Emoción
Introducción
Las emociones son una fuente de conocimiento fundamental para la supervivencia y la adaptación al medio. Los procesos emocionales proporcionan una fuente imprescindible de conocimiento para nuestra correcta adaptación a la vida diaria, y muy especialmente en el entorno social. Por tanto, deben incluirse dentro del ámbito de lo cognitivo. Se ha propuesto la denominación de “Neurociencia Afectiva” para referirse especialmente al campo de la emoción, aunque otros la llaman “Neurociencia cognitiva de la emoción” para no caer en dicotomías.
El problema de la emoción: carácter multidimensional de las emociones
Las emociones son estados internos del organismo que regulan su interacción con el medio, produciendo tendencias conductuales básicas de aproximación o evitación. Uno de sus problemas es su multidimensionalidad, ya que incluye distintos componentes difíciles de integrar. Los principales componentes son: las respuestas fisiológicas que caracterizan a las emociones y la experiencia subjetiva de la emoción.
Por una parte, la “corporalidad” se refiere a que las emociones se acompañan de reacciones fisiológicas automáticas del sistema nervioso autónomo y endocrino, produciendo cambios en el estado interno del cuerpo que afectan a todo el organismo. Por otro lado, las emociones son estados eminentemente subjetivos que producen sentimientos. Este carácter dual ha sido motivo de un debate histórico vigente hasta la actualidad, con la famosa polémica entre:
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las teorías periféricas de la emoción representada por James-Lange, enfatizando el papel predominante de las reacciones periféricas de la emoción, postulando que éstas se producían primero automáticamente y después tenía lugar la experiencia subjetiva.
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las teorías centrales, representadas por Cannon-Bard. que aseguraba que las reacciones periféricas automáticas responsables de la respuesta emocional y el procesamiento cerebral responsable de la experiencia emocional, constituyen dos mecanismos complementarios de la emoción que se producen simultáneamente. Parece claro que, estos dos componentes de la emoción, las reacciones fisiológicas y la experiencia emocional, están relacionados pero son diferentes, pues dependen de estructuras cerebrales distintas.
La investigación actual ha hecho que la polémica de los 80 sobre si el procesamiento emocional implica o no evaluación cognitiva se disuelva, mostrando que la clave está en la distinción entre procesos emocionales conscientes e inconscientes. La amígdala realiza un análisis rápido del significado emocional de los estímulos que se dan fuera de la consciencia y desencadena la serie de respuestas automáticas que se liberan en la emoción, mientras que la corteza cerebral lleva a cabo una evaluación cognitiva de la situación, que produce experiencias emocionales conscientes.
Actualmente se está volviendo a dirigir la atención hacia el papel preeminente que las respuestas fisiológicas tienen en la emoción. Sobre esto se asienta el Marcador somático de Damasio donde postula que las emociones son representaciones del estado del organismo del momento (homeostasis) construidas a partir del conjunto de respuestas fisiológicas específicas liberadas por ciertos sistemas cerebrales ante estímulos que tienen un alto valor para el individuo. La teoría destaca el papel central que juegan las emociones en la vida diaria y la influencia que ejercen en funciones tradicionalmente consideradas estrictamente cognitivas, como la toma de decisiones sociales.
Otro aspecto importante es la identificación de los estados emocionales básicos o emociones primarias. Se acepta la clasificación de Ekman (1971) en la que identifica seis expresiones básicas, innatas, primarias: Alegría, tristeza, rabia, asco, sorpresa y miedo. Junto a estas, se desarrollan una serie de emociones consideradas secundarias que dependen más de factores sociales y culturales, como la vergüenza, los celos y la culpa. En función de la valencia, las emociones se clasifican en positivas (alegría, felicidad) y negativas (miedo, asco, rabia, tristeza); en función del arousal, según la intensidad (alta o baja) de la activación automática que produce y en función de la tendencia de respuesta, tenemos las de aproximación (asociadas a valencia positiva) y las de retirada (valencia negativa).
