización, mientras que el resultado antes citado de –1.5, indica que se ha dado extremización con polarización.

Según Stasser y Dietz-Uhler, la investigación sobre polarización de grupo dominó el estudio de los pequeños grupos durante un período en el que la atención en la pscología social se dirigía hacia los procesos intrapsíquicos, como la disonancia o la atribución, por lo que sirvió para mantener el interés por los procesos de grupo. Por otra parte, sirvió para enfocar los procesos de influencia que tenían lugar en el grupo y que servirían para explicar el fenómeno.

El origen de la investigación sobre polarización se sitúa en el trabajo anterior sobre decisiones rriesgadas desarrollado por Stoner (1961) sobre dilemas de elección en los que los participantes deben aconsejar a un personaje, que tiene que tomar una decisión entre una alternativa atractiva pero arriesgada y otra que es más segura, pero cuyos resultados son sólo relativamente positivos para el personaje en cuestión. Los participantes indican cuál es el grado de riesgo que aconsejarían al personaje, antes y después de discutir el caso en grupo. Este trabajo mostró la tendencia a adoptar posiciones más arriesgadas tras la discusión de grupo que antes de ella. Este resultado contrastaba con la visión dominante de que los grupos tendían a no expresar juicios u opiniones extremas y a llegar a un promedio o compromiso entre las opiniones individuales.

Wallach y colaboradores respaldaron este estudio: trataron de establecer el grado de generalidad de este fenómeno del cambio hacia el riesgo y de ofrecer una serie de hipótesis para explicarlo (por ejemplo los valores culturales a favor del riesgo, determinados roles, como los masculinos, tienden más al riesgo, el individuo más arriesgado influye más en el grupo, la difusión de responsabilidad en grupo o la familiaridad con la tarea), y elaboraron a partir del trabajo de Stoner, lo que se denomina el Cuestionario del Dilemas de Elección. La investigación posterior sirvió para mostrar que también se producía el cambio hacia posiciones más prudentes.

El paso al estudio de la polarización lo propició la investigación de Moscovici y Zavalloni (19 69) quienes tratan de explicar el fenómeno y determinar en qué condiciones se produce, pero sobre todo establecer su generalidad y si se reduce a cuestiones de riesgo. Se preguntan así si el fenómeno «es una excepción, asociada al contenido, de la tendencia normal a promediar en grupo o es un primer ejemplo de la propensión general de los grupos a la polarización».

En los estudios realizados mostraron que se daba polarización de actitudes hacia el general De Gaulle (actitudes favorables) y hacia los americanos (actitudes desfavorables) tras la discusión de grupo en la que se llegaba al consenso. Este estudio sirvió para indicar que se trataba de un fenómeno más general de polarización de actitudes inducida por el grupo y no de un simple cambio hacia el riesgo.

Los trabajos siguientes de Moscovici y Lecuyer (1972) sirvieron para poner de relieve que el grupo no es un mero marco donde se produce un ajuste de posiciones individuales, sino que la interacción grupal es un determinante importante de la polarización grupal, dado que en aquellos grupos en los que se da una mayor comunicación, propiciada por ejemplo por la disposición espacial, se produce una mayor polarización.

La idea de la generalidad de la polarización se vio avalada por la extensa revisión de Myers y Lamm (1976) de estudios que abarcan una amplia gama de respuestas, desde las actitudes a la percepción de personas y a las decisiones éticas.

En una revisión de la investigación sobre polarización (Isenberg, 1986) se destacan las características generales de ella:

  • Tiene un carácter acumulativo de modo que los investigadores han ido tratando las cuestiones identificadas por la investigación previa.
  • La investigación se caracteriza más por programas de investigación que por estudios puntuales.
  • La investigación se ha ido focalizando progresivamente en un número cada vez menor de mecanismos explicativos.
  • Ha contribuido sustancialmente a la teoría psicosocial, mostrando un fenómeno de contraconformidad pues la polarización muestra un movimiento de separación respecto del promedio de grupo.

Las explicaciones de la polarización de grupo y la investigación generada a partir de ellas

Se ha ido produciendo una progresiva reducción de las explicaciones acerca de la polarización, siendo las dominantes las que se centran o bien en el proceso de comparación social o en bien en la argumentación persuasiva, estableciendo entre ella una rivalidad fructífera.

Más tarde se ha incorporado la teoría de la categorización de yo. Una de las más recientes contribuciones al campo es la basada en la expresión repetida de la actitud.

Comparación social y polarización

La explicación de la polarización que se basa en procesos de comparación social se centra en los procesos normativos que influyen sobre los juicios individuales. Según Isenberg (1986), desde esta perspectiva la discusión de grupo sirve para que cada miembro compare los juicios o preferencias propias con las de los otros y ello le lleva a reevaluar la propia posición a la vista de las elecciones que han realizado los demás.

Dentro de esta línea se han propuesto dos explicaciones:

  1. La Ignorancia pluralista (Pruitt, 1971) que supone que los miembros del grupo subestiman la norma de grupo sobre la cuestión y su respuesta resulta de un compromiso entre la respuesta ideal (la posición que ellos admiran más) y el promedio del grupo. Cuando advierten cuál es la auténtica norma de grupo —en sentido del promedio— en la siguiente elección se aproximan más a la respuesta ideal, es decir, el nuevo compromiso está más polarizado.
  2. Proceso de «subirse al carro del ganador» propuesta por Myers (1978) que supondría querer ser diferentes y, al mismo tiempo, mejores. Los miembros del grupo anticipan que el grupo dará una respuesta y dan la suya de forma que sea un poco superior a ese promedio. Cuando comprueban cuál es realmente ese promedio tratan de mejorar su posición, y así se produce el cambio hacia el polo deseable de la escala. Con frecuencia el promedio inicial antes de la discusión cae hacia el polo del continuo, que resulta normativamente favorecido. Cada individuo anticipa cual puede ser el promedio y desea ser considerado de modo más favorable que el promedio. Así si en una situación resulta socialmente deseable decantarse en una dirección, por ejemplo mostrarse no racista, al hacer la primera evaluación estiman cuál será el promedio del grupo para estar algo por encima, si todos los miembros hacen lo mismo, dicho promedio acabará estando más en la dirección deseable que lo esperado. Ello hace que el miembro individual reevalúe su propia preferencia y la aumente en la dirección deseada, es decir se polarice el juicio. (Figuras 1 y 2).

Un modo de poner a prueba la hipótesis de la comparación social consiste en suponer que bastará simplemente con conocer las posiciones de los otros para que se produzca la polarización, es decir, basta con la «mera exposición» a las posiciones de los demás miembros.

En un estudio llevado a cabo por Mires (1978) grupos sucesivos de participantes debían valorar ocho dilemas de elección, tras conocer las respuestas del grupo anterior. Se advirtió que la polarización era mayor en los grupos en que los participantes habían escuchado las elecciones de otros grupos.

