Emoción y Procesamiento Cognitivo
Hipótesis de independencia entre emoción y cognición
Vía rápida del procesamiento: defiende que las emociones se procesan independientemente de la cognición, vía subcortical. Esta teoría está basada en los trabajos de LeDoux que propuso que la amígdala puede elicitar emociones antes de que la información alcance el cortex. Para analizar esto, utilizo la técnica de lesión y concluyo que la vía rápida permite procesar estímulos sin intervención cortical. No hay evidencias concluyentes sobre esto, y esta hipótesis recibió críticas como que la vía rápida no juega ningún papel determinante en el procesamiento de estímulos emocionales complejos, o que la amígdala tiene una capacidad relativa de procesar emociones y no funciona independientemente de los procesos cognitivos y perceptivos. Hay evidencia de que en humanos, la vía rápida no es funcionalmente importante en el procesamiento de información.
Además la vía rápida, parece tener una capacidad limitada de discriminación, cuando es necesario discriminar un estimulo, el procesamiento necesita de la intervención de la corteza cerebral.
La cuestión de si los estímulos emocionales se pueden procesar automáticamente o requieren atención se ha estudiado con la identificación de las expresiones faciales emocionales. Narumoto y sus colegas, encontró que cuando se presentaban rostros con expresiones emocionales, la amigada mostraba fuerte activación si la tarea consistía en discriminar diferentes expresiones emocionales, pero no, si había discriminar otras características del estimulo como género o identidad de las caras.
Pessoa y sus colegas, observaron en sus estudios que todas las zonas cerebrales respondían diferencialmente a las expresiones emocionales pero solo cuando atendían a las caras. Concluyeron que para procesar emociones faciales emocionales es necesario centrar la atención en las mismas, por tanto, no se trata de procesos automáticos.
Primacía afectiva: sugiere que se puede procesar el contenido afectivo de los estímulos de una manera no consciente para el individuo. Los estudios que defienden que se puede producir procesamiento emocional sin recursos cognitivos están basados en trabajos que estudian la facilitación o priming de los estímulos afectivos sobre estudios neutros.
En estos estudios, primero se presenta un estimulo prime, una palabra facilitadora, que luego es seguida de una exposición más larga de otra palabra, estimulo target, que los participantes deben categorizar lo más rápido posible.
El efecto de facilitación se da cuando la palabra prime positiva facilita la categorización de palabras positivas e interfiere en las negativas, lo que sugiere que las personas pueden evaluar estímulos automáticamente sin prestarles atención.
Se habla de priming afectivo cuando se dedica más tiempo a evaluar la valencia del estimulo prime de manera involuntaria.
Storbeck y Robinson hicieron un experimento en el que los participantes debían seleccionar palabras de una misma categoría pero de distinta valencia, prime y target se diferenciaban por su valoración pero no por su categoría. Las conclusiones fueron que solo aparecía el priming afectivo cuando a los participantes se les daba la oportunidad de relacionar prime y target mediante la evaluación del estimulo, pero no por la simple presentación previa de estímulos afectivos.
Todos los trabajos sugieren que la valencia de los estímulos no es procesada automáticamente por la amígdala aunque ésta es una zona especialmente sensible a los estímulos de miedo. Y que, cuando las demandas del procesamiento son bajas, se puede procesar más automáticamente que cuando las demandas son altas. Estos hallazgos limitan la hipótesis de la automaticidad ya que como pone de manifiesto la psicología cognitiva, el procesamiento de información está basado ante todo en el proceso de atención a los estímulos afectivos.
Hipótesis de dependencia entre emoción y cognición
Cada vez con más frecuencia, cognición y emoción se consideran procesos complementarios, y no independientes. Se ha observado que personas con lesiones cerebrales, no son capaces de procesar emociones y tienen una capacidad mermada de tomar decisiones.
Se sabe que la emoción modula los procesos cognitivos básicos. La corteza visual identifica los estímulos, y determina sus atributos. Luego esta información alcanza otras áreas del cerebro: la amígdala (procesa la valencia emocional), la corteza orbitofrontal, la corteza prefrontal y la corteza cingulada guían el procesamiento de información con contenido emocional.
El paradigma de búsqueda visual permite estudiar la relevancia de los estímulos. Los participantes tienen que responder lo más rápido posible cuando detectan un estimulo previamente seleccionado, que aparece en un campo visual dentro de un conjunto de varios elementos (distractores). Los estímulos más relevantes se reconocen más rápido. Se observo que las imágenes que provocaban miedo se detectaban antes.
La cognición sincrética es un tipo de información caliente, holística, directa, inmediata y significativa para el individuo.