Sustrato neural del procesamiento emocional
Circuito de Papez completado por MacLean: De esta propuesta partieron las ideas sobre las bases neurales del procesamiento emocional. Acuñó el término de sistema límbico, que incluye estructuras como el hipotálamo, el tálamo anterior, el giro cingulado, el hipocampo, la amígdala y la corteza orbitofrontal. Idea de que este circuito estaba dedicado al procesamiento emocional. Actualmente no se puede mantener la existencia de un circuito único y general para el procesamiento emocional. Posteriormente se ha demostrado que el hipocampo juega un papel primordial en la memoria y no así en la emoción. Los datos más consistentes actuales son los que implican a la amígdala en el aprendizaje y la memoria emocional implícitos, y a la corteza orbitofrontal en la toma de decisiones sociales.
La amígdala, el aprendizaje emocional y la memoria emocional implícitos
La amígdala está implicada en los procesos emocionales implícitos inconscientes. Es una estructura pequeña que se localiza en la parte medial de los lóbulos temporales, estando implicada de forma prioritaria en el aprendizaje y la memoria emocionales, principalmente de estímulo aversivos, que se relacionan por tanto con la emoción de miedo. Estudios de miedo condicionado con animales han demostrado que las lesiones de la amígdala no afectan a la respuesta incondicionada innata al estímulo incondicionado, que depende de otras estructuras, pero bloquean específicamente las respuestas condicionadas al miedo, impidiendo que se produzca el aprendizaje del miedo condicionado.
El hecho de que no participe en las respuestas a un estímulo aversivo natural, indica que la amígdala, está implicada en la asignación de un significado emocional negativo como el miedo a estímulos inicialmente neutros. Este aprendizaje emocional no requiere la participación de la neocorteza ya que depende de una vía subcortical que transmite de manera rápida y automática información sensorial directamente desde el tálamo a la amígdala. Esta vía directa tálamo-amígdala, explica la producción de respuestas emocionales automáticas a los estímulos que indican peligro de manera inconsciente. El tipo de aprendizaje emocional en el que participa (probado también con humanos) es implícito. También es una estructura fundamental en la formación de memorias emocionales implícitas, lo que podría explicar el hecho frecuente de que se puede sentir miedo en situaciones concretas sin saber por qué está producido.
El hipocampo es la estructura clave para formación de memorias declarativas. Los recuerdos de situaciones emocionales resisten mucho más al olvido. Esto es así porque, aunque no participa directamente en la memoria declarativa, la amígdala modula la actividad del hipocampo a través del incremento del arousal o activación del cerebro, y este incremento afecta al hipocampo, facilitando la consolidación de los recuerdos emocionales explícitos. También participa en el reconocimiento de expresiones faciales de miedo, aunque sean presentaciones subliminales.
La corteza orbitofrontal y la regulación social de las emociones
Se localiza en la región basal del lóbulo frontal, justo encima de la órbita de los ojos. La investigación sistemática de pacientes con daño en la corteza orbitofrontal proponen que las alteraciones que sufren se deben a un fallo en el procesamiento emocional que les impide establecer metas personales en su vida y tomar decisiones adecuadas en situaciones sociales. Una de las descripciones que ayudaron a entender algunos aspectos de lo que ocurría a estos pacientes se basa en lo que se denomino “Conducta de utilización” que se refiere a una excesiva dependencia de las señales perceptivas del momento, que arrastran su comportamiento; así imitan cualquier conducta, usan los objetos presentes de un modo automático e irreflexivo, y no establecen metas que les sirvan de guía. Es característico de estos pacientes que no se preocupen por sí mismos ni por su futuro y que no tengan conciencia de sus problemas. Damasio ha resaltado la profunda disociación entre la toma de decisiones en abstracto (pruebas de laboratorio) que realizan correctamente, y los problemas dramáticos que tienen en la toma de decisiones importantes en su vida personal y social.