Mires (1973) indica que los participantes en una serie de estudios estimaban la norma de grupo como más neutral que su propia posición inicial. La discusión de grupo sirve para mostrar a los participantes que son menos diferentes de lo que creían, por lo que revisan su posición.

Según Isenberg, 1986 resulta difícil distinguir en el plano empírico entre las distintas versiones de la explicación de la comparación social aplicadas a la polarización.

La explicación sobre la base de la comparación social ha sido objeto de críticas, sobre todo desde su principal competidora, la teoría de la argumentación persuasiva. Desde esta perspectiva se propone otro efecto alternativo al hecho de conocer la norma de grupo. Según Burnstein y Vinokur (1977) ese efecto se debería a los argumentos autogenerados, que serían los que producirían la polarización. La respuesta desde la comparación social es que la polarización se produce en tareas que se prestan poco al uso de argumentos, como, por ejemplo, la estimación de movimientos (Baron y Roper, 1976) o los juicios sobre el atractivo de caras (véase Myers, 1982).

Argumentación persuasiva y polarización

Desde esta perspectiva se pone el énfasis en la influencia informativa y en el procesamiento cognitivo de los argumentos por parte de los miembros del grupo. Las principales aportaciones se deben al trabajo de Burnstein y Vinokur.

Se propone que la posición de un individuo respecto de una cuestión depende de los argumentos a favor y en contra de que dispone, que son sólo una parte de la «reserva» de argumentos culturales que se pueden barajar en un determinado contexto.

Si se supone que una persona que tiene una determinada posición (por ejemplo, en contra de la guerra de Irak) su posición será el resultado de que el balance de los argumentos a favor y en contra se incline en la dirección contraria a la guerra.

Si se reúne con personas de su entorno y habla de la cuestión, es probable que en la discusión tenga acceso a otros argumentos, de los que no era previamente consciente y que apoyan la posición dominante en el grupo.

Así, cuando se le pide que diga de nuevo su posición el balance es todavía más favor de la posición inicial, en este caso en contra de la guerra.

Desde esta perspectiva:

  • Se define que es lo que hace persuasivos los argumentos:

    • su validez percibida (capacidad de ser contrastados y su encadenamiento lógico)
    • su novedad.
  • Se especifica en qué condiciones cabe esperar o no polarización: siempre que se barajen nuevos argumentos, apoyando la posición inicial, y de los que no disponía previamente el miembro del grupo.

  • Puede explicar tanto la polarización como la despolarización.

Se puede ver el esquema de la polarización grupal desde la perspectiva de la argumentación persuasiva en la figura 3.

La investigación en apoyo de esta posición muestra la relación entre argumentos a favor de una posición dominante en el grupo y polarización, lo cual se obtiene tanto a través de análisis correlacionales como de estudios experimentales que tratan de establecer relaciones causales.

Estudios que aportan evidencia del primer tipo:

  • Madsen (1978): indicó que el número y dirección de los argumentos que se utilizaban en la discusión servía para predecir el cambio que se producía desde la fase previa a la fase posterior a la discusión.

Estudios experimentales:

  • Ebbesen y Bowers (1974 experimento 3): variaron experimentalmente la proporción de argumentos a favor del riesgo frente a la prudencia (0.10, 0.30, 0.50, 0.70, 0.90) y encontraron una correlación alta entre la proporción de argumentos a favor del riesgo y la polarización en el sentido del riesgo.

Desde la Teoría de la Argumentación Persuasiva se trata de mostrar su superioridad a la hora de predecir la polarización frente a la Teoría de la Comparación Social. Una de las formas de mostrarlo es en una de las situaciones en las que las dos teorías hacen predicciones contrarias:

  • Cuando el grupo está integrado por subgrupos con posiciones opuestas: la predicción de la teoría de la comparación social es que cada subgrupo se polarizará más tras la discusión mientras que la teoría de la argumentación persuasiva predice que si los individuos escuchan nuevos argumentos en contra de su posición, y ya conocen la mayoría de los argumentos a favor de la propia posición, se producirá la despolarización.
  • Estudio de Vinokur y Burnstein (1978): se constituyeron grupos para cada ítem del Cuestionario del Dilema de Elección (4 ítems de los que suscitan tendencia al riesgo, 2 ítems de los que suscitan cautela, y 1 ítem neutro). Cada grupo constaba de seis individuos que habían sido seleccionados en función de su posición inicial, de forma que en cada grupo hubiera dos subgrupos con posiciones opuestas. Se obtuvo un efecto de polarización total y despolarización entre subgrupos.

La polarización hacia el riesgo o hacia la cautela se daba en función del tipo de item de que se tratara, pero los subgrupos tendían a converger entre sí. Es decir, el subgrupo «cauto» se movía hacia el riesgo y el subgrupo «arriesgado» hacia la cautela.

Este cambio no era simétrico y dependía del tipo de ítem:

  • Si el ítem era arriesgado, se movían más hacia el riesgo los sujetos cautos que los arriesgados hacia la cautela;
  • Si se trataba de uno cauto, sucedía al revés: cambiaban más hacia la cautela los miembros del subgrupo «arriesgado» que los del «cauto» hacia el riesgo.

Este estudio parece prestar mayor apoyo a la teoría de los argumentos persuasivos que a la de la comparación social.

Conclusiones de la comparación entre ambas posiciones teóricas

La investigación a partir de cada una de estas teorías parece mostrar que tiene una apoyo más consistente la teoría de la Argumentación Persuasiva, aunque también lo obtiene la de la Comparación Social.

Los autores que han revisado esta investigación se inclinan por resaltar la complementariedad entre ellas, y por indicar el interés que tiene el centrarse en los factores que facilitan cada uno de los tipos de influencia.

Se proponen como factores moderadores:

  • Características de la decisión: se espera más influencia informativa si la decisión implica cuestiones factuales.
  • Implicación del Yo: cuando se da implicación del yo suele tratarse de cuestiones en las que intervienen los valores, en las que se presta atención a una información limitada y es fácil que la reserva de argumentos se haya agotado por el hecho de que el individuo los ha procesado muchas veces antes, por tanto es fácil que operen procesos de comparación social.

Kaplan y colaboradores destacan la importancia de las metas de la interacción: si son sociales influirá más la comunicación normativa, si son de tarea influirá más la informativa.

Auto-categorización y polarización

La teoría de la Auto-categorización considera el proceso de polarización teniendo en cuenta la pertenencia de los individuos a un grupo, junto con el deseo de conformarse a la norma del grupo propio que sea relevante, es decir, aquella que mejor lo representa en el contexto social comparativo.