La cognición analítica es un tipo de información fría, secuencial, que requiere un procesamiento lineal.
La cognición afectiva es sincrética, y la cognición racional es analítica.
Medida del procesamiento emocional
Las emociones se pueden procesar por diferentes canales (visual, auditivo, hepático, etc.) y hay múltiples formas de información emocional (caras con expresiones, imágenes, etc.). Las pruebas más relevantes considerando el modo y los canales de procesamiento, son:
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PROCESAMIENTO SIMPLE VIA MULTIPLES CANALES
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PONS (PROFILE OF NONVERBAL SENSITIVITY)
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POET (TEST DE PERCEPCION DE EMOCIONES)
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VERT (VICTORIA EMOTION PERCEPTION TEST)
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BAF (FLORIDA AFFECT BATTERY)
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PROCESAMIENTO MULTIPLE VIA UN CANAL
- AB (APROSODIA BATTERY)
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PROCESAMIENTO MULTIPLE VIA MULTPLES CANALES
- BEEC (BATTERY OF EMOTIONAL EXPRESSION AND COMPREHENSION)
Emoción y cognición: formulaciones teóricas
Hay tres modelos explicativos que analizan la interacción entre los estados emocionales y los principales procesos cognitivos.
Modelos de redes asociativas: formulado por Bower. Las emociones básicas están representadas por nodos emocionales que se conectan con otras unidades de contenidos semántico que hacen referencia al patrón de respuesta fisiológica propio de cada emoción, a las conductas, a los gestos con que expresamos las emociones, a los vocablos con los que las denominamos, y a situaciones típicas que las desencadenan.
De esta forma, los nodos emocionales, pueden activarse por diversos estímulos. Cuando la activación alcanza un determinado nivel de umbral, la excitación se propaga desde los nodos emocionales a aquellos que producen el patrón de respuesta autónoma y de conducta expresiva propia de la emoción que se trate.
Los nodos afectivos se vinculan a una serie de acontecimientos que están relacionados con la emergencia de esas emociones en el pasado. La información relativa a un evento, se almacena en la memoria conjuntamente con la emoción que provoca. Este paradigma presenta algunas limitaciones: uso de un código único de representación, no diferencia entre cognición fría y caliente, y no distingue entre conocimiento semántico y episódico de la emoción.
Teoría del afecto como información: propuesto por Schwarz y Clore. Según esta teoría las emociones conllevan una experiencia subjetiva y la experiencia de tales sentimientos tiene consecuencias relevantes en el procesamiento de información. Enjuiciamos una situación no tanto basándonos en la evaluación de sus características objetivas como en los sentimientos asociados a ella. Utilizamos nuestro estado afectivo como heurístico que nos permite simplificar el proceso de razonamiento. Se da una congruencia entre nuestro estado de ánimo y las actitudes y juicios que elaboramos. Esta teoría ha sido refrendada por gran variedad de estudios, pero también se han señalado algunas limitaciones: explica el efecto del estado de ánimo en un número limitado de procesos cognitivos y habla de un efecto absoluto (todo o nada) de la emoción sobre la cognición.
Teoría de la infusión del afecto: propuesto por Forgas. Proporciona un esquema en el que se especifican las diferentes condiciones de procesamiento a lo largo de las que el afecto influye en la cognición. La infusión del afecto es un proceso por el cual, la información con carga afectiva llega a incorporarse a los procesos cognitivos y eventualmente influye en los resultados orientándolos en una dirección congruente con su tono afectivo. El modelo sostiene que el grado de infusión del afecto dependerá del tipo de procesamiento utilizado. Normalmente en la elaboración de un resultado se utiliza el mínimo esfuerzo y la estrategia de procesamiento más simple. De acuerdo a esta paradigma existen 4 estrategias de procesamiento alternativas, que combinan dos factores, el esfuerzo invertido (alto o bajo) y el tipo de tarea. Una tarea abierta se refiere a problemas constructivos cuya solución requiere un tratamiento novedoso de la información disponible, y una tarea cerrada se refiere a problemas reconstructivos para los que ya existe una solución predeterminada o fácil de intuir. Este modelo predice que la infusión del afecto en la cognición será más acusada cuanto más abierto y constructivo sea el estilo de procesamiento.
Emoción y atención
Se presta atención principalmente a la estimulación ambiental que proporciona información relevante. La atención puede centrarse en signos del ambiente, en objetivos internos y en metas personales.
Paradigma de búsqueda visual: es muy utilizado para investigar la significación relevante de los estímulos.
Estímulos con significación especial se reconocen rápidamente y la latencia de su descubrimiento no depende de la manera en la que se presenta. El efecto pop-out consiste en que estímulos como animales desagradables se descubren antes que estimulo de contenido neutro. Las caras con expresión de miedo se descubren antes que caras alegres.
