Opiaceos

La heroína es una droga altamente adictiva, la más consumida y de más rápida acción de las del grupo de los opioides.

Químicamente: la heroína se sintetiza a través de la morfina, son dos moléculas de morfina unidas por grupos acetilo. Se le llama también diacetilmorfina.

Habitualmente se mezcla con azúcar, leche en polvo, quinina…etc., a veces también se mezcla con estricnina y otros venenos y fármacos de gran potencia (como el fentanilo) que ponen en grave riesgo la vida de los consumidores.

Su consumo conlleva con frecuencia la transmisión del virus del SIDA, y otras enfermedades que producen complicaciones sanitarias (entre ellas, infecciones de vasos sanguíneos y válvulas del corazón, neumonías, tuberculosis, artritis…etc), costosas para la sociedad, convirtiendo a esta droga en la más difícil, sanitaria y socialmente hablando, de tratar de entre las drogas ilegales.

Efectos a corto plazo:

Al poco tiempo de consumirla, cruza con gran facilidad la barrera hematoencefálica. Puede administrarse:

  • Inyectada: un heroinómano se inyecta hasta cuatro veces al día. La autoadministración intravenosa proporciona una mayor intensidad y un pronto comienzo de la euforia (a los 7 ó 8 segundos), comparada con inyecciones intramusculares (a los 5 ó 8 minutos).

  • Esnifada. Efectos más intensos se consiguen a los 10 ó 15 minutos.

  • Inhalada y fumada. Efectos más intensos se consiguen a los 10 ó 15 minutos.

Todas estas formas de autoadministración son altamente adictivas.

Cuando la heroína llega al cerebro, se disocian las dos moléculas de morfina y se unen a los receptores opioides, principalmente los del subtipo mu y delta, que se consideran son los sitios primarios de inicio de los efectos reforzantes (euforizantes) de esta droga. La subida eufórica, se acompaña de:

  • cálida sensación que parece propagarse por toda la piel;

  • sensaciones de sequedad en la boca y de pesadez en las piernas;

  • a veces, náuseas, vómitos y picores intensos.

Después de estos efectos iniciales, habitualmente los consumidores permanecen amodorrados durante horas, las funciones mentales disminuyen y el latido cardíaco y la respiración se enlentecen (a veces, demasiado para la vida del sujeto).

Efectos a largo plazo:

Efecto principal: adicción a la misma.

El consumo crónico de heroína también produce una tolerancia y una dependencia física acusada que son poderosos factores motivadores para continuar el consumo compulsivo. El heroinómano progresivamente dedica la mayor parte de su tiempo a buscar la droga para su autoadministración. Con el tiempo, su único objetivo vital es obtener la droga para consumirla y se puede afirmar que, literalmente, la droga ha cambiado su cerebro.

La dependencia física conlleva la adaptación del organismo a la presencia de la droga, lo que supone que se precipita un síndrome de abstinencia si la misma está ausente. Suele desarrollarse más pronto cuando se consumen altas dosis.

El síndrome de abstinencia (o de retirada) se genera a las pocas horas desde la última inyección y los efectos más severos alcanzan su cota máxima a las 24-48 horas desde esa última dosis, aunque muchos síntomas persisten durante una semana. Hay casos en los que algunos síntomas persisten durante meses.

La sintomatología del síndrome de retirada de la heroína no conlleva peligro para la vida del adicto si está sano en general, pero puede causar la muerte del feto en mujeres heroinómanas.

Síntomas más frecuentes del síndrome de abstinencia (retirada):

  • dolores en los músculos y en los huesos;

  • diarrea;

  • vómitos;

  • escalofríos (con piel de gallina);

  • desasosiego general e insomnio

Algunos adictos aguantan esta sintomatología para no hacerse tan tolerantes a estos efectos y así poder tener de nuevo subidas eufóricas.

Es bastante común pensar que la dependencia física y la posibilidad de la sintomatología de la abstinencia son los aspectos clave en la adicción a heroína. Para los investigadores esta idea no se acepta completamente, porque son frecuentes el deseo intenso por las subidas eufóricas de la droga y las recaídas, aún después de pasar muchos meses desde que la sintomatología física citada haya desaparecido.