«la posición que en una dimensión social comparativa que resulta prominente (por ejemplo, una escala de actitud) que simultáneamente maximiza las diferencias intergrupales endogrupo/exogrupo y minimiza las diferencias intragrupales» (Turner, Whetherell y Hogg, 1989)

Desde esta perspectiva se destaca la saliencia de la pertenencia grupal y se supone que la precondición para que se dé la polarización es la identificación compartida, y que la polarización es un efecto de la influencia en el grupo específico y representa la conformidad con una norma del grupo polarizada, que posee un carácter prototípico, en cuanto a maximizar las diferencias intergrupales y reducir las intra grupales.

Estudio de Whetherell (1987): los participantes escuchaban cintas en las que una serie de personas discutían en grupo Dilemas de Elección para llegar a un consenso. Dependiendo de la condición, se les decía a los participantes que el grupo escuchado sería próximamente su propio grupo o un exogrupo; o que los integrantes eran semejantes o diferentes a ellos. En todas las condiciones las grabaciones eran idénticas. La persuasión fue mayor en el caso del futuro endogrupo que en el del exogrupo y en de las personas similares a los participantes que en el de las distintas. Los resultados de este estudio ponen de manifiesto el papel desempeñado por la identificación.

Estudio de Mackie y Cooper (1984 experimento 1): se muestra el efecto de polarización cuando el grupo escuchado era presentado como el grupo propio, pero no cuando se dice que es un grupo con el cual se iba a competir. En un segundo estudio se mostró que los participantes percibían más extrema la norma de grupo, cuando se trataba del grupo propio, que cuando no tenían relación con él.

Estudio de Mackie (1986): mostró que cuanto más se autocategorizaban como miembros del grupo tanto más extrema se juzgaba la norma.

Trabajo de Turner, Whetherell y Hogg (1989): se investigó en qué medida la polarización depende de la percepción de las respuestas de los miembros de grupo como estereotípicos del grupo propio. La tendencia dominante de respuesta sólo daba lugar a polarización si se consideraba estereotípica del grupo y socialmente normativa. Si las respuestas iniciales son percibidas como individuales no daban lugar a impacto persuasivo, pero sí cuando se combinan perceptivamente como una norma compartida, consensuada y estereotipada. A los participantes se les decía que tenían un estilo consistente de toma de decisión y se les definía bien como individuos arriesgados o precavidos, o como grupos arriesgados o precavidos. Solo en el último caso se daba un cambio en la dirección de la tendencia dominante en el grupo.

Revisión de la investigación sobre polarización desde la autocategorización Brauer y Judd (1996): indican que se ha recibido apoyo a las proposiciones de la teoría:

  1. La auto-categorización es un precondición de la polarización de actitudes.
  2. Una vez que se ha dado la autocategorización la posición prototípica del grupo suele ser relativamente extrema
  3. Los miembros del grupo se dirigen hacia el prototipo del grupo.

La expresión repetida de la actitud y la polarización de grupo

Una de las contribuciones recientes al estudio de la polarización supone un cambio en lo que constituye el foco de atención. En lugar de centrarse en el efecto de las comunicaciones o la información que viene de los otros integrantes del grupo— argumentos, posiciones normativas, prototipo del grupo— como hacían las otras teorías, enfoca el impacto que tiene la repetición de la expresión de actitudes, por parte del propio sujeto, sobre la polarización.

Brauer y Judd (1996): parten de los resultados no siempre concluyentes sobre los efectos de la repetición de la expresión de una actitud por parte del individuo sobre la polarización de esa misma actitud hacia el objeto de actitud. Además de obtener apoyo de ese efecto, comprueban que se da en paralelo una simplificación de las expresiones verbales conforme se repiten. Se hacen menos elaboradas porque se suprimen los matices. Así parece que las repeticiones asocian el objeto de actitud a etiquetas verbales más simples y extremas y que las evaluaciones posteriores reflejan esas etiquetas.

Adicionalmente proponen que, incluso cuando no se da una repetición de la expresión verbal, se produce la extremosidad fruto del siguiente proceso: los atributos y otros objetos asociados al objeto de actitud aumentan su fuerza de asociación y su relevancia evaluativa, en consecuencia están más disponibles y tienen un peso mayor a la hora de computar la evaluación del objeto, y ello llevaría a que ésta se haga extrema. Tras mostrar este efecto en el dominio individual tratan de aplicarlo a la explicación del proceso de polarización en un grupo dado. Se supone que en la discusión se produce tanto este último efecto, como el de la simplificación de las verbalizaciones. Su propuesta estriba en distinguir entre la repetición de la expresión por el propio sujeto o por los otros participantes.

Estudio de Brauer, Judd y Gliner (1995): trató de determinar estos efectos por separado. Se seleccionaron a participantes que estaban en general de acuerdo sobre varias cuestiones (por ejemplo, la financiación estatal de los servicios de salud) de forma que todos los integrantes del grupo tuvieran una actitud que se situaba en el mismo lado de la escala bipolar. Las discusiones de grupo consistían en una secuencia de interacciones diádicas en las que en un espacio muy breve uno daba su opinión y luego la daba el otro. Se discutía de algunos asuntos y de otros no. Cada participante tenía un total de 15 interacciones. Se manipulaba el número de veces que un participante hablaba de una cuestión determinada, variando de 0 a 6. También se manipulaba el número de veces que oía al otro hablar de una cuestión, de 0 a 5. Las frecuencias con que hablaba de una cuestión y con que oía hablar de ella no estaban relacionadas. Se dio una polarización en los cinco asuntos discutidos frente a los que no se discutían entre dos personas. Se mostró a través del análisis de regresión que la frecuencia de expresión era un buen predictor de la polarización. Sin embargo la frecuencia con que se había escuchado a otros no predecía la polarización.

Este resultado no coincide con la importancia atribuida por los demás enfoques de la polarización al hecho de obtener información de los otros participantes.

Otro análisis de regresión mostró que lo que sí predecía la polarización era el número de personas distintas que habían dado su opinión sobre el tema al participante. Es decir, cuando aumenta el número de fuentes de influencia distintas aumenta la polarización.

Un análisis de las diferencias entre grupos en cuanto al grado de polarización mostró que ésta se relacionaba sobre todo con el hecho de que el argumento que una persona había formulado le «volviera» repetido por otro participante. Así pues la repetición de los argumentos era importante pero también lo era el feed- back social que la persona obtenía de parte de otros miembros de grupo.

Los autores denominan a este proceso de repetirle a la fuente sus propios argumentos proceso de «integración social».

La manipulación en otro estudio del grado de integración social que se daba en los grupos, a través de instrucciones mostró que se daba polarización con la discusión y con la expresión repetida de los argumentos, pero que este efecto aumentaba en los grupos en los que se inducía la integración social frente a aquellos en los que se daban instrucciones en contra.

Como concluyen Brauer y Judd:

«En esencia uno puede concluir que los argumentos propios se hacen particularmente persuasivos en función de la repetición, en la medida que los demás los encuentran persuasivos y los usan ellos mismos. Así los argumentos adquieren atractivo persuasivo para el sujeto en la medida que otros en el grupo los encuentran persuasivos y los validan a través de la repetición».