Paradigma de costes y beneficios: se estudian los mecanismos de atención dirigida. Se presenta un punto de fijación, y a cada lado un marcador. A continuación se dirige la atención hacia uno de los dos marcadores. Por último se presenta el estimulo al que hay que responder. Si el tiempo desde que aparece la señal hasta que aparece el objetivo (SOA) es menor a 300 ms, se responde más rápido al objetivo cuando éste se presenta en el mismo lugar que la señal (facilitación). Si el SOA es mayor a 300 ms se responde más rápido al estimulo objetivo si se presenta en un lugar diferente al de la señal. Esta inversión del efecto se conoce como inhibición de retorno (IR).
Paradigma stroop: se estudia cómo se comparten los recursos atencionales cuando hay que desarrollar dos tareas a la vez. Se presentan palabras de colores escritas en el mismo color que indica la palabra y en colores diferentes. La interferencia que causa el nombrar el color cuando la palabra tiene contenido emocional es mayor que cuando es neutra. Esto parece indicar que el contenido emocional se procesa de manera más automática.
Emoción y memoria
Las emociones pueden influir sobre los procesos de memoria a través de tres vías: Contenido: los contenidos con mayor carga emocional se recuerdan mejor que los que carecen de valencia afectiva; Codificación: las emociones intensas mejoran la memoria para los detalles principales y la dificultan para los secundarios; Recuperación: el estado emocional presente al evocar una información pueden interactuar con el tono afectivo del contenido a rememorar y con el estado del sujeto durante la codificación del contenido. La interacción entre valencia afectiva y cada uno de estos tres aspectos da lugar a los siguientes fenómenos:
Codificación congruente con el estado de ánimo: tendemos a fijar mejor el material cuya valencia afectiva presenta mayor afinidad con el estado de ánimo en el que nos hallamos en ese momento. El sesgo de características de la demanda se da cuando el participante en un experimento tiende a comportarse de acuerdo a como cree que se espera de ella. Para evitarlo, el protocolo estándar que se usa para estudiar este fenómeno consiste primero en la inducción de un estado de ánimo alegre o triste en el participante.
Luego se le informa al participante que el experimento ha finalizado y se le pide colaboración en otro estudio que en realidad, es la continuación del mismo experimento. Se le pide que memorice una lista de palabras con carga emocional. Por último, se mide el recuerdo de los contenidos aprendidos en la fase anterior, mientras el participante se encuentra en un estado emocional neutro. La evaluación se hace mediante técnicas de recuerdo libre o pruebas de recuerdo indirecto.
Recuerdo congruente con el estado de ánimo: el estado emocional presente en el momento en que se recuerda una información puede interactuar con el contenido emocional del material recordado. En los estudios en laboratorio normalmente se un protocolo según el cual primero se evalúa el estado emocional del participante, o se le induce uno. Luego se le pide que evoque la mayor cantidad de recuerdos autobiográficos que le sea posible. Finalmente se mide la cantidad de recuerdos, la velocidad de evocación y la valencia de los mismos. Cuando se solicita recordar recuerdos autobiográficos se da un sesgo en el método, según el cual se confunde los efectos del recuerdo congruente con el recuerdo dependiente del estado de ánimo. Resulta difícil discernir si el efecto observado se deba al estado de ánimo durante la codificación (recuerdo dependiente) o al propio contenido emocional del recuerdo (recuerdo congruente).
Para evitar esto se usa otro protocolo que consiste en inducir un estado de ánimo, recordar una lista de palabra con carga afectiva positiva, negativa y neutra. Luego bajo un estado de ánimo congruente o incongruente con el primero que se indujo, se le pide que evoque palabras de la lista anterior.
Memoria dependiente del estado de ánimo: ocurre cuando el estado emocional sirve como contexto que se asocia con un evento particular, de modo que algo aprendido bajo un estado de ánimo determinado se recupera mejor si ese estado de ánimo es experimentado de nuevo, es decir, si concuerdan los estado de ánimo durante la codificación y durante la recuperación. En esta caso, no es importante la valencia del material. El fenómeno del recuerdo dependiente es un ejemplo del principio de especificidad de la codificación según el cual al aprender una información nueva, la huella de memoria correspondiente se combina con una clave de recuperación que posteriormente activara el recuerdo de tal información. Es el estado de ánimo durante la codificación el que actúa como clave de recuperación que facilita su evocación posterior.