Los pacientes con dolor crónico no tienen problemas importantes con la retirada de opioides porque solamente buscan aliviar su dolor, mientras que los adictos buscan también la subida eufórica.

Tratamientos para la adicción a heroína

Antes de llegar a la fase de tratamiento, es necesario que la persona se desintoxique, que consiga llegar a un estado libre de drogas para poder entrar en tratamiento.

Durante el tratamiento se pretende que el ex-adicto se mantenga sin consumir drogas ya sea sin medicación o con la ayuda de ciertos fármacos.

Comunidades terapéuticas: uno de los mejores tratamientos libres de drogas. Los pacientes permanecen entre 3 y 6 meses.

Fármacos

Metadona es el programa mejor documentado para el mantenimiento de la abstinencia del consumo de heroína. Es un agonista opiáceo que sustituye eficazmente a la heroína, si se administra adecuadamente al paciente. No intoxica ni seda al sujeto ni produce efectos que interfieran con las actividades diarias de una persona. Se ha comprobado que con la metadona en el cuerpo, los adictos alcanzan con mayor dificultad la subida eufórica, lo cual hace que el consumo de heroína se vaya extinguiendo progresivamente. Se toma oralmente y sus efectos se mantienen durante 24 horas, por ello se toma 1 vez al día. Aunque se use continuamente durante 10 años o más, esta sustancia ha demostrado ser médicamente segura y combinada con tratamientos conductuales y otros de apoyo, ha permitido que los pacientes vuelvan a una vida normal y se integren a todos niveles en la sociedad. Inconveniente: produce dependencia física.

LAAM (levo-alfa-acetil-metadol) o metadona de larga duración: fármaco en estado de prueba. Vida media de 72 horas, lo cual posibilita que el paciente tome la medicación solamente tres veces por semana. Se toma también oralmente y sus efectos secundarios son mínimos. En nuestro país aún no se emplea a gran escala, y se está estudiando su generalización.

Naloxona y Naltrexona: antagonistas opiáceos que bloquean los receptores cerebrales a los que se une la heroína impidiendo que la droga ejerza sus efectos, en el caso de se consuma con estos antagonistas en el organismo. Son útiles como antídotos en el caso de sobredosis, especialmente la naloxona, que tiene una rápida penetración en el cerebro, aunque su vida media suele ser de media hora. La naltrexona es más empleada para el tratamiento de mantenimiento de la abstinencia de heroína porque sus acciones perduran entre 24 y 72 horas, dependiendo de la dosis. Esta sustancia es más efectiva en pacientes que están muy motivados para dejar el mal hábito de consumo.

Buprenorfina: su aprobación está en estudio en nuestro país. Fármaco opiáceo, administrado a dosis bajas funciona como agonista y a dosis altas como antagonista. Como si tuviera en sí mismo la dualidad de las propiedades de la metadona y la naltrexona. No produce dependencia física. La supresión del tratamiento no produce síntomas de retirada apreciables.

Los tratamientos farmacológicos citados no son efectivos a largo plazo sin la ayuda de tratamientos conductuales.

Tratamientos conductuales

Terapia cognitivo-conductual: pretende ayudar a cambiar en el paciente ciertos pensamientos, expectativas y comportamientos, y enseñar a la persona una serie de estrategias y habilidades que le permitan enfrentarse a situaciones difíciles y estresantes que entrañan un posible riesgo de recaída.

Empleo de contingencias reforzadoras en la comunidad donde viven los sujetos: se basa en la utilización de un sistema de bonos que recibe el paciente, siempre que se mantenga en abstinencia. Con esos bonos, el sujeto puede “acceder” a una serie de artículos que necesita en su vida diaria, desde comida y ropa hasta la entrada a espectáculos.

La combinación de estas terapias con las farmacológicas ayudan al sujeto a recuperar un repertorio de conductas adaptativas y restauran el funcionamiento normal del sistema nervioso central.