Comentarios finales a las explicaciones y a los aspectos metodológicos en el estudio sobre la polarización

En el cuadro 1 se resumen las principales explicaciones sobre el proceso de polarización.

El carácter complementario de las diversas explicaciones se logra a través de indicar en qué condiciones (tipo de decisión, grado de implicación o meta de interacción) unas explicaciones son más adecuadas que otras.

Este carácter complementario también se advierte en la teoría de la autocategorización al referirse a un proceso de influencia que tiene un carácter integrador, la influencia informativa referencial, que ofrece un proceso unitario de conformidad.

La última teoría, basada en la repetición de la expresión de la actitud, viene a completar a las aportaciones anteriores, al centrarse en una cuestión no atendida previamente como es la del efecto de lo que el propio sujeto dice, aunque también atienda al apoyo que recibe de los otros integrantes del grupo.

Por lo que respecta a los métodos empleados para la medida y análisis de la polarización, Morales (1985b recogía los problemas implicados en ellos). Cabe destacar:

  • El que en los estudios se midan y analicen la polarización de cada grupo o la del agregado de grupos, con lo que la polarización global, del promedio de los grupos, puede enmascarar los resultados por grupo
  • Que las medidas se refieran a cada uno de los ítems discutidos en los grupos o al conjunto de los items, lo que puede enmascarar que en algunos de los ítems no se produce la polarización, o a la inversa, que aparezca que no se da polarización cuando si se ha dado en algunos de los items.

Todas estas cuestiones tienen relevancia a la hora de evaluar la investigación existente sobre el proceso de polarización y de plantear nuevos estudios empíricos.

La elección colectiva: los esquemas de decisión social

La teoría de los esquemas de decisión social (Davis, 1973) parte de la idea del grupo como un mecanismo de combinación que, a través de la interacción, permite que las personas, que inicialmente tienen unas preferencias acerca de unas alternativas entre las que hay que elegir, lleguen colectivamente a una decisión.

Uno de los antecedentes de este trabajo lo constituyen los estudios de decisiones de jurados. Así Stasser y Dietz-Uhler (2001) destacan el trabajo pionero de Kalven y Ziesel (1966) quienes entrevistaron a miembros de jurados para que indicaran retrospectivamente cuáles habían sido sus preferencias iniciales, y mostraron en que en 97% de los casos de los jurados que habían llegado a veredictos se daba una coincidencia entre la opinión mayoritaria inicial y el veredicto, es decir, usando la metáfora de los autores, el proceso equivaldría al revelado de una película fotográfica que se limita a desvelar lo que ya está en ella.

Las conclusiones generales a las que llegan aquellos (Stasser y Dietz-Uhler, 2001), al referirse a este trabajo, es que las preferencias que inicialmente tienen los miembros constituyen el marco en el que se ejercen los diversos tipos de influencia durante el proceso de toma de decisión. Ello les lleva a afirmar que donde empieza un grupo permite anticipar donde acabará.

En el modelo se tienen en cuenta reglas asignadas, o explicitas para la toma de decisión y (por ejemplo la unanimidad o la mayoría) y las reglas de combinación social (como la «verdad gana») a través de las cuales se combinan las opiniones iniciales. En este modelo lo que realmente interesa es detectar qué reglas de combinación social, a menudo implícitas caracterizan el paso de lo individual a lo colectivo. Esta combinación se produce a través de la interacción del grupo. En el cuadro 2 se presentan las reglas.

La teoría de los esquemas de decisión social (TSDS) propuesta por Davis (1973) trata de responder a la cuestión de cómo se da la combinación de las preferencias individuales en una decisión colectiva.

El modelo parte del siguiente problema: Sea un grupo compuesto por n personas que, como tal grupo, tienen que elegir una de entre n alternativas exhaustivas y mutuamente exclusivas. El problema es calcular la probabilidad de que el grupo elija una cualquiera de ellas: por ejemplo, seleccionar uno entre dos o más candidatos a un puesto, o elegir entre un veredicto de culpable o inocente o no se puede lograr un acuerdo, teniendo en cuenta las preferencias individuales iniciales. El conocer esta distribución inicial y la regla de combinación con la que opera el grupo, permite predecir la decisión final.

Este modelo incluye los siguientes aspectos:

  1. La caracterización de la situación de partida del grupo que incluye los siguientes aspectos: las alternativas entre las que se tiene que elegir; las preferencias individuales iniciales; las distribuciones distinguibles, (las posibles distribuciones de votos a favor de las diversas alternativas) y las probabilidades asociadas a cada una de esas distribuciones, lo que se denomina vector de estado de grupo.
  2. La caracterización de la interacción del grupo que viene representada por un esquema de decisión que es una regla que guía esa interacción para dar lugar a la combinación en una decisión colectiva. En el cuadro 2 se presentan algunos de estos esquemas.
  3. El resultado de esa interacción en forma de decisión del grupo que se expresa mediante las probabilidades que tienen cada una de las alternativas de decisión.

En el cuadro 2 se presentan los diversos esquemas de decisión que pueden servir de base para la decisión en grupo, algunas de ellos son reglas explicitas o asignadas, otras tienen un carácter implícito. El que una regla u otra sirva para predecir la decisión depende de la tarea. La teoría amplía el uso de los esquemas de decisión a una variedad de tareas de decisión y solución de problemas en grupo.

Esta teoría ha estado a la base de múltiples investigaciones en diversos campos de aplicación y en particular en las relativas a decisiones de jurados (Tindale y Davis, 1983). Como se señala en una revisión del trabajo en el marco de esta teoría (Stasser y Dietz-Uhler, 2001) la teoría de los esquemas de decisión supone una representación del proceso de grupo que tiene un carácter global, pues pone en relación las preferencias iniciales individuales y el resultado de la elección de grupo sin entrar en el análisis de procesos moleculares.

Los sesgos y limitaciones en la toma de decisión en grupo

El análisis de la toma de decisión en grupos ha dado pie a considerar los sesgos y limitaciones que se plantean a la hora de tomar una decisiónen grupo.

El sesgo de la información compartida

Como señala Stasser (1992), la idea de que los grupos toman decisiones más informadas que los individuos descansa sobre dos supuestos:

  1. Que los individuos traen al grupo informaciones que otros no poseen.
  2. Que esa información única se mencionará en la discusión.

La investigación denominada del perfil oculto (Stasser y Titus, 1985) indica que los grupos tienden a discutir la información compartida entre los miembros antes de la discusión más que la no compartida. Se define el perfil oculto como aquel que se da cuando:

«la superioridad de una alternativa de decisión se encuentra enmascarada porque cada miembro es consciente de sólo una parte de la información que la apoya, pero el grupo al reunir su información puede revelar a todos la opción superior» (Stasser 1992)

En la investigación de Stasser y Titus (1985) se presentaba a grupos de cuatro personas información de tres candidatos al puesto de presidente de la asociación de estudiantes.