A partir de observaciones en estos pacientes propone la hipótesis del marcador somático, que se basa en la importancia que tiene el procesamiento emocional en la toma de decisiones. El marcador consiste en sensaciones corporales ligadas a las reacciones fisiológicas que producen cambios globales en todo el organismo. Estos cambios son los que constituyen propiamente las emociones y se representan como sentimientos en dos conjuntos de estructuras cerebrales. Se postula que la toma de decisiones se ve afectada por las emociones del momento y las memorias afectivas asociadas, que guían la toma de decisiones, permitiendo anticipar las consecuencias afectivas de las distintas opciones de un modo automático (no consciente).
Lateralización hemisférica y procesamiento emocional
Se han propuesto fundamentalmente dos hipótesis:
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Dominancia del hemisferio derecho: El hemisferio derecho está especializado de forma general en el procesamiento emocional. Hay numerosos datos que apoyan esta hipótesis, tanto en el reconocimiento del significado emocional de las expresiones emocionales faciales como en el de la prosodia. También en la producción de expresiones faciales emocionales, hay datos que apuntan a que el lado izquierdo de la cara es más expresivo que el derecho, lo que sugiere que el hemisferio derecho es superior en el control de los músculos faciales responsables de la expresión emocional. El hemisferio derecho estaría implicado en la respuesta de arousal en mayor medida que el izquierdo, pudiendo tener una mayor comunicación con el sistema de activación reticular. También se ha apuntado que el hemisferio izquierdo inhibiría al hemisferio derecho.
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Hipótesis de la valencia: Cada unos de los hemisferios está especializado en el procesamiento de valencias emocionales distintas. Presupone que el hemisferio derecho (especialmente el lóbulo frontal) media principalmente las emociones con valencia negativa, mientras que el lóbulo frontal izquierdo (hemisferio izquierdo) media principalmente en la emoción con valencia positiva. Así al anestesiar el hemisferio derecho se asocia con estados de euforia, mientras que el HI se asocia con reacciones catastróficas. Esta hipótesis está en la base de los trabajos de Davidson sobre diferencias individuales en el estilo afectivo. Parte de la propuesta de que existen dos circuitos cerebrales básicos distintos, uno que media las conductas de aproximación, relacionadas con los afectos positivos, y otro que media las conductas de retirada, relacionada con los negativos. Tras estudiar los niveles basales de actividad electroencefalografica, encontraron grandes diferencias en los niveles de activación prefrontal de cada hemisferio: así los sujetos con mayor activación prefrontal izquierda indican más afectos positivos y los que tienen mayor activación basal prefrontal derecha describen más afectos negativos.
Procesos emocionales conscientes e inconscientes
Los estudios de doble disociación entre las lesiones de la amígdala y el hipocampo demuestran que la amígdala es una estructura fundamental para el procesamiento implícito de la información emocional y la formación de memorias emocionales implícitas, mientras que el hipocampo es imprescindible para que se pueda formar un recuerdo emocional explícito o consciente. El hipocampo no es lugar de almacenamiento de la memoria explícita, sino que es imprescindible para el proceso de consolidación y que la información se almacena en la corteza cerebral. Estas dos formas de conocimiento pueden funcionar de forma independiente.
Explicación del procesamiento emocional de LeDoux: Proporciona en su investigación una explicación al procesamiento emocional inconsciente: Ha identificado dos vías paralelas que transmiten información a la amígdala, una cortical y otra subcortical.
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La vía subcortical va directamente del tálamo a la amígdala, por lo que le llega la información a la amígdala rápidamente, procesando de un modo rápido los estímulos, asignándoles un significado emocional a nivel inconsciente y activando las respuestas emocionales automáticas e implícitas. Procesamiento emocional inconsciente, principalmente la amígdala.
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La vía cortical transmite información a la amígdala indirectamente, de forma lenta y multisináptica, esta vía va del tálamo a la corteza sensorial, allí la información se procesa en distintas regiones corticales y después se proyecta de nuevo sobre la amígdala. Esta vía, realiza un procesamiento más elaborado del estímulo que da lugar a su percepción consciente. Al proyectarse esta información perceptiva de nuevo sobre la amígdala, permite integrarla con su significado emocional y modular las reacciones de la amígdala al estímulo. Procesamiento emocional inconsciente, principalmente la corteza cerebral.