Emoción y categorización
Las categorías son representaciones mentales de un conjunto de elementos que nos permite tratar de forma igual todos los elementos incluidos dentro de una clase determinada. Hace posible que podamos manejar mentalmente nuestro entorno optimizando nuestra interacción con él. Los prototipos tienen mayor grado de representatividad y son los referentes dentro de la categoría, frente otros, que son menos relevantes y ocupan lugares marginales.
El proceso de categorización puede verse influido por el estado emocional. El afecto positivo amplia y enriquece el contenido de una categoría favoreciendo la inclusión en la misma, de elementos de parecido familiar marginal. También promueve la flexibilidad cognitiva facilitando la asociaciones de ideas y el establecimiento de relaciones diversas y novedosas entre estímulos. Un estado de ánimo positivo permeabiliza los limites de las categorías haciendo que un mismo elemento esté adscrito a varias de ellas.
También se dan flexibilidad cognitiva ente los miembros de una misma categoría. Esto no ocurre con todos los estímulos. El afecto positivo influye en la categorización de material neutro o positivo, y no afecta al modo en que está organizado el material negativo.
Este efecto no se debe a un sesgo afectivo que induce a la persona a hacer una estimación más positiva de su entorno. Parece existir un procesamiento específico de la información que lo justifica. El afecto positivo vendría a destacar los contenidos para los que ya existen pensamientos y esquemas positivos en la mente de la persona.
Los criterios que determinan la formación de categorías son muy variados. Normalmente se construyen en base a la similitud de sus elementos o por afinidad funcional en la consecución de metas. Pero los estados emocionales pueden actuar como un criterio de coherencia conceptual, de modo que los objetos que desencadenan la misma emoción se agrupan en categorías de respuesta emocional. La teoría de la categorización de la respuesta emocional propone que un grupo de emociones específicas, proporciona la estructura mental para la categorización de la respuesta emocional, es decir, tratamos como equivalentes aquellas cosas que despiertan en nosotros sentimientos específicos. Bajo el influjo de un estado afectivo determinado, probablemente utilizamos la respuesta emocional como criterio de categorización, y de acuerdo a ella, reorganizamos los conceptos. Esta reestructuración se debe en parte a la atención selectiva a las características afectivas de los objetos y a las respuestas emocionales asociadas a ellos.
Las emociones influyen en la atención selectiva determinando que el estimulo afectivo y sus efectos reciban mayor atención.
Emoción y solución de problemas
Un estado emocional positivo fomenta la flexibilidad cognitiva en la elaboración de soluciones a situaciones-problema. Permite dar respuestas con soluciones más originales e innovadoras. Aumenta la creatividad ya que el material de valencia es más diverso, se organiza en grupos conceptuales más amplios y se halla mejor interconectado que otro tipo de material. Si estamos felices, evocamos mayor cantidad de contenidos positivos, generando un contexto cognitivo más propicio para el surgimiento de ideas insólitas y creativas. Además un estado de ánimo positivo informa a la persona de que la situación en la que se encuentra es segura y favorable, propiciando un tipo de pensamiento más orientado a explorar nuevas alternativas. Se mejora la habilidad de la persona para organizar conceptos de formas variadas y acceder a perspectivas cognitivas alternativas a las usuales. (Ejemplo: problema de la vela).
Emoción y toma de decisiones
La toma de decisiones requiere el concurso de procesos cognitivos que permitan analizar los pros y contras de cada una de las opciones y decidir un plan de acción adecuado. Sin embargo la toma de decisiones no se basa exclusivamente en elecciones racionales, sino que también existe una motivación hedónica. En cada situación de elección se generan unos correlatos emocionales positivos o negativos en función de las consecuencias que se deriven de ella. Esta experiencia emocional contribuye a optimizar el proceso de deliberación, resaltando determinadas opciones de acuerdo a resultados que tuvieron en el pasado. El proceso de deliberación se acelera y simplifica. En tono afectivo en el momento en que se evalúan las opciones, interactúa con variables propias del participantes (motivación, expectativas, etc.) y de la situación en que se lleva a cabo la deliberación (utilidad, relevancia, consecuencias, etc.). El proceso no se desarrolla automáticamente sino que depende de la interpretación que el individuo hace de la situación. Cuando el riesgo es bajo el afecto positivo nos impulsa a ser más audaces, mientras que si el riesgo es alto, nos hace más prudentes. Esto es producto de un proceso de regulación del humor, que tiende a preservar el estado de ánimo positivo y a reparar el negativo. El afecto positivo mejora nuestras estimaciones acerca de la posibilidad de obtener buenos resultados, y a su vez, intensifica los efectos negativos de una posible perdida.
La adopción de una decisión implica evaluar numerosas variables. En estas situaciones, los estados positivos nos permiten deliberar de forma más rápida y eficaz.