La información contenía 16 ítems de información positiva negativa y neutra, variando la proporción de estos ítems según los candidatos.

  • Candidato A: se le caracterizaba ocho características positivas, cuatro negativas y cuatro neutras, mientras que los otros dos eran caracterizados por cuatro positivas, cuatro negativas y ocho neutras. En la condición en que se les presentaba toda la información de cada uno de los candidatos los grupos elegían en su mayoría al candidato A.
  • Condición de perfil oculto: en la que se presentaba la información del candidato A distribuida entre los cuatro miembros del grupo, de forma que la información positiva se encontraba distribuida (dosrasgos positivos eran conocidos por cada miembro de grupo) pero todos tenían toda la información negativa (los cuatro rasgos eran conocidos por cada miembro), dejaron de inclinarse por este candidato y eligieron uno menos cualificado.

Hubiera bastado con que pusieran en común los rasgos positivos para darse cuenta de que se trataba de un candidato superior.

En los cuadros siguientes se presenta un ejemplo simplificado del perfil oculto. En la elección de dos candidatos que difieren en cuanto al grado en que la información es compartida por tres miembros de grupo. (X, Y, Z).

En el caso del candidato A, la característica A 1 es conocida por los tres los miembros del Grupo mientras que Ax, Ay, Az está distribuida entre los correspondientes miembros X, Y y Z.

→ En el caso de B las tres características B1, B2 B3 son conocidas por los tres miembros de grupo. Así inicialmente cada miembro del grupo se inclinará por B.

→ Esto podría cambiar si se compartiera toda la información en el grupo, pero no suele ser así.

→ El candidato B tiene una ventaja de 3/1 en cuanto a las características favorables compartidas por los integrantes del grupo. Aún suponiendo que las características no compartidas fueran decisivas para seleccionar a A, sólo tendrían impacto si se compartieran en la discusión grupal. Siguiendo con el ejemplo, podemos pensar en una situación de selección entre dos candidatos políticos en la que la información no compartida es más específica y relevante para la decisión (ver tabla 2).

→ Si lo que se tiene en cuenta fundamentalmente es la información compartida B mantendrá su ventaja.

→ Si se tiene en cuenta la información compartida y la distribuida, tendrá ventaja A, pues no sólo tiene más características positivas (inteligencia, capacidad de compromiso, capacidad de decisión, visión de futuro) frente a las tres (inteligencia, amabilidad, buena gestión) sino que además son más relevantes para seleccionar a un político.

En cuanto a las explicaciones de este sesgo, Stasser (1992) recurre a una explicación basada en el muestreo de la información e indica cuando se discute una alternativa de decisión cada miembro muestrea de una reserva de información, que es como un depósito de su experiencia previa. Sin embargo, en la investigación del perfil oculto los ítems no están disponibles para todos en ese depósito y la probabilidad de que un ítem sea mencionado depende del número de personas que se hayan visto expuestas al ítem.

La investigación dentro de este marco y revisada por Forsyth indica que este sesgo puede aumentar cuando:

  • los miembros del grupo creen que no tienen suficiente información para tomar la decisión adecuada (Stasser y Stewart, 1992)
  • tienen urgencia por llegar a una conclusión y no tanto porque la decisión tomada sea la correcta, por lo que es más fácil que se produzca en situaciones en las que la corrección de la decisión no se puede contrastar (Stewart y Stasser, 1998).

También en la investigación sobre el perfil oculto (Stasser y Titus, 1985) puede que influyan las preferencias iniciales pues, tal como se indicó anteriormente, cada miembro del grupo disponía, respecto al candidato mejor, A, de cuatro ítems negativos (que son lo compartidos) y dos positivos (no compartidos).

¿Cómo reducir este sesgo? Es importante que los miembros del grupo sepan que el compartir la información es necesario para una buena decisión y también conviene destacar la importancia de la información no compartida (Stasser (1992). Este mismo autor ofrece una serie de sugerencias para reducir este sesgo en el muestreo de la información:

Limitaciones en las decisiones en grupo

Frente a la idea de que los grupos toman decisiones más informadas que los individuos, Janis (1989) destaca los posibles fallos y limitaciones en las decisiones tomadas en grupo y las clasifica en tres categorías: limitaciones cognitivas, afiliativas y egocéntricas.

Limitaciones cognitivas: se refieren a una insuficiente consideración de la información relevante por presiones temporales o porque el problema resulta demasiado complejo, o porque no se puede acceder a esa información. Da lugar a una formulación de problema inadecuada y a un insuficiente análisis de las alternativas. Los miembros del grupo de este modo recurren a soluciones que pueden haber funcionado en el pasado pero que no se adecúan a la situación presente. El autor destaca las estrategias de satisfacer y reafirmarse:

  • Satisfacer: supone adoptar la primera solución que cumple un mínimo de requisitos y aferrarse a esa decisión. A veces el uso del refrán —«lo mejor es enemigo de lo bueno»— enmascara esta búsqueda de una salida fácil a la situación que enfrenta el grupo.
  • Reafirmarse: consiste en reafirmarse en la solución adoptada, en lugar de realizar un análisis objetivo de los aspectos positivos y negativos de la alternativa elegida y de otras posibles alternativas.

Limitaciones afiliativas: tienen que ver con el deseo de mantener la armonía en el grupo y no generar conflictos. Ello lleva a someterse a las presiones hacia la uniformidad sin defender posiciones discrepantes que podrían ser útiles para la decisión grupal. El deseo de congraciarse con el líder o con miembros de más estatus lleva a lo que Janis denomina «la regla de guardarse las espaldas» para no crearse problemas innecesarios con las personas que más cuentan en el grupo.

Se puede establecer una relación entre esta tendencia y el «muro de aquiescencia» que a menudo rodea a los líderes, a quienes nadie se atreve a confrontar con críticas a sus opiniones o evaluaciones objetivas de los efectos de sus decisiones.

Limitaciones egocéntricas: derivan del excesivo deseo de control o de la dominancia de ciertos miembros de grupos, o del hecho de que tengan intereses personales en una determinada decisión, o de que tiendan a enfocar la decisión grupal como una competición. Estas conductas llevan a críticas y a evaluaciones sesgadas de otras alternativas y a que el grupo acabe adoptando una decisión que no coincide con la de mayor calidad.

Estrategias para reducir las limitaciones en la toma de decisiones en grupo

Burn (2004) resume las sugerencias que hacen Gouran y Hirokawa (1996) para contrarrestar estas limitaciones. Es importante tener en cuenta tanto los posibles fallos como los modos de contrarrestarlos a la hora de enfocar la discusión del grupo para la toma de decisión.

El análisis de los sesgos, deficiencias y limitaciones sirve para introducir el siguiente apartado, centrado en el modelo de Pensamiento Grupal, propuesto por el propio Janis con el fin de analizar situaciones en los que los fallos en la toma de decisión grupal han dado lugar a fracasos muy notorios.

El modelo del pensamiento grupal

El modelo del pensamiento grupal se desarrolla a partir del análisis de los fracasos en la toma de decisiones que dieron lugar a notorios fracasos.

La noción de pensamiento de grupo y el correspondiente modelo de toma de decisión en grupos (Janis) se basa en el análisis de una serie de decisiones por parte de grupos de alto nivel de liderazgo político en los EE.UU.

En cuanto a la definición de pensamiento grupal, Janis (1972) propone la siguiente:

«Uso el término «pensamiento grupal» como una forma rápida y fácil de referirme a un modo de pensamiento que tiene la gente cuando están profundamente implicados en un grupo cohesivo, cuando los esfuerzos de los miembros por la unanimidad superan la motivación por evaluar realistamente los cursos de acción alternativos (…) El pensamiento grupal se refiere a un deterioro de la eficacia mental, de la contrastación de la realidad y del juicio moral como resultado de las presiones del propio grupo»

En esencia el pensamiento de grupo consiste en la búsqueda del acuerdo por encima de todo.

Los cuatro casos que inicialmente fueron analizados y sirvieron como base para el desarrollo del modelo de Janis (1972) fueron los siguientes:

  1. La decisión del Admirante Kimmel y sus asesores a cargo de la flota de Estados Unidos de Pearl Harbour en 1941 de centrarse en el entrenamiento de las fuerzas en lugar de en la defensa, a pesar de las señales de la probabilidad de un ataque japonés;
  2. La decisión del presidente Truman y sus consejeros del escalamiento de la guerra en Corea a través de cruzar el paralelo 38 en 1950
  3. Las decisiones de Kennedy y sus asesores de la fallida invasión de Bahía de Cochinos en Cuba 1960
  4. El escalamiento de la Guerra de Vietnam por parte de Johnson entre 1964-67.

También se incluían dos casos en los que no se había producidoel pensamiento de grupo:

  1. El Plan Marshall de ayuda a Europa tras la II Guerra Mundial y la Crisis de los Misiles en la que Kennedy y sus asesores se enfrentaron con el posible armamento de Cuba con misiles soviéticos.
  2. La decisión de Nixon y sus asesores sobre el caso Watergate, que supuso el encubrimiento de la implicación de la Casa Blanca en el robo del cuartel general de los demócratas en el hotel Watergate.

Según se advierte el modelo incluye tres grupos de variables:

  1. Antecedentes que influyen en la necesidad de llegar a toda costa al acuerdo de grupo
  2. Síntomas de que se está dando el pensamiento de grupo
  3. Defectos en la toma de decisión.

Antecedentes

A. Janis supone que la cohesión del grupo que toma la decisión, el «esprit de corps», es un determinante que juega un papel importante, suponiendo que los grupos que adoptaron las decisiones tenían un nivel de cohesión de moderado a alto. Janis matiza que es una condición necesaria pero no suficiente para que se produzca el pensamiento grupal, por lo que deberá interactuar con los otros antecedentes.

B. Defectos estructurales de la organización:

  1. El aislamiento del grupo que no se encuentra bajo el control o la evaluación de otros miembros de la organización.
  2. Ausencia de normas de procedimiento de carácter metodológico para la toma de decisión, como la búsqueda de la información relevante, el examen de otras alternativas a la opción preferida o la revisión de las posibles consecuencias de ésta.
  3. Falta de una tradición de liderazgo imparcial por lo que los líderes promueven su preferencia en la decisión sin establecer ninguna cortapisa. Esto se ha denominado también liderazgo promocional.
  4. Homogeneidad del grupo en cuanto a sus características sociales y a su ideología.

C. Contexto situacional provocativo caracterizado tanto por amenazas externas como por otras de naturaleza interior. Aquí se incluye:

  1. El alto grado de estrés suscitado por una amenaza externa con escasa posibilidad de llegar a una solución alternativa distinta a la que propone el líder.
  2. Baja autoestima del grupo por fracasos recientes en tomas de decisión, por la dificultad intrínseca de la tarea a abordar, o porque no existen alternativas moralmente correctas.

Síntomas

Resultan autodescriptivos y pueden clasificarse a su vez en tres grupos:

  1. Superioridad del grupo que toma la decisión: están la ilusión de que el grupo es invulnerable y no puede fracasar en su cometido, y la creencia de que el grupo es inherentemente moral.
  2. La cerrazón mental: se incluyen las racionalizaciones para desestimar los avisos o el feed-back negativo en contra de la decisión y el difundir visiones estereotipadas de los miembros de los grupos oponentes.
  3. La relación de desprecio hacia otros grupos o las presiones para mantener la uniformidad dentro del grupo: se consideran la presión sobre los disidentes para cortar sus críticas, la autocensura de forma que los integrantes del grupo no expresan sus dudas acerca del plan, la ilusión de unanimidad y la aparición de los «guardianes de la mente» que actúan como protección del grupo frente a la información adversa.

Defectos o fallos en la toma de decisión

Janis (1982) señala:

  • Insuficiente consideración de alternativas y objetivos que a menudo se limitan a la consideración de la alternativa preferida inicialmente
  • Insuficiente análisis de los riesgos que conlleva esa elección
  • No se llega a hacer una reevaluación de las alternativas rechazadas inicialmente
  • Insuficiente búsqueda de la información relevante
  • Sesgos en el procesamiento de la información
  • No se desarrollan planes de contingencia para el caso en que los riesgos que se anticipan se hagan realidad.

La investigación sobre pensamiento grupal

La investigación generada a partir de este modelo se agrupa en dos grandes tipos de estudios:

  1. Estudios de casos a partir del análisis de contenido de documentos de archivo,
  2. Experimentos de laboratorio, en los que por lo general se manipulan las condiciones antecedentes y se observan los afectos sobre la toma de decisión.

Según Mullen, Anthony, Salas y Driskell (1994) en una revisión de la investigación sobre pensamiento de grupo se da un a proporción de 5 a 1 entre estudios de casos y experimentales.

Estudios de casos

El más completo lo representa la investigación de Tetlock, Peterson, Mc Guire, Chang y Feld (1992) que incluye los casos propuestos por Janis como representativos de pensamiento grupal, y de decisión vigilante además de otros tres que los autores sugerían que podrían considerarse como ejemplos del pensamiento grupal.

En el estudio de Tetlock et al. (1992) y a partir de la técnica de Q Sort, también se puso a prueba el modelo causal de Janis. Algunos de los 100 ítems servían para operacionalizar diversos aspectos del modelo como los Antecedentes y Consecuencias.

Así los antecedentes incluían:

  • La Cohesión.
  • Defectos Estructurales y de Procedimiento.
  • Contexto Situacional Provocativo.

Se proponía la Búsqueda a toda costa del Acuerdo como proceso mediador. Las consecuencias incluían:

  • Síntomas de Pensamiento Grupal.
  • Síntomas de Decisión Defectuosa.

Se llevó a cabo un análisis de ecuaciones estructurales LISREL a partir de las correlaciones entre los distintos componentes del modelo de pensamiento grupal. Los resultados se presentan a continuación (coeficientes beta estandarizados) y ponen en cuestión el papel de la cohesión y de los estresares situacionales como antecedentes necesarios y suficientes del pensamiento grupal. La búsqueda del acuerdo mantiene su posición central en el modelo entre los antecedentes, representados por los defectos estructurales y de procedimiento y los síntomas de pensamiento grupal y de decisión defectuosa.

Otros de los estudios revisados por Esser 1998, incluyen:

  • Herek, Janis y Huth (1987) que analizan 19 crisis internacionales en las que intervinieron los Estados Unidos para determinar si se dieron o no síntomas de pensamiento grupal. El resultado de este análisis indicó que a mayor número de síntomas tanto más desfavorables fueron los resultados de las decisiones para los intereses estadounidenses y para el conflicto internacional.
  • Otros de los estudios de interés revisados por el autor se refieren a la decisión que dio lugar al fallido lanzamiento del trasbordador espacial Challenger que terminó con la explosión del trasbordador y con la muerte de siete astronautas en enero de 1986. Entre ellos cabe destacar el realizado por Esser y Lindoerfer (1989) en el que se analizó el informe de la comisión presidencial frase a frase con el fin de determinar si se daban o no condiciones antecedentes, síntomas de pensamiento grupal y decisiones defectuosas. Se codificaron un total de 88 frases como instancias positivas (presencia) o negativas (ausencia) de indicadores de pensamiento de grupo. El análisis mostró que había el doble de frases que señalaban la presencia de esos indicadores frente a las que indicaban ausencia de ellos. Por otra parte, en el plazo de 24 horas anteriores al lanzamiento aumentó esa proporción que luego se estabilizó.

Estudios experimentales

Los estudios experimentales se han centrado en los antecedentes del pensamiento grupal.

El conjunto de la investigación sobre los efectos de la cohesión muestra resultados inconsistentes. En general, se considera siguiendo a Janis que la cohesión es necesaria pero no suficiente para dar lugar al pensamiento grupal.

En la revisión a través de metaanálisis realizada por Mullen y colaboradores no se encontró un efecto simple de la cohesión sobre la calidad de las decisiones. No obstante, sí encontraron que cuando concurrían otras condiciones antecedentes como el liderazgo directivo —en el sentido de no ser imparcial y promocionar una alternativa— si se daba un efecto de reducción de la calidad de la decisión.

La contribución más importante de esta revisión consiste en señalar que es preciso distinguir entre los componentes de la cohesión:

  • La cohesión que se centra en la atracción interpersonal: puede favorecer el pensamiento de grupo
  • Cohesión centrada en el compromiso con la tarea del grupo: mejora la calidad de la decisión

Los investigadores indican que si bien Janis consideró que el pensamiento grupal puede proceder de la atracción interpersonal y del orgullo de grupo, éste puede que se asocie con el compromiso con la tarea, lo cual como se veía en el metaanálisis reduce el pensamiento de grupo.

El liderazgo promocional (o liderazgo directivo) ha mostrado en una gran mayoría de estudios efectos como los predichos por Janis, es decir, aumento del pensamiento grupal.

La investigación dirigida a mostrar los efectos de los procedimientos de toma de decisión han mostrado que, cuando se dan procedimientos de toma decisión limitados o defectuosos, estos dan lugar a decisiones de peor calidad. En dos de estos estudios se mostró que ello sucedía cuando se acompañaba de una alta cohesión en el grupo.

Estudios sobre otros procesos implicados en el pensamiento grupal y otros desarrollos

Mc Cauley (1989) se centra en la distinción entre:

  • Internalización (acuerdo privado con el consenso de grupo)
  • Acatamiento (acuerdo público pero no privado)

Trata de determinar si en el pensamiento grupal se da uno y otro, pues parece existir una cierta ambigüedad en la propia descripción de Janis (1982) quien se centra en el proceso de internalización, pero por otra parte en su descripción proporciona indicadores de acatamiento al hablar de presiones hacia los disidentes, o de la existencia de autodenominados «guardianes de la mente».

Mc Cauley analiza 8 casos, que incluyen los clásicos de pensamiento grupal, más los casos de decisión vigilante, y muestra que en por lo menos dos de los seis casos hay indicaciones de acatamiento.

Por ejemplo, en el análisis de la decisión sobre la invasión de Cuba de Bahía de Cochinos a través de las cuatro «explicaciones oficiales», según Janis, hay indicadores de acatamiento cuando se señala que se trataba de una nueva administración y que, si bien el grupo mostraba «espíritu de cuerpo», no habían alcanzado un grado suficiente como para expresar abiertamente sus dudas acerca de las propuestas.

El análisis de Mc Cauley lleva a resaltar:

  • La importancia del acatamiento
  • El papel del liderazgo promocional
  • El aislamiento de grupo en el desencadenamiento del pensamiento grupal.

Turner, Praktanis, Probasco y Leve (1992), investigación sobre la influencia del intento de mantener la identidad social por parte del grupo que toma la decisión.

Estos autores realizaron varios experimentos con grupos que tenían que tomar decisiones, en los que mostraron:

  • la influencia de la cohesión (manipulada a través de resaltar la pertenencia al grupo y el empleo de etiquetas de grupo)
  • la amenaza a la autoestima de los miembros (a través de indicar que la decisión en grupo se grababa en vídeo con el fin de mostrarla a estudiantes con fines de entrenamiento, en caso de que la toma de decisión tuviera fallos).

En el tercero de sus experimentos, partieron de la idea de Janis de que el pensamiento de grupo supone el intento de mantener una idea positiva compartida acerca del propio grupo en una situación que implica el desafío de afrontar adecuadamente una amenaza colectiva. El estudio mostró que en los grupos que operan bajo condiciones de pensamiento grupal (alta cohesión + alta amenaza), el proporcionar una excusa (presencia de un elemento distractor, como era una música) para los posibles fallos, daba lugar a menos síntomas de pensamiento grupal que si no se les facilitaba esa posibilidad de excusa.

El estudio, además de mostrar la función de mantenimiento de la identidad de grupo, pone de relieve el interés de definir la cohesión en línea con la teoría de la autocategorización (Turner 1987).

Como indican los autores, si los miembros se autocategorizan como grupo y tienen una identidad positiva esto proporciona la base sobre la que opera la amenaza al grupo.

Street y Anthony (1997), consiste en establecer un vínculo entre el pensamiento grupal y la escalada del compromiso por parte de los grupos.

La escalada de compromiso se da cuando el grupo ha incurrido en costes al buscar un objetivo que es improbable que se logre, independientemente de lo que se haga. La escala de compromiso se da cuando se persiste en el curso de acción ya iniciado (Whyte, 1989).

Los autores argumentan que se da una mayor probabilidad de que esa escalada de compromiso se produzca en los grupos que manifiestan pensamiento grupal.

La reducción del pensamiento grupal

Janis (1982) propone una serie de prescripciones para reducir el pensamiento grupal, y favorecer las decisiones vigilantes, señalando los límites de su aplicación para que no produzcan efectos contraproducentes.

  1. Asignar el rol de evaluador crítico a todos los miembros del grupo, dando prioridad a las objeciones que les suscitan las medidas a adoptar. Ello implica que el líder sea capaz de aceptar las críticas.
  2. Que el líder clave en la jerarquía de la organización mantenga una postura imparcial, en lugar de decir sus preferencias y expectativas por una alternativa al comienzo del proceso de toma de decisión. Debe limitarse a definir el alcance del problema y los límites de los recursos, sin abogar por una alternativa preferida.
  3. Tener como una práctica de rutina la creación de varios grupos de planeamiento de las medidas y de evaluación que se centren en la misma cuestión y que tengan líderes distintos. Evita el no tener en cuenta la información relevante y la opinión de expertos que puede cuestionar la decisión. Exige que se especifiquen la responsabilidad de cada grupo, destacando la lealtad para evitar la difusión de la responsabilidad.
  4. En la etapa en que se evalúa la efectividad y la posibilidad de aplicación de la decisión dos o más subgrupos deben reunirse por su parte para analizar la cuestión, y en particular para revisar críticamente los supuestos ilusorios en los que se basa la decisión.
  5. Discusión periódica con asociados de confianza de cada miembro para discutir la cuestión, siempre que se mantenga la seguridad de la información. Se supone que se hará la consulta con personas de formación y experiencia variada. El papel del miembro de grupo ha de ser de buscador de información y posteriormente de trasmisor al grupo de la información recabada.
  6. Invitar a uno o más expertos o colegas cualificados que no sean miembros del grupo a cada sesión, estimulándoles a que pongan en cuestión las decisiones. Conviene hacerlo antes de haber llegado a un consenso.
  7. Por lo menos un miembro del grupo debe de hacer de abogado del diablo, señalando los puntos débiles de la decisión. Es importante que este papel no se ritualice, de forma que se escuchen superficialmente las objeciones, sin tomarlas en cuenta, dando simplemente la apariencia de controversia. Debe ser un papel rotatorio.
  8. Cuando implica relaciones con otras entidades rivales (empresas, naciones) evaluar las señales de advertencia de los rivales y crear diversos escenarios de las intenciones de los otros, para controlar la ilusión de invulnerabilidad y la tendencia a ignorar las señales de aviso. Sirve para preparar planes de contingencia para las diversas eventualidades. Es importante que este proceso no derive en una interpretación ominosa de las intenciones del contrario, lo que daría lugar a ataques preventivos encaminados a anticiparse a supuestos ataques del adversario.
  9. Después de llegar a un consenso preliminar acerca de la alternativa, debe hacerse una reunión de «segunda oportunidad» para expresar dudas y repensar la cuestión y las otras alternativas no elegidas.

Kroon y colaboradores mostraron que el hacer a cada miembro y al grupo colectivamente responsables de la decisión hacía que se repartieran más los intentos de influencia y que resultara más difícil llegar a la decisión que cuando no existía esa responsabilidad individual o colectiva.

Miranda (1996) ha señalado las posibles ventajas de los sistemas de asistencia al grupo por ordenador para controlar el pensamiento de grupo, a través de los sistemas de estructuración de las reuniones de grupo que pueden tener una serie de características que favorezcan dicho control. Enumera las siguientes:

  • El anonimato de las contribuciones
  • La aportación simultanea de opiniones y soluciones lo que facilita las contribuciones de los miembros menos dominantes, y aumenta el número de ideas
  • La estructuración del proceso
  • La ampliación de las capacidades de procesamiento
  • El acceso a la información externa relevante
  • El medio escrito, que favorece el centrarse en el contenido de las ideas y disociarlo de las fuentes
  • El registro electrónico de las contribuciones
  • La publicación en pantalla de las opiniones del grupo.

Estas ventajas tienen sus contrapartidas, como la dificultad de evaluar el mayor número de ideas y soluciones pero aún así parece ofrecer una vía interesante sobre la reducción del pensamiento grupal.

Por último en una revisión a través de metaanálisis acerca de los requisitos que debe cumplir la interacción de grupo para realizar efectivamente la tarea de decisión, realizada desde la perspectiva funcional (Orlitzky y Hirokawa, 2001), se mostró que la función más importante era la evaluación crítica de las consecuencias negativas de la decisión, sobre todo en las situaciones en las que, lo que ellos denominaban «demandas de la evaluación » eran altas.

Tales situaciones se caracterizan por la existencia de:

  • múltiples alternativas aceptables
  • criterios de evaluación que no son obvios
  • ausencia de verificabilidad objetiva de la corrección de la alternativa elegida.

Los autores consideran que sus resultados apoyan de forma convincente el énfasis que Janis pone en el evaluador crítico, o abogado del diablo.

Comentarios al modelo y a la investigación

La gran vitalidad de la investigación y el interés suscitado por el modelo de pensamiento grupal ha dado pie a numerosos comentarios críticos.

Entre otras cuestiones se señala que:

  • Lo importante es determinar en qué condiciones los antecedentes del pensamiento de grupo dan lugar a los síntomas, en lugar de esperar efectos simples.
  • Se indica la importancia de la interacción entre antecedentes y la posible secuencia entre ellos y otros elementos del modelo (Mohamed y Wiebe, 1996).

Igualmente se ha insistido (Turner, et al., 1992) en la necesidad de clarificar la naturaleza de los antecedentes. Esto se ha indicado con preferencia en relación con la cohesión, dadas las diversas formas de interpretarla, como atracción interpersonal, como compromiso con la tarea, o sobre la base de la identidad social. Igualmente señalan la necesidad de delinear la conceptualización del pensamiento grupal y de establecer la relación entre antecedentes y consecuencias.

Existe una discusión de si resulta necesario estudiar todos los antecedentes conjuntamente como sugieren algunos autores (Park, 1990), o como defienden otros, no hace falta una interpretación estricta del modelo, que implique que las consecuencias sólo se deberían dar si están presentes todos los antecedentes (Turner et al., 1992).

Estos últimos autores muestran que se pueden producir efectos sin necesidad del concurso de todos los antecedentes.

Esser (1998) en su revisión, tras destacar la vitalidad de la investigación en este dominio, puede que ésta no haya servido tanto paravalidar el modelo de pensamiento grupal como para generar una serie de ideas e hipótesis sobre las decisiones en grupo susceptibles de ponerse a prueba